La guarida del khan
La estepa de Mongolia lleva siendo ocupada por pastores nómadas durante milenios. De hecho, aún hoy el 30% de los apenas tres millones de habitantes del país homónimo son nómadas. Cuando los mongoles empezaron a organizarse, lo hicieron en el valle del río Orjón, que nace en las montañas Khangai y se extiende por 1.124 kilómetros hasta desembocar en el Selenge, casi en la frontera siberiana. En la religión que dominó esta zona durante el primer milenio de nuestra era, el tengrianismo, las montañas eran el enlace con el cielo y por tanto sagradas. La más sagrada de todas era Ötüken, a cuyos pies situaron la primera capital del imperio. Quien controlara el valle, según los mongoles, controlaría el mundo. Con esa idea salió de este valle en el siglo XIII Genghis Khan, uno de los azotes de imperios más grandes que ha habido. Su capital, Karakorum, también estuvo aquí localizada.
En el siglo VI, el kaganato túrquico venció al imperio rouran, otro clan de nómadas venido a más. Los túrquicos lucharon por los valles al otro lado de la Gran Muralla con la ayuda de los chinos. El fin era controlar la Ruta de la Seda. Tras reunificarse las tribus en torno a los túrquicos, estos fijaron su capital en Ötüken, en el valle del Orjón. La historia de este pueblo nos ha llegado gracias a dos estelas con inscripciones en idioma orjón que cuentan las andanzas de Bilge Khan y su hermano, el líder militar Kul-Tegin. Fueron encontradas en 1889 por Nikolai Yadrintsev, que no supo descifrarlas a pesar de estar acompañadas de chino antiguo. Como si de una piedra Rosetta se tratara, el lingüista danés Vilhelm Thomsen se puso a la tarea y logró dar con las claves en 1893. Publicó la historia en 1899 y aun así siguió trabajando hasta dar en 1922 con una traducción más completa. Cuentan, mezclando historia y leyenda, la historia del kaganato túrquico y su complicada relación con China. Es la inscripción en túrquico primitivo más antigua, por lo que llamó la atención de la moderna Turquía. La agencia para el desarrollo y cooperación de este país ha colaborado con Mongolia para seguir excavando el terreno.
Tras el liderazgo de Bilge, el kaganato decayó por disputas internas y el acoso de sus antiguos aliados, los chinos. Al final fueron sustituidos por el kaganato Uyghur. Se instalaron en la misma capital del Orjón, pero renombrándola como Ordu-Baliq. Actualmente, esta antigua capital es conocida como Kharbalgas o la Ciudad Negra. Se trata de una ciudad de 32 kilómetros cuadrados rodeada por una muralla de diez metros de altura. En el interior se distinguen una zona urbana, otra de templos y el palacio del khan. Cuentan las crónicas antiguas que era una poderosa ciudad rodeada de asentamientos agrícolas. Fue descubierta en 1871 por el ruso Paderin. Este creyó que se había topado con la mítica ciudad de Genghis Khan, Karakorum. Se había desviado 17 kilómetros, pues Ordu-Baliq está un poco más al norte.
La historia de Genghis Khan es una historia de destrucción. Arrasó media Eurasia a comienzos del siglo XIII tras formar el imperio mongol. Karakorum fue fundada también en Orjón en 1220, pero fue su hijo Ögedei el que le dio las murallas y por tanto relevancia. Tras la derrota de los chinos Jin, en 1235 trasladó la capital aquí y construyó un palacio. Este fue ampliado con Mongke, además de construirse una estupa. Más se recuerda que Mongke mandó erigir un árbol de plata a un artista francés. Maravillaba de tal manera a los invitados que fue el símbolo de los mongoles. Kublai Khan movió la capital al reclamar el trono y Karakorum perdió relevancia. Tuvo una segunda época de auge en el XIV hasta que fue arrasada por los chinos Ming en 1388. Mucha parte de Karakorum sirvió como cantera para Erdene Zuu. La construcción de este monasterio budista fue ordenada por Abtai Sain Khan tras declarar como oficial esta religión en 1585. Los comunistas mongoles ordenaron eliminar todo símbolo religioso en 1939. Afortunadamente, Josef Stalin convenció a Khorloogiin Choibalsan de que mantener Erdene Zuu como demostración de la tolerancia comunista sería buena idea. El monasterio de Tuvkhun, con unas vistas impresionantes del valle, corrió peor suerte. Ambos han sido devueltos a la comunidad budista y restaurados dentro de lo posible.
Visitar un país con veinte veces más ganado que personas no es sencillo, pero sí agradecido. Lo primero es planificar la visita de mayo a septiembre, cuando las temperaturas son más agradables. Tras volar a la capital Ulan-Bator habrá que buscar transporte hasta la moderna y gris Karakorum, en el valle del Orjón. Está a unas cinco horas de viaje. Desde aquí podremos ir en coche a los distintos sitios: el monasterio de Erdene Zuu está bien conservado y justo a su lado hay un moderno museo con piezas de la época del imperio mongol de los siglos XIII-XIV; Kharbalgas es visitable, pero es difícil apreciar su importancia; Khoshoo Tsaidam, por último, es donde están las estelas con las inscripciones de Orjún gracias de nuevo a la colaboración turca. Podemos dedicar día y medio moviéndonos de este modo. Es más romántico y bastante habitual hacer el recorrido a caballo, durmiendo en tiendas nómadas.
Foto: François Philipp / Vezirtonyukuk
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