Navigation Menu
Islas atlánticas brasileñas – Reservas de Fernando de Noronha y Atolón de las Rocas

Islas atlánticas brasileñas – Reservas de Fernando de Noronha y Atolón de las Rocas

Pernambuco y Río Grande del Norte (Brasil)

Anclas en el océano


El Atlántico norte está plagado de islas: Groenlandia, Islandia, Gran Bretaña, Bahamas, Azores, Canarias, etc. El Atlántico sur, sin embargo, es un vasto océano en el que no hay ninguna isla grande y apenas diez en total. La mitad de la superficie terrestre se concentra en dos de ellas: Fernando de Noronha y el Atolón de las Rocas. Siendo islas tan aisladas en un océano de escasez, la fauna marina y la avifauna las tiene como excepcionales puntos de referencia. Además, al estar alejadas de las del Caribe, Noronha y el atolón han generado su propio endemismo. La primera de las islas es un destino turístico paradisíaco que ha tenido actividad humana desde que fuera descubierta por portugueses a comienzos del siglo XVI. Mucho más inaccesible es el atolón, único en el Atlántico sur. Alejado de la propia isla de Fernando de Noronha y otras porciones de tierra, el atolón apenas ha tenido ni tiene actividad humana.

Playa de Conceição en Fernando de Noronha

Ambas islas tienen origen volcánico, aunque son muy diferentes entre sí. Fernando de Noronha es la parte emergida de una cordillera resultado de la actividad que tuvo lugar entre dos y doce millones de años. Veinte islas e islotes rodean una gran isla de diez kilómetros de largo y unos tres de ancho. Toda la costa es muy accidentada. Quixaba es el nombre de su formación principal, pero todo el litoral está cargado de cabos con grandes formaciones rocosas que flanquean playas de arena blanca. En la isla viven unas 3.000 personas de forma permanente, estando el 70% está protegida como Parque Nacional. El atolón, por su parte, no tiene nada de accidentado y solo cuenta con dunas de arena blanca y alguna roca calcárea. Tiene forma elíptica, con cuatro kilómetros de ancho, y en su centro hay una gran laguna. Todo el sistema del atolón está rodeado de un coral que solo tiene un par de estrechas discontinuidades. La fauna marina las utiliza para acceder a la laguna. En marea baja, el coral queda expuesto y se forman multitud de piscinas dentro del atolón.

El descubrimiento de Fernando de Noronha levanta controversias, pero parece que fue una expedición portuguesa sufragada por Fernando de Loronha en 1503. Amerigo Vespucci iba a bordo y se quedó solo en la isla un tiempo, tiempo que utilizó para investigarla profundamente. La utilidad de la isla resultó obvia, pues era el punto de América más cercano a Portugal. Inicialmente, Loronha, como dueño de la isla y del monopolio del palo de Brasil, la utilizó como punto central para almacenar madera y transportarla a Europa. Cuando el gobierno portugués se hizo con este monopolio no cambió la actividad de Noronha. Así fue, con alguna intromisión francesa y holandesa, hasta que a finales de XVIII se construyó un penal y Noronha se convirtió en una isla-prisión. Lamentablemente se taló casi toda la isla como precaución, para que los presos no se escondieran ni construyeran embarcaciones. Tras la independencia, Noronha fue utilizada como cárcel para presos políticos y también como base aérea durante la II Guerra Mundial.

Atolón de las Rocas

Noronha es muy verde y cuenta con quince especies de flora endémicas, mientras que en el atolón apenas hay hierbas y alguna palmera. La fauna marina de ambas es muy rica y recibe a tortugas de mar, delfines, atunes, tiburones, etc. que crían y se alimentan en sus ricas costas. También las aves las conocen bien y son de las pocas que han logrado colonizarlas. Las utilizan en sus migraciones, aunque también hay poblaciones estables, incluidas dos pequeñas aves endémicas. Noronha cuenta también con un par de lagartos endémicos y contaba, según dejó escrito Vespucci, con un roedor que seguramente se extinguió tras la introducción de especies exóticas.

Noronha está a 350 kilómetros de la costa brasileña y se ha convertido en uno de los destinos turísticos del país más exclusivos y caros, en parte debido al cupo de visitantes que tiene. Hay aeropuerto con vuelos recurrentes de Recife y Natal. En temporada seca, de agosto a enero, también la visitan cruceros. Noronha ofrece alguna de las mejores playas de Brasil, como la de Sancho, y excelentes puntos de buceo. Las aguas tienen una temperatura que permite bucear sin neopreno con una visibilidad de cincuenta metros. Para recorrer la isla hay una línea de autobuses, aunque mejor aún si lo hacemos en barco. Se duerme en pequeñas pousadas, la mayor parte modestas. La Baia dos Golfinhos es uno de los lugares más famosos por tener una población estable de delfines. Para visitarlos hay que madrugar, pues están en la bahía solo a primera hora. Por su parte, el atolón solo recibe a investigadores, aunque si nos acercamos en barco seguramente los que estén allí agradezcan la visita.

Fotos: Leandro Macedo GonçalvesMinistry of Environment of Brazil

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.