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Ciudades del barroco tardío del Valle de Noto

Ciudades del barroco tardío del Valle de Noto

Sicilia (Italia)

Barroco regenerador


La isla de Sicilia se encuentra en una zona de alta actividad sísmica que genera volcanes tan espectaculares como el Etna y habituales terremotos. El más desastroso que se recuerda ocurrió el 11 de enero de 1693. Durante cuatro minutos, la tierra tembló con una intensidad de 7,4 en la escala Ritcher con un epicentro muy cercano a la costa sureste. El terremoto y sus tsunamis provocaron 60.000 muertos, incluyendo dos tercios de la ciudad de Catania, y unos 5.600 kilómetros de área afectada, en muchos casos con corrimientos de tierras. Sicilia se divide en tres grandes valles y el de Noto quedó asolado, con setenta ciudades prácticamente eliminadas y otras muchas dañadas. Como sucede en estos casos, a la destrucción le siguió la reconstrucción. En el valle de Noto se diseñó un proyecto homogéneo que durante varias décadas trajo a Sicilia uno de las muestras de barroco tardío más brillantes de Europa. Ocho ciudades ejemplifican a la perfección este barroco: Caltagirone, Militello Val di Catania, Catania, Modica, Noto, Palazzolo, Ragusa y Scicli.

Panorámica del centro barroco de Noto

Sicilia era por entonces parte de la Corona de Aragón y, por tanto, quedaba bajo el gobierno de España, como sería hasta el tratado de Utrecht de 1713. El virrey de Sicilia, Juan Francisco Pacheco Téllez-Girón, designó nada más pasar el terremoto a dos responsables para reconstruir los valles de Noto y Demone. Por circunstancias, al final fue solo Giuseppe Lanza, duque de Camastra, el elegido. Junto a la alta nobleza siciliana, enriquecida por los latifundios y gobernante de facto de muchas zonas, diseñó un completo plan. Empezó por no cobrar impuestos a las zonas afectadas, para luego levantar las principales y estratégicas fortalezas defensivas con la ayuda del ingeniero Carlos de Grunenbergh. A partir de aquí se centró en las ciudades afectadas, para las cuales había que elegir una de estas opciones: completo traslado, reconstrucción de edificios seleccionados o una solución intermedia con nuevos barrios al lado de un centro reconstruido. En los tres casos, el barroco tardío impregnó plazas, edificios públicos e iglesias dando una total unidad estilística a la región.

El barroco había sido bastante aburrido hasta entonces en Sicilia, lejos de la maestría de la península italiana. El terremoto fue una oportunidad aprovechada para que los arquitectos y escultores sicilianos desarrollaran por fin un estilo con personalidad propia. Hicieron frente a una primera etapa en la que las prisas y el esqueleto de edificios antiguos limitaron las posibilidades, para luego desplegar toda su creatividad. Este barroco destaca por su extravagancia con sus máscaras y querubines sonrientes. Catania, donde el virrey residía la mitad del año, era donde más riqueza disponible había. Giovanni Battista Vaccarini, arquitecto local conocedor de Bernini y Borromini, fue el principal responsable del estilo marcado con la nueva catedral. Desde 1718, los Habsburgo tomaron el control de la isla y su estilo se notó. Esta circunstancia y las menores prisas hicieron que hasta 1780 la región desarrollara su barroco, especialmente visible en Catania y Ragusa.

Plaza del Duomo en Catania

Estas dos ciudades vieron remodelaciones, pero otras como Noto cambiaron de localización completamente. Esto, junto a la concentración de la propiedad, permitió a los arquitectos y urbanistas poner en práctica ideas que ya los renacentistas impulsaron en lugares como Pienza: la ciudad ideal. Amplias calles cortadas en ángulos rectos y diseños radiales partiendo de una gran plaza fueron los dos principios. Los diseños no solo buscaron la estética, sino que intentaron preparar a las ciudades para futuros terremotos. Noto, a unos kilómetros de la todavía en ruinas Noto Antica, fue diseñada por Giovanni Battista Landolina. Este aristócrata local aprovechó para orientar las calles hacia la luz y dividir la ciudad de acuerdo a la jerarquía social: la nobleza en la parte alta, el clero en torno a la plaza, las calles amplias para los negocios y el resto donde pudieran. El edificio más destacado es la catedral, construida a lo largo del XVIII.

Todas las ciudades están en una región reducida. Un buen recorrido puede partir de Catania, con aeropuerto propio, e ir hasta Ragusa pasando por Noto. Recorreríamos los tres principales puntos en un arco de unos 150 kilómetros. La plaza barroca de Catania es el principal punto de atención en la capital. Está cerca del interesante mercado de comida. En Noto, además de fijarnos en el diseño de la ciudad, podemos intentar ir en el fin de semana de mayo en el que una de sus calles, la Via Nicolaci Infiorata, se cubre con mosaicos de pétalos de flores. En Ragusa es donde mejor podemos apreciar la fundación de un nuevo barrio. Aquí se levantó Ragusa Superiore, alojando a la nobleza, mientras que el resto se quedó en Ragusa Ibla, que fue restaurada más paulatinamente también en barroco. La especialidad local del este de Sicilia son los arancini, grandes croquetas esféricas.

Fotos: Flavio~Lucarelli

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