Paulatinamente inabarcable
Federico I Barbarroja, emperador del Sacro Imperio Germánico, trasladó en 1164 de Milán a Colonia un valiosísimo relicario con los supuestos huesos de los Reyes Magos de Oriente. Su intención era establecer los territorios al norte de los Alpes como centros de cristiandad. El relicario aumentó la peregrinación a Colonia. La ciudad contaba por entonces con una gran catedral construida en el siglo IX, conocida como la madre de las catedrales de Alemania. Sin embargo, el arzobispo Engelbert consideró que el templo no estaba a la altura del relicario. Esta es la razón de ser del templo gótico más grande del norte de Europa. Con sus dos torres de 157 metros de altura contiene la fachada más grande de todas las iglesias existentes. La construcción se prolongó durante seis siglos. De hecho, se hablaba en tono de burla del lugar de la eterna construcción. La catedral domina la cuarta ciudad más poblada de Alemania, centro neurálgico de la mayor área metropolitana de Europa: la cuenca del Rin-Ruhr.
La ciudad fue fundada en el siglo I como colonia romana, de donde procede su nombre. Fue durante la Edad Media cuando empezó a ganar protagonismo al ser centro comercial del eje Occidente-Oriente. También fue uno de los miembros líderes de la Liga Hanseática. Después de un periodo medieval y moderno completado con la finalización de su catedral, el siglo XX arrancó de forma mucho más dura para Colonia. El 95% de la ciudad fue arrasada por la II Guerra Mundial. Sus doce iglesias románicas, muy valiosas, fueron destruidas y poco después reconstruidas. Así pasó con el resto de la ciudad, que cambió su fisionomía para convertirse en una ciudad mucho más funcional. La propia catedral sufrió severos daños por culpa de catorce impactos de bombas. Por suerte, se mantuvo en pie. Sus reparaciones duraron años, hasta 1956. Hacía menos de un siglo que las obras principales habían finalizado.
Comenzar habían comenzado mucho antes, en 1248. La idea inicial era reformar la antigua catedral, pero un incendio descontrolado cambió los planes. Las primeras obras acabaron en 1322, cuando se consagra la catedral y se cierra una parte para celebrar misas. En 1473 se termina la torre sur y la construcción entra en un periodo de letargo más acusado tras el siglo XVI. Fue en el siglo XIX cuando Prusia decidió retomar las obras. Era una época de redescubrimiento del Medievo: el neogótico se imponía. Además, se encontraron los planos originales para la fachada. Todo estaba listo salvo la cuestión económica. Esto se solventó con la creación de la Zentral-Dombau-Verein, una asociación que se puede considerar una de las primeras ONG del mundo. Esta sufragó gracias a las aportaciones ciudadanas dos tercios de los costes. Aún hoy costea los cuantiosos gastos de reparaciones por el estado de la piedra. Así, en 1842 se retomaron unas obras que se prolongaron hasta 1880. Ese año la catedral fue reinaugurada con una gran celebración.
El plano fundamental de la catedral es similar en proporciones a la de Amiens, en Francia. Cuatro naves laterales soportan el peso de la central, una de las más altas que existen. Las dos torres de aguja dominan el skyline de la ciudad. Tienen un estilo muy alemán, similar al de Ulm o Viena. Entre ellas suman once campanas, incluyendo la de San Pedro, que con 24 toneladas es la más pesada del mundo entre las que se mueven pendularmente. En el interior destacan el coro original, el altar mayor en mármol negro de 1322 y el crucifijo de Gero. Se trata de una figura del 960 que es el más antiguo gran crucifijo al norte de los Alpes. No obstante, la estrella es el relicario de los Reyes Magos, una fantástica obra acabada en 1225 en estilo mosano y con participación del maestro Nicolás de Verdún. Es un sarcófago triple en el que domina el dorado y más de mil piedras preciosas, así como los 74 bajorrelieves. Es el más grande de Occidente y la razón de ser de toda la catedral.
Colonia es accesible a través de los aeropuertos de Colonia-Bonn y Düsseldorf, su ciudad rival. Más de 20.000 personas al día hacen que la catedral sea el monumento más visitado de Alemania, en parte por su gratuidad. Sí que hay que pagar por ver el tesoro y subir a la torre. Es una larga escalada hasta 98 metros que premia al valiente con una gran panorámica de la ciudad. Colonia es una ciudad activa y vibrante. Su mayor fiesta es el Carnaval, que comienza oficialmente el 11 de noviembre y dura hasta el miércoles de ceniza. El día fuerte es el jueves anterior, cuando un millón de personas se juntan en torno a la calle Zülpicher. Colonia es también el hogar del Eau de Cologne, perfumes producidos por la familia Farina desde el siglo XVIII que cuentan con un museo propio.
Foto: globetrotter_rodrigo / Amoli
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