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Ciudad minera de Sewell

Ciudad minera de Sewell

O'Higgins (Chile)

Ladera de cobre


Denostadas con el paso de las décadas, las alianzas entre el capital extranjero y la explotación de recursos mineros fueron a comienzos del siglo XX un filón en Sudamérica. En los Andes chilenos, uno de los capitalistas más activos fue William Braden, al que se denominó el Rey del Cobre: adecuado apelativo en un país que sigue siendo el mayor productor mundial de este metal. Se lo ganó tras crear la Braden Copper Company junto a su amigo Barton Sewell y abrir minas como El Teniente, que con el tiempo se convirtió en la más larga del mundo con 3.000 kilómetros de galerías. Para dar servicio a esta mina, Braden levantó la ciudad derramada del cerro, como se llama a Sewell por su localización. Ahí creció una comunidad mixta de trabajadores locales y capataces estadounidenses con un diseño industrial avanzado. Sewell se abandonó hace unos cincuenta años, pero se ha recuperado parcialmente como recuerdo de una forma de hacer minería distinta a la actual.

Panorámica de la ladera de Sewell

Braden ya se había apuntado algún éxito cuando llegó a la zona de El Teniente. Esta mina era conocida en tiempos prehispánicos: los españoles la habían explotado hasta el siglo XVII. Las prospecciones de Braden fueron muy prometedoras, tras lo cual compró los terrenos y pidió los permisos pertinentes. Desde el comienzo, Braden pensó en una ciudad para dar cobijo y servicios a los trabajadores, pues el camino hasta Rancagua, la localidad más cercana, era muy duro. Así nació Sewell en 1904, aunque entonces se llamó El Establecimiento. Su nombre cambió en 1915 al fallecer el socio y amigo de Braden. Otra obra necesaria fue el ferrocarril, acabado en 1911. Por entonces, Braden había ya recibido fondos de los hermanos Guggenheim para paliar los problemas financieros de la mina, que no terminaba de despegar. Finalmente, en 1916 Braden vendió la empresa a la Kennecott Corporation y esta pasó a ser una filial. Con el nuevo capital, El Teniente empezó a multiplicar sus extracciones. En paralelo, la población de Sewell creció y se enriqueció con colegios, hospitales, club social, etc.

Pero no todo eran buenas noticias. En 1945 murieron 355 personas en la mina, lo que encendió las alarmas del gobierno chileno. Se corrigieron problemas de seguridad, pero el gobierno seguía viendo que las ganancias de la mina iban al extranjero. Esta situación fue la que llevó en 1967 al decreto de nacionalización del cobre en Chile. Fue promovido por el presidente Eduardo Frei Montalva y se finiquitó en 1971, ya bajo el gobierno de Salvador Allende. Desde el comienzo se decidió que Sewell no era una población sostenible y los trabajadores fueron desplazados a Rancagua. Fue la conocida como Operación Valle. A cambio, se abrió la carretera del cobre para facilitar el traslado de los trabajadores. Esta carretera forzó el cierre del servicio ferroviario y dejó a Sewell abandonada. En los años 80 fue desmantelada y parcialmente derruida. Este proceso se paró a finales de la década y en 1998 se protegió toda la población por su legado histórico y arquitectónico. Aún hoy hay instalaciones como el concentrador que se siguen utilizando.

Escaleras en Sewell

En Sewell llegaron a vivir 15.000 personas en los años 60. Está situada sobre las minas, a unos 2.000 a 2.250 metros sobre el nivel del mar. Se apoya enteramente sobre la ladera del cerro negro en una vista espectacular que parte de la estación de tren y culmina en la Punta de Rieles. Esta vertical orografía hizo que no se construyeran calles como tal en Sewell. La ciudad tiene un diseño peatonal único a base de pequeñas plazas y escaleras, muchas escaleras. Los edificios, de los que cincuenta han sido restaurados, tienen un diseño modernista y funcional a partes iguales. Las casas estaban pintadas en vivos colores. La función industrial de Sewell aprovechaba la verticalidad de la ciudad y la gravedad, por ejemplo en las labores de molienda.

La gestión de El Teniente, aún abierta, pertenece actualmente a Codelco, una empresa estatal. Ellos son también los responsables de las visitas guiadas a Sewell, que subcontratan con distintos touroperadores. Es la única forma de visitar la ciudad, así que no hay que intentar ir por libre. Los tours se contratan en Santiago, a unos 150 kilómetros, o ya en Rancagua, justo al empezar la carretera del cobre. El trayecto hasta Sewell es ya espectacular de por sí por el valle de Rancagua y los Andes. En Sewell podremos ver el Museo de la Gran Minería del Cobre. En primavera y otoño tendremos temperaturas muy agradables, pero las mejores vistas se obtienen en el verano austral, cuando la nieve es habitual. Se puede aprovechar, además, para acercarse a la estación de esquí de Chapa Verde.

Fotos: SetnomCodelco

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