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Santuario Nacional de Aves de Djudj

Santuario Nacional de Aves de Djudj

Saint Louis (Senegal)

Agua tras el desierto


El río Senegal es con 1.086 kilómetros uno de los más importantes de África occidental. Se forma a partir de dos ríos que nacen en Guinea y se unen tras entrar en Mali y torcer hacia el noroeste, donde el río hace de frontera entre Mauritania y el país al que da nombre. El Senegal fue conocido ya por los cartagineses, pero fueron los árabes los que iniciaron el comercio con esta zona del mundo. Ellos le llamaron Nilo occidental y río de oro, lo que alentó a los europeos a buscarlo. Fueron los portugueses los primeros en navegarlo en el siglo XV. Antes de dejar sus aguas en la península de Barbarie y la histórica ciudad de Saint Louis, el Senegal forma un importantísimo y frágil humedal. En el lado senegalés conforma el Parque Nacional de Djudj, complementado en el lado mauritano por el Parque Nacional de Diawling. Aquí, las aves migratorias tienen uno de sus santuarios africanos principales en el que pasar su invierno, junto con los pantanales del Níger y el lago Chad. La supervivencia del humedal, por tanto, es de vital importancia.

Paisaje y fauna en Djudj

Tras kilómetros y kilómetros de desierto, el área de la desembocadura del Senegal es una mancha verde sobre fondo marrón. El delta da paso al humedal a unos sesenta kilómetros de la desembocadura, que marca una frontera geográfica: al sur estamos ya en el Sahel, la barrera que evita el avance del desierto. Djudj tiene una extensión de 16.000 hectáreas que estacionalmente se inundan formando una colección de lagos, charcas y pantanos rodeados por arroyos que forman islotes. Se diferencian tres tipos de ecosistemas: aguas estancadas que se secan del todo unos tres meses al año, cuencas generalmente inundadas y llanuras irregularmente húmedas. Los ciclos del humedal son fundamentales, pues a las lluvias hay que sumar los sedimentos salinos que llegan de río abajo. El equilibro entre las zonas húmedas y secas, así como entre las zonas salobres y dulces, marcan el estado del ecosistema. Desde 1962, esta frágil región arrancó su protección con una pequeña extensión que luego fue ampliada.

Djudj es un lugar de descanso invernal para unas tres millones de aves migratorias, así que no cabe duda de su relevancia. Tras kilómetros de vuelo por el desierto, 400 especies diferentes encuentran aquí su descanso y alimento gracias a las aguas y la flora. Esta se compone de un mosaico de especies típicamente sahelianas dominado por arbustos, acacias, hierba y plantas acuáticas halófitas. Las aves que llegan aquí se encuadran en multitud de grupos conocidos: patos, gansos, garzas, espátulas, cormoranes, pelícanos, flamencos, etc. Hay una especie más esquiva y amenazada, el pequeño carricerín cejudo, que llega desde Bielorrusia y tiene aquí su única estación invernal conocida. Todas las aves migratorias se encuentran con una nutrida presencia de aves permanentes. No solo hay aves en Djudj: aquí podemos encontrar mamíferos como el facóquero, el mono patas o el chacal. Entre los reptiles el cocodrilo del Nilo, satisfactoriamente reintroducido hace un tiempo.

Pelícanos en el humedal de Djudj

Djudj cuenta con numerosas amenazas a su sostenibilidad. La situación en los últimos cuarenta años se ha agravado. La construcción al sur de la presa de Diama en los años 80 tenía como objetivo reducir la salinidad del río y favorecer así los cultivos de la zona de Biffeche. Esto ha generado inevitables desajustes en la salobridad del humedad, a cuyo desequilibrio hay que sumar un exceso de sedimentos y menor nivel de agua, al que tampoco favorecen las sequías. Este descenso de salobridad ha favorecido el crecimiento de especies exóticas. En particular, el helecho acuático brasileño de la salvinia gigante ha multiplicado su crecimiento en los últimos años. Es una especie muy agresiva, capaz de multiplicarse en pocos días y agotar el oxígeno del agua para el resto de especies, dañando así la cadena trófica. Se está intentando solucionar la situación introduciendo unos insectos, los gorgojos sudafricanos, que devoran esta salvinia. Seguramente haya que repetir el proceso de forma casi anual.

Para llegar a Djudj tenemos que ir antes a la ciudad de Saint Louis. Desde ahí tan solo quedan unos kilómetros de carretera atravesando Biffeche hasta llegar a una pista de 25 kilómetros que solo se puede salvar con taxi o con un tour organizado. Hay campamentos y algún hotel en la zona del centro de visitantes, pero muchos turistas vienen solo durante el día y vuelven a Saint Louis a dormir. Dentro del Parque hay más de una docena de puntos de observación y la mejor manera de recorrerlos es utilizando una canoa. Lógicamente, el viaje a Djudj cobra verdadero sentido si lo hacemos cuando están todas las aves que llegan en invierno, por lo que es imprescindible llegar aquí como pronto en octubre, coincidiendo con el momento en el que el nivel de agua es mayor.

Fotos: jbdodanejbdodane

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