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Isla de Henderson

Isla de Henderson

Islas Pitcairn (Reino Unido)

Emergido y alejado


En 1808, un velero con bandera estadounidense atracó en una solitaria isla del Pacífico. Allí, su tripulación se topó con un panorama ciertamente insólito: unas decenas de polinesios vivían liderados por un británico llamado John Adams. En las diez horas siguientes, Adams contó su historia, que arranca unos años antes con el motín del Bounty e involucra años de asesinatos, suicidios, violaciones y penurias hasta que la isla abraza la religión. Por increíble que parezca, hoy en esta isla, la isla Pitcairn, sobrevive una población que desciende directamente de aquellos isleños. Es la única isla habitada de un grupo de cuatro entre las que la mayor es la de Henderson. Esta, situada unos 200 kilómetros al norte, fue redescubierta en 1819. Henderson es mucho más complicada para la vida: sin apenas agua dulce y con un suelo impracticable para la agricultura, las circunstancias han permitido que sea uno de los dos atolones de coral emergidos del mundo intactos, junto al de Aldabra en el Índico.

Acantilados del atolón emergido de Henderson

La del motín del Bounty y ocupación de Pitcairn pasa por ser una de las historias más truculentas e increíbles que existen. William Bligh comandó en 1787 un navío con bandera británica y una misión: recolectar una fruta concreta en Tahití para probar su viabilidad en las Indias orientales. La prolongada estancia en Tahití y las relaciones de los marinos con las tahitianas explican parte del motín que aconteció en el viaje de vuelta. Fletcher Christian tomó el mando y envió a Bligh y sus leales en una barca de salvamento, mientras él viraba de vuelta a Tahití. Bligh logró sobrevivir para poner en conocimiento de las autoridades británicas el asunto. Persiguieron a los amotinados hasta Tahití, pero se les escapó un grupo que había buscado su propio paraíso: las Pitcairn. Estas islas, apenas trazadas en algunos mapas y con incorrecciones, habían sido habitadas por polinesios hasta el siglo XV, cuando estos desaparecieron misteriosamente. Adams fue el superviviente de una locura colectiva de años. Siendo una historia tan pasada, fue perdonado por la Corona británica.

Henderson también fue habitada por polinesios, como demuestran varios esqueletos allí encontrados. Al margen de esto, solo náufragos ocasionales y el intento de un extravagante millonario han perturbado la soledad de la isla. Los habitantes de Pitcairn, eso sí, la visitan regularmente para abastecerse de madera de miro y tou. Ambas islas forman parte geográficamente del archipiélago Tuamotu de la Polinesia Francesa, aunque políticamente han sido siempre británicas. Toda esta región es volcánica, pero el caso de Henderson es casi único: formalmente es un atolón, pero los movimientos tectónicos han hecho que emerja más de lo normal, protegiéndose con acantilados de caliza en todos sus lados menos el norte. Esto ha condicionado la erosión y ha permitido un sustrato para que cierta vegetación surja. También ha sostenido su tamaño: sus 37 kilómetros cuadrados suponen casi el 90% de las Pitcairn. El interior del atolón tiene una depresión, pero sin laguna, y el aspecto es el de una isla volcánica normal, salvo que es absolutamente plana.

Avifauna en la playa norte de Henderson

La inaccesibilidad de Henderson ha permitido una biodiversidad única, que sería aún mayor si los polinesios no hubieran habitado la isla: se sabe que varias especies se extinguieron en esos siglos. Hay poca variedad de flora, pero diez especies son endémicas. En cuanto a la fauna, la soledad de Henderson ha hecho que sea un paraíso para las aves que la han encontrado. Muchas de las veinte especies que crían aquí son marinas o migratorias, pero hay cuatro especies endémicas. Entre ellas están la polluela de la Henderson, incapaz de volar, y el carricero de la Pitcairn, amenazado. El petrel de Henderson estaba presente en otras islas de las Pitcairn, en las que se ha extinguido. Los insectos y gasterópodos están por investigar, pero se estima que un tercio son endémicos. También el entorno marino, protegido recientemente de la pesca ilegal, es de gran valía.

No cabe duda que Pitcairn es un lugar distinto a cualquier otro. Su viabilidad como comunidad humana está en peligro por la emigración. Historias oscuras alrededor de la pornografía infantil, que afectan a buena parte de la población masculina, no ayudan. El turismo puede ser la clave que cambie este incierto futuro. De hecho ya supone el 80% de las divisas de la isla. Varios cruceros la visitan anualmente. Si queremos algo más estable hay que subirse al barco MV Claymore II, que periódicamente viaja de Mangareva en la Polinesia Francesa hasta Pitcairn. Los isleños disponen de habitaciones para visitantes en su capital: Adamstown. Desde Pitcairn a Henderson la cosa no es tan sencilla. La forma más viable es informarse con tiempo y hacer coincidir nuestra estancia con uno de los viajes periódicos que los isleños hacen a Henderson. A poder ser entre abril y octubre, cuando no hay lluvias.

Fotos: Ron Van OersRon Van Oers

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