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Fuerte de Bahla

Fuerte de Bahla

Interior (Omán)

Muros de barro


Antes de que los portugueses llegaran a Omán y convirtieran su costa en el centro político y comercial del país, el interior del país era el resguardo de los dirigentes omaníes. La historia hizo así que Mascate ganara con el tiempo importancia y sea hoy su capital. El resto de capitales históricas se reparten por las estribaciones de la cordillera Jebel Akhdar. Esta, que alcanza 3.000 metros, camina paralela a la costa noreste del país y proporciona un clima adecuado para cierta agricultura de subsistencia. De ahí que ciudades como Rustaq, Izki, Nizwa y Bahla tuvieran su momento de gloria en el pasado, la que ahora disfruta Mascate. Estas ciudades interiores construyeron fuertes para repeler enemigos internos y externos. El más impresionante de todos es el fuerte de Bahla, una mole de adobe que llevaba soportando más de medio milenio de erosión hasta que fue finalmente restaurado.

Vista exterior del fuerte de Bahla

Esta zona de la península arábiga fue en los comienzos del Islam controlada por una figura de imán-gobernante que aunaba los poderes político y religioso. Estos imanes propagaron por el territorio el ibadismo, una tercera forma del Islam alternativa al chiismo y sunismo. Resistieron los envites del califato abasí y hoy Omán es el único país en el que esta corriente es dominante: 75% de la población lo es. Los ibadíes son relativamente tolerantes, pero la sharia forma parte de su ideología y de ahí su comunión de política e Islam. En los comienzos, el líder de la tribu Banu Sama elegía este imán, pero las disputas internas llevaron a que la zona fuera controlada puntualmente por los selyúcidas. Estos fueron expulsados en 1154 por la dinastía Nabhani, que estableció su capital en Bahla. Los Nabhani lograron el control comercial del incienso olíbano, lo que les dio la estabilidad económica suficiente para lograr perdurar.

Seguramente, los réditos del olíbano sirvieron también para acondicionar el fuerte de Bahla, que entre los siglos XIII y XIV fue el centro de Omán. Parece bastante probable que antes del fuerte actual hubiera uno anterior de origen persa llamado Hisn Tammah, pero la dinastía lo hizo suyo. También los persas fueron protagonistas de la vida política de Omán en este tiempo, pues acosaron los territorios omanís en la costa. La dinastía empezó a perder poder y en el siglo XV la figura del imán gobernante retornó a Omán. La reclusión en Bahla por parte de la dinastía fue total. Rodeados de nuevos enemigos como los portugueses, la dinastía Ya’aruba finalmente les expulsó del poder, incluso de Bahla, en el año 1624. En este episodio parece que el fuerte sufrió bastantes daños, pero el principal problema ha sido el paso del tiempo y la erosión. Hasta 1987 no hubo una sola restauración en el fuerte, algo que el adobe no puede soportar. Estamos en una zona muy seca, pero con una pequeña temporada de lluvias. Tras esta siempre se caía alguna porción del fuerte. La situación se ha estabilizado por fin.

Interior del fuerte de Bahla

Bahla es hoy una pequeña ciudad de interior, pero sus murallas atestiguan su pasado. Aquí se llaman sur y miden doce kilómetros. En el interior del recinto está el oasis de Bahla, razón última del origen del asentamiento. Este oasis se sostiene por un sistema de pozos y canales subterráneos llamado falaj que alimentan el palmeral de Bahla. La ciudad es un laberinto de calles en el que las casas siguen siendo en una gran mayoría de adobe. Se llaman harats y algunas aún conservan puertas y ventanas de madera decoradas, testigo de la tradición artesana de la ciudad. Una parte de este laberinto es el zoco semicubierto, uno de los más tradicionales del país con sus tiendas de un solo piso. En medio de todo esto está el fuerte, que tiene sus propias murallas y torres de hasta cincuenta metros. Está hecho totalmente de adobe sobre una base de piedra arenisca. En el interior están el hall de recepción, unos baños y las casas de los guardias, askari. Al suroeste del fuerte está la mezquita del viernes, con un histórico mihrab del siglo XIV.

Bahla está a cuarenta kilómetros de Nizwa, otra de las capitales históricas de Omán, que tiene más infraestructuras turísticas. Nizwa tiene aeropuerto, pero es más sencillo llegar aquí directamente desde Mascate, que está a solo 200 kilómetros. Muchos tours por el país pasan por Bahla, pero lo justo para ver el fuerte. Este ha sido reabierto hace poco tras más de 25 años de trabajos de restauración. Aún falta más infraestructura en cuanto a visitas guiadas, información, etc. Si se va con tiempo suficiente, después de visitar fuerte y mezquita lo suyo es acercarse al zoco y dejarse llevar durante un par de horas. Podemos aprovechar para comprar algo de cerámica, la artesanía principal por la que Bahla es también famosa.

Fotos: Francisco AnzolaMarkus L

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