Con estilo rumano
De las regiones históricas de Rumanía, la de Valaquia es sin duda la más nuclear. Allí se configuró el presente del actual país, que tantas vueltas ha dado en el último siglo. Uno de sus dirigentes más históricos fue Constantin Brancoveanu, príncipe de Valaquia entre 1688 y 1714. En esos tiempos, Valaquia estaba oficialmente bajo mandato otomano. El gran imperio dominaba las relaciones internacionales de Valaquia, pero en el día a día el príncipe tenía margen para sus propias políticas internas. De ahí parte su apuesta por renovar el estilo de edificios laicos y religiosos que finalmente tomaría su nombre: el estilo brancovenesco. Es más, con el apoyo del arquitecto Ion Mincu, se convirtió en el estilo oficial rumano a comienzos del siglo XX, reflejado en varios edificios de la época que buscaron rememorar el brancovenesco. Este estilo es una original y única mezcla en la que se pueden advertir rasgos bizantinos, otomanos, renacentistas y barrocos. De todos los edificios, el monasterio de Horezu es el ejemplo más perfecto.
Valaquia, situada entre los Cárpatos y el río Danubio, comenzó a tomar entidad sobre el siglo XIII gracias a la debilidad de los húngaros. Ellos eran los dirigentes por entonces, pero estaban acosados por los mongoles. A comienzos del XIV, Basarab I se rebeló contra el húngaro Carlos I y se declaró independiente. Un siglo después, Valaquia aceptaría el control del imperio otomano. Se convirtió en una suzeranía: gobierno compartido y tributos para los otomanos. Pese a todo, la región vivió de forma tumultuosa. A las luchas internas por el poder se sucedieron también conatos de ruptura con los otomanos. En medio de la Gran Guerra Turca, Brancoveanu negoció con los Habsburgo primero y con Pedro el Grande de Rusia después. Buscaba una alianza para deshacerse de los otomanos. Stefan Cantacuzino, un familiar enemistado, denunció la situación a los otomanos. Estos lo llevaron a juicio y decapitaron en Constantinopla. Convirtieron así a Brancoveanu en héroe de la causa rumana y mártir para la Iglesia. Cantacuzino tampoco corrió mejor suerte y los otomanos, cansados, impusieron un gobierno de origen griego.
En sus más de 25 años de gobierno, Brancoveanu tuvo tiempo de impulsar un estilo propio de cultura. Por aquella época, solo el conjunto monacal del Monte Athos destacaba en la zona. Su tradición se trajo a Valaquia. A esto le sumó fondos por el aumento de la recaudación y la riqueza de su familia para promover muchas obras. Suya es también la instalación de la primera imprenta del país en Bucarest y la fundación de la Real Academia. A diez kilómetros de Bucarest erigió el Palacio Mogosoaia, la mejor construcción laica de su estilo. Este edificio ha sido muy dañado en guerras. En cuanto a lo religioso, una de sus primeras obras y la más importante fue el monasterio de Horezu. Fue consagrado en 1690 a San Constantino y Elena y la idea era que se convirtiera en su mausoleo.
El monasterio destaca por sus líneas puras y equilibradas, además de por sus composiciones religiosas, retratos y frescos. Horezu sigue los preceptos del Monte Athos en su disposición: un catholicon (iglesia) rodeado de murallas y unos edificios anexos dependientes del principal denominados skites. Toda esta disposición es simétrica y cruciforme. Eso sí, hoy en día muchos edificios fuera de las murallas muestran los daños de sucesivas guerras. La iglesia está inspirada en la del monasterio de Arges en Rumanía. Destaca el trabajo pictórico en su interior. Fue acabado en 1692 por el maestro griego Constantinos y es el primer ejemplo de la escuela de pintura de Horezu. Dentro del nártex hay un mural donde se muestra toda la familia Brancoveanu y motivos religiosos. En los alrededores hay estancias monásticas, la residencia del príncipe y otras iglesias anexas. Entre ellas destaca la de Bolnica, ideada por la mujer de Constantin Brancoveanu. Con el paso de los siglos se fueron añadiendo otras iglesias y skites.
El monasterio se encuentra en los Cárpatos. Está cerca de la capital de provincia Ramnicu Valcea, a unas tres horas en coche de Bucarest. El estado actual del monasterio permite una visita no muy larga y se puede organizar de forma guiada. A tres kilómetros del pequeño pueblo de Horezu está el complejo museístico de Maldaresti, con varias mansiones fortificadas con arquitectura de la zona. Para completar el viaje, a pocos kilómetros está también el Parque Nacional Buila-Vanturarita. Tiene un bonito cañón y un interesante monasterio. Toda esta zona es famosa por su cerámica, patrimonio intangible de la humanidad por su proceso de fabricación.
Foto: CameliaTWU / fusion-of-horizons
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