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Centro histórico de la ciudad de Graz y palacio de Eggenberg

Centro histórico de la ciudad de Graz y palacio de Eggenberg

Estiria (Austria)

  • Author: info@viajealpatrimonio.com
  • Date Posted: 23 05, 2016
  • Category:

Puente europeo para Eslovenia


Las universidades han funcionado siempre como polos atractores de gente de otros lugares, que enriquecían culturalmente la ciudad a la que llegaban. Uno de los mejores ejemplos a nivel europeo lo podemos ver en la ciudad austríaca de Graz, situada a pies de los Alpes, en el valle del río Mur. Esta ciudad de tamaño medio, la segunda de Austria, inauguró en 1585 su primera universidad, la Karl-Franzes, controlada durante mucho tiempo por los católicos. Esta universidad, además de espolear la expulsión de los protestantes de Graz en un intenso siglo XVI a nivel de lucha de religiones, atrajo durante siglos a muchos eslovenos. Graz se convertía así en un puente entre el Mediterráneo y los países germánicos. Tanto es así, que en Graz se editaron tanto el primer catecismo como el primer diccionario en esloveno. Hoy en día, esta influencia se deja sentir en Graz, así como el poder de sus universidades, que cuentan con seis centros distintos y 44.000 alumnos.

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Torre del reloj, símbolo de Graz

Los orígenes de Graz no están claros, pero su primera referencia es del siglo XII, cuando la familia Babenberg domina el territorio. Es entonces un pujante centro comercial gracias a su mercado abierto. En el siglo XIV llega su despegue: se convierte en la capital de Estiria al dividir los Austrias su territorio. Leopoldo III establece su residencia en Schlossberg, el castillo que dominaba la ciudad desde la colina. En el siglo XVI, la ciudad se enriqueció con un rediseño renacentista de la mano de arquitectos italianos. Ya por entonces se lidiaba con los otomanos, que intensificaron sus ataques entre 1529 y 1532. Schlossberg resistió y Graz continuó siendo cristiana y, de hecho, un importante feudo católico. Desde 1618, la centralización del poder en Viena perjudicó un tanto a la ciudad, que no obstante siguió vistiendo sus calles con nuevos palacios. Otro candidato a derrotar Schlossberg fue Napoleón, pero sus tropas también se vieron incapaces de tomar el castillo tras ocho ataques.

Sin embargo, como parte de los acuerdos firmados en la paz de Schönbrunn, el castillo fue derribado. El perfil de Graz cambió para siempre. El campanario y la torre del reloj fueron perdonados y el segundo es el símbolo actual de Graz. En lugar del castillo se acondicionó un parque con buenas vistas sobre el centro histórico, que tras el paso de los años se ha revelado como un centro dinámico en el que coexisten edificios de muy distintas épocas. El ayuntamiento, de estilo lombardo, es la mejor obra que dejaron los renacentistas italianos, en concreto Domenico dell’Allio. De un poco antes es la catedral gótica, cuyo mayor valor son los frescos de las plagas de Thomas von Villach. Sobreviven pocos, pero uno de ellos habla de una invasión turca que resultó premonitoria. Del barroco, o más bien de la transición al barroco, es el Mausoleo de Fernando II.

Palacio de Eggenberg

Palacio de Eggenberg

Aunque si hablamos de barroco nos tenemos que ir al palacio de Eggenberg. Esta familia de nobles tenía ya un castillo medieval cuando Hans Ulrich, su miembro más influyente como confidente de Fernando II, consideró que necesitaba un palacio a su altura. En 1635 se construyó el nuevo palacio inspirado en el de El Escorial, España. Lo más interesante del palacio es su juego astronómico, con referencias constantes a los movimientos de la Tierra y a los planetas. En general, todo el palacio es una oda al Renacimiento y la nueva etapa del conocimiento, porque muchos frescos también muestran escenas de la mitología romana y griega. Al morir el último varón de los Eggenberg, el palacio pasó a los Herberstein al estar emparentados por un matrimonio. Estos lo conservaron hasta que fue comprado por la región de Estiria en 1939.

Al ser la segunda ciudad de Austria, Graz tiene aeropuerto, aunque con conexiones internacionales limitadas. Está a unas dos horas de Viena por tierra. Por su situación tiene inviernos duros, así que es mejor ir en verano. Lo ideal en Graz es pasear su agradable centro u optar incluso por la bicicleta, muy habitual. Para llegar al palacio de Eggenberg es buena opción usar una, aunque también hay conexión en tranvía. El tour por el palacio es interesante por la interpretación de sus muchas pinturas. También es recomendable dejar un rato para pasear por los jardines, con bastantes animales. Dentro de la ciudad está el museo de armas Zeughaus, una antigua armería. El producto más típico que podemos comprar en Graz es su aceite de pipa de calabaza.

Foto: Bernd Thaller / Mario Sormann

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