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Tserkvas de madera de la región de los Cárpatos en Polonia y Ucrania

Tserkvas de madera de la región de los Cárpatos en Polonia y Ucrania

Pequeña Polonia y Subcarpacia (Polonia) y Leópolis, Ivano-Frankivsk y Zakarpatia (Ucrania)

Maestría rutena


El arco de 1.500 kilómetros que forman los Cárpatos atraviesa varios países. Su región este tiene territorios en el sureste de Polonia y el noroeste de Ucrania. Aquí las fronteras son solo accidentes históricos y los pueblos de la zona comparten mucha cultura común que traspasa países y etnias. En toda esta zona se conoce como tserkvas a las iglesias de madera que dominan la arquitectura religiosa de los pueblos. Además, comparte muchos elementos con otras zonas de los Cárpatos de Polonia y Eslovaquia. En un pequeño territorio se acumulan cientos de iglesias de las que 16 en concreto tienen una protección especial: ocho en cada país. Estas tserkvas, construidas entre los siglos XVI y XIX, forman parte de una arquitectura vernácula que llegó a la maestría en el uso y tratamiento de la madera, con ingeniosas soluciones. En el interior, muchas de ellas destacan por la calidad de sus trabajos iconográficos. Por si fuera poco, todas ellas tienen como telón de fondo un entorno pintoresco cargado de tradiciones.

Exterior de la iglesia de Kwiaton, en Polonia

Son estas tradiciones las que marcan los distintos grupos étnicos de la zona: hutsul, halych, boyko y lemko. Más allá de las diferencias entre todos ellos y los inciertos orígenes de cada grupo, los cuatro se consideran pertenecientes a una etnia común, la de los rutenos. Estas variedades locales están muy marcadas por el contexto geográfico que marcan los Cárpatos. Sus montañas y bosques les han hecho unos artesanos madereros de primera. Estas tareas las han complementado con la ganadería de ovejas y caballos. Algunos como los lemkos han deforestado tanto su territorio que han apostado por la agricultura. Estos pueblos guardan con celo sus tradiciones y la religión no deja de ser una. Su religión eslávica ortodoxa llegó desde Kiev sobre el siglo IX, pero se mezcló con tradiciones locales. Bajo dominio soviético dependieron del patriarcado de Moscú más que nunca. Ahora, la única dificultad la tienen los ortodoxos polacos, una clara minoría en un país extremadamente católico.

Los ritos ortodoxos se dejan ver en la arquitectura de las tserkvas. Entre otras cosas, estos pueblos rezan al este y no tienen bancos en el interior. A pesar de que las influencias del este han tenido más fuerza, de Occidente llegaron estilos como el gótico tardío y el barroco, que abundan. La planta en cruz es más de estilo griego, así como una división tripartita en nártex, nave y santuario. Muy local es el profuso uso de múltiples cúpulas de forma piramidal con bases cuadrilateras u octogonales. La construcción parte de una base de piedra y unos cimientos de madera sobre la que se utilizan vigas de madera horizontales. Con el esqueleto hecho, solo queda recubrir tejados y paredes exteriores de tejas de madera planas superpuestas. La temporalidad del material es tal que las tejas de las tserkvas se cambian cada 20-30 años. En el interior es habitual ver paredes pintadas, así como iconostasis de muy bella factura. Hablamos del muro que separa el santuario de la nave. No hay que perder detalle del mobiliario de época o los altares de ladrillo. Las variaciones incluyen campanarios independientes, cementerios, puertas de entrada y recintos amurallados.

Fresco sobre madera en la iglesia ucrania de Drohobych

Un país tan grande como Ucrania tiene muchas identidades y el oeste ha pertenecido a multitud de naciones, siempre a medio camino entre Centroeuropa y Rusia. Aquí la religión ortodoxa sí es mayoría, pero existen variedades. Todas las tserkvas tienen oficio menos Rohatyn y Drohobych, que son museos. Por nombrar algunas, Zhovkva tiene unos fantásticos iconos de la escuela del siglo XVIII de Ivan Rutkovych; Drohobych es una de las mejor conservadas y su asimetría hace que desde un lateral parezca un barco; Matkiv y Nyzhniy Verbizh son del siglo XIX y su aspecto es más moderno y refulgente, pareciendo la primera una pagoda por sus varios tejados; Potelych, por el contrario, es la más antigua de todas, de 1502.

El sureste de Polonia es una región muy rural que apenas empezó a modernizarse en tiempos soviéticos. Hay varios Parques Nacionales por la zona y la religión ortodoxa tiene su hueco solo aquí. La única que no tiene oficio es la de Radruz: también es un museo y destaca por su campanario. Entre el resto de tserkvas tenemos a Owczary, reconstruida varias veces hasta tener tres campanarios formando una escalera, como sucede en la de Kwiaton, que además tiene un iconostasis precioso; Powroznik es una de las más antiguas en Polonia, muy reconstruida y con fantásticas pinturas en la pared; Brunary es una de las más espectaculares desde fuera por su altura. Lo ideal para visitar las tserkvas es volar hasta Leópolis (Lviv) y alquilar un coche, a ser posible con GPS porque la zona no es fácil. Si vamos en tren, la localidad fronteriza de Przemysl, en la ruta Cracovia-Leópolis, es idónea como base de operaciones.

Fotos: Ed89Швітланьо

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