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Centro histórico de la ciudad de Arequipa

Centro histórico de la ciudad de Arequipa

Arequipa (Perú)

  • Author: info@viajealpatrimonio.com
  • Date Posted: 7 05, 2018
  • Category:

Capital del altiplano


Lima es, de lejos, la ciudad capital de Perú en todos los aspectos. Arequipa se ha mantenido durante siglos en un cómodo segundo plano: es la segunda ciudad en población, comercio e industria. Arequipa es la capital del sur del país y ha estado orientada históricamente a la exportación y las relaciones internacionales. En buena parte gracias a la lana de alpaca, un producto habitual del altiplano peruano cuyo comercio se centraliza aquí. Arequipa tiene un marcado carácter español que viene dado por su historia. También es tierra de literatos, siendo el último destacable el más importante: Mario Vargas Llosa. Aún con todo, Arequipa es una ciudad calmada. En su centro histórico, marcado arquitectónicamente por la escuela arequipeña, la vida transcurre con tranquilidad. Sus robustos edificios solo tiemblan cuando un terremoto acontece, algo que sucede periódicamente. Por si se le olvida a uno, basta con levantar la vista y contemplar los tres volcanes de unos 6.000 metros que rodean la ciudad: Misti, Chachani y Pichu Pichu.

Plaza de Armas de Arequipa con el volcán Misti al fondo

La zona de Arequipa fue sedentarizada por pueblos preíncas agrícolas y ganaderos de llamas. Se acercaban al valle del río Chili, cuya canalización permitió la apertura de terrazas de cultivo. Esto atrajo a distintas tribus que empezaron a formar asentamientos. La zona estaba bajo control inca cuando llegaron los españoles en el siglo XVI. Garci Manuel de Carbajal fue el fundador en el año 1540. Trasladó entonces las instituciones políticas de una villa costera, Camana, lo que aceleró la puesta en marcha de la ciudad. Rápidamente se construyeron puentes, templos y edificios gubernamentales. Como en otras ciudades, se fijó un damero como diseño, en este caso con medidas muy concretas: 400 pies castellanos, unos 111 metros. Cada manzana fue fraccionada en unidades que se asignaban de acuerdo al estatus de cada colono. Con el tiempo, algunas instituciones religiosas ocuparon manzanas enteras, como ocurre con el Convento de Santa Catalina. Durante los siguientes siglos, Arequipa se llenó de españoles. Estos marcaron su carácter político, muy ligado a la Corona.

En 1805, la ciudad contaba con unos 40.000 habitantes y fue declarada Muy Leal por la Corona. Poco después empezaron los aires independentistas. Arequipa inicialmente se resistió, pero al final firmó la independencia en 1824. La ciudad luchó para mantener su estatus económico, ganado con la lana y su papel en la ruta de la plata. Sus políticos jugaron sus cartas y consiguieron nombrarla como capital estatal en 1835. Fue el General Orbegoso, que desligado de Lima empezó a relacionarse con Bolivia. Esto alarmó a Perú, que frenó esta alianza. Arequipa se convirtió en territorio de hostilidades durante ese siglo, aunque afortunadamente no fue en detrimento de su economía. Un ferrocarril conectó la ciudad con la costa, el Titicaca y Cuzco y el aeropuerto llegó pronto. Esto alimentó un crecimiento urbano algo exagerado, multiplicando por diez su población en menos de un siglo.

Entrada al convento de Santa Catalina

El centro histórico cuenta con 332 hectáreas que suman más de 5.000 propiedades, unas 500 de ellas protegidas. La ciudad se renovó profusamente en 1868, tras uno de los grandes terremotos que han marcado la ciudad. Hay unas 250 casonas protegidas como la de Moral o Tristán del Pozo. Suelen presentar gruesas paredes de sillar de roca volcánica, arcos de entrada y techos abovedados. La plaza de Armas es el centro histórico. A ella dan varios edificios civiles públicos y la catedral. Es de comienzos del siglo XVII, pero tras un incendio fue muy reconstruida en XIX en estilo neoclásico. Más especial es el Convento de Santa Catalina por varias razones: su extensión de 20.000 metros cuadrados que lo convierte en una ciudadela, su estilo arquitectónico y sus llamativos colores rojo y azul. De 1579, es regentado por monjas dominicas. Durante muchos siglos alojó a las hijas de la clase alta, lo que atrajo riquezas.

Arequipa recibe más de un millón de visitantes al año y es la puerta al sur del país. La mayoría llegan a su aeropuerto, salvo que hagan el circuito al revés y lleguen de Colca y Titicaca. A más de 2.000 metros de altitud, en Arequipa es mejor tomarse las cosas con calma al comienzo. Una visita muy típica es al Museo Santuarios Andinos. De mayo a noviembre exhibe la momia de Juanita. Fue descubierta en la cima del nevado de Ampato y es prueba de sacrificios en la época precolonial. Los volcanes que rodean la ciudad son también una atracción. El Chachani está considerado uno de los 6K más sencillos de coronar del mundo. El Misti es más bajo, pero más complicado. Es también popular el descenso de volcanes en mountain bike. La cocina de Arequipa tiene cierto aire español. Es plato típico la ocopa arequipeña, una salsa de huacatay y ají sobre patatas, y el rocoto o pimiento relleno.

Fotos: Frans-Banja Mulder / Jorge Gobbi

    2 Comments

  1. Es una ciudad profundamente atractiva y digna de una visita histórica para conocerla desde su historia y tradiciones. Pero también sus gentes son maravillosamente receptivos con los visitantes. !Una hermosa e importante ciudad con una rica historia!! Tengo gratísimos recuerdos.

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