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Minas de Rammelsberg, casco antiguo de Gosla y sistema de gestión hidráulica del Alto Harz

Minas de Rammelsberg, casco antiguo de Gosla y sistema de gestión hidráulica del Alto Harz

Baja Sajonia (Alemania)

Minería hidráulica


La cordillera Harz es la más importante del norte de Alemania, pero no puede competir con los Alpes: apenas alcanza 1.141 metros en el mítico pico de Brocken. Sin embargo, al estar tan al norte el clima es similar, con cumbres nevadas y nieblas buena parte del año. La hidrología de estas montañas es tan rica y compleja que su uso centralizado permitió desarrollar una intensa actividad minera. Otro de los picos, el Rammelsberg, apenas cuenta con 635 metros, pero tiene el honor de haber sido una de las minas en activo más longevas del mundo, con más de un milenio en marcha. En ese tiempo, la actividad cambió y buena parte se debió al tratamiento de agua, que permitió horadar pozos de 600 metros de profundidad en el siglo XIX: una auténtica proeza. Solo Rammelsberg vio extraer de su interior más de treinta millones de toneladas de mena de distintos materiales como plata, cobre y plomo. A los pies de la montaña está Gosla, ciudad inevitablemente unida a las minas, tanto por la actividad de sus habitantes como por la gestión de la propia mina.

Sistema hidrológico en una mina de Rammelsberg

La región de Harz era ya conocida por los romanos. De uno de los asentamientos mineros nació la ciudad de Gosla, fundada oficialmente en el 922 por Enrique I el Pajarero, rey de la Francia Oriental. El origen de Gosla está ligado al de las minas de Rammelsberg, que abren poco después. La ciudad se divide en barrios según los distintos gremios que actúan en ellas. Las riquezas revirtieron en la ciudad desde muy pronto y desde el 1009 albergó un palacio del Sacro Imperio Germánico. Durante la dinastía sálica, este palacio y la ciudad ocupan un lugar predilecto para los emperadores, especialmente Enrique III. La codicia llevó a disputas familiares y las minas fueron derruidas parcialmente a finales del XII. Gosla perdió su vitola imperial, pero abrió las puertas a la gestión local. El ayuntamiento creado lidió con una mala época, pero tras comprar los derechos de explotación resolvió un prolongado problema de drenaje que multiplicó la producción. La gestión municipal incluyó una novedosa composición con gran protagonismo de los gremios en la figura de los Sechsmannen.

Esta independencia y el éxito de Rammelsberg atrajo la atención del duque de Brunswick-Luneburgo, Enrique V. Recompró los derechos de las minas en 1527, iniciando una serie de hostilidades frente al ayuntamiento con cierta carga religiosa. Finalmente, en el 1552 Gosla capituló firmando el tratado de Riechenberg. Esto inició un largo proceso de declive para la ciudad, que no obstante logró mantenerse independiente hasta el siglo XIX. Las minas, sin embargo, despuntaron. El hijo de Enrique V se garantizó los derechos reales para la utilización del agua de todo Harz, fundamental para drenar, mover molinos y enfriar instalaciones. Este avanzado uso del agua se unió a las innovaciones industriales, que abrieron nuevas galerías donde se descubrió plomo. Las minas fueron muy importantes en todo este periodo, especialmente para los nazis, que las consideraron fundamentales para mantener su guerra contra el mundo. Finalmente, cerraron en 1988.

Palacio imperial o Kaiserpfalz de Gosla

Gosla es hoy una pequeña ciudad medieval con 1.500 casas de madera entramada. Su monumento principal es el palacio imperial. La parte secular, el Kaiserpfalz, es original del siglo XI pese a las muchas restauraciones. La catedral, sin embargo, se demolió en el XIX. Las minas conservan muchas de sus galerías. La de Rathstiefste es de origen medieval y fue la clave para conseguir drenar la mina. La de Roeder es más moderna y tiene varios molinos entre sus galerías y pozos. En el exterior, la estructura más relevante es la torre campanario de Master Malter. El sistema de gestión de aguas incluye 143 estanques de hasta quince metros de profundidad. Entre ellos está el de Oderteich, que una vez tuvo la presa más grande de Alemania. 500 kilómetros de diques y treinta de túneles unen estos canales.

Gosla está setenta kilómetros al sureste de Hannover, pero más cerca aún del aeropuerto Braunschweig-Wolfsburg. Hoy es una ciudad muy turística, ideal como base para visitar todo el Harz. Merece la pena pasearla con tranquilidad y hacer un tour guiado en el palacio. Unos kilómetros al sur está la abadía cisterciense de Walkenried, hoy en ruinas, pero un pasado también ligado a la gestión del agua del Harz. Hay distintos tours para visitar las minas. El más especial y duro de todos es el de Rathstiefste, que nos lleva vestidos de mineros durante cuatro horas por la galería medieval. Para visitar el sistema de gestión de aguas lo idóneo es seguir uno de los itinerarios llamados Wasserwanderwege, que siguen los diques uniendo estanques. Algunos de estos, como el de Herzberg, son muy famosos como piscinas en verano. La otra gran actividad económica de Gosla fue históricamente la cerveza. Hace poco que se recuperó la especialidad local, la Gose.

Fotos: SlaungerTobias Helfrich

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