Adaptados al blanco
La región de Laponia inspira todo tipo de imágenes marcadas por el color blanco de la nieve y la imaginativa presencia de un Santa Claus rodeado de renos. Lo cierto es que hablamos de una extensa región transnacional que es ante todo el hogar de los sami, la etnia situada más al norte de Europa. A pesar de ello, los sami son solo el 5% de los aproximadamente dos millones de personas que viven en estos territorios al norte del Círculo Polar, con secciones en Noruega, Suecia, Finlandia y Rusia. Su idioma y su cultura han estado en un brete de desaparecer en el último siglo, pero afortunadamente su voz se está empezando a dejar oír. Los sami han conseguido cierto autogobierno gracias a sus parlamentos, reconocidos en todos los países menos en Rusia. Los sami no piden independencia, solo respeto a su cultura. Una de las actividades históricas de los sami es el pastoreo de renos, actividad que han ejercido durante siglos en las regiones montañosas de Suecia, bordeando Noruega. Aquí es donde se sitúa la extensa protegida región de Laponia, que incluye cuatro Parques Nacionales en su territorio.
Si por Laponia entendemos donde viven los sami, entonces la extensión es muy amplia. Si nos atenemos a la región más histórica hablaremos de la porción al norte del Círculo Polar. Muchos samis se distribuyen en los fiordos del norte de Noruega. La cadena montañosa que hace frontera con Suecia es también su hogar, con montes como el Kebnekaise y sus 2.111 metros. Esta zona es de prados y glaciares, pero cuando descendemos ya aparecen los bosques. Al llegar al este, en Finlandia, lo que abundan son los lagos como el Inari. Más allá del terreno, es el clima lo que sin duda marca el carácter sami. Las precipitaciones no son abundantes, pero un manto blanco cubre Laponia en invierno. En esta época hay días en que la noche no tiene fin, al contrario que el sol de medianoche de verano. En esta extrema región, los samis comparten territorio con sus queridos renos, pero también con lobos, osos y glotones, entre otros.
Hace al menos 5.000 años que se considera que los samis llegaron a Laponia, aunque parece haber continuidad cultural con culturas anteriores como la denominada Komsa. Aunque en el último milenio se aventuraron al sur del círculo polar, en general se han mantenido establecidos en el norte de Escandinavia. Entre los siglos XIV y XVI empezaron a especializarse en dos grupos: los ganaderos de renos y los pescadores, siendo los primeros nómadas. A partir del siglo XIX la historia sami se complica. Por un lado reciben en sus comunidades a científicos ávidos de estudiar su cultura. Por otro, los dirigentes del sur les imponen la hegemónica nacional. El daño llega al punto de la infamia del Statens institut för Rasbiologi, de Uppsala, que practicó esterilizaciones masivas a las mujeres sami. Aún hoy siguen presionados cultural y económicamente, a pesar de los progresos políticos. Se calcula que existen unos 100.000, pero es difícil concretar la cifra por la emigración de muchos al sur o EEUU.
La mayor parte de ellos viven entre Finlandia y Rusia, pero el nexo cultural es aquí bastante débil. Sí es fuerte en la zona central de Noruega y Suecia, donde por ejemplo la lengua está bastante viva. Según vamos hacia el sur se va perdiendo progresivamente el rastro sami, especialmente por debajo de la cuenca del río Lule. Los sami nómadas y ganaderos de renos son una minoría del 10% entre la etnia, pero la mayor parte viven en las montañas y bosques de Suecia. Alternan entre ambos ecosistemas dependiendo de la estación. Porjus es la localidad más cercana a su territorio, pues cuenta con una carretera que lleva directo a los Parques Nacionales. Unas dos horas al norte está Kiruna, la ciudad más poblada de Laponia aunque apenas cuente con 20.000 habitantes. Kiruna fue fundada en 1900 para la extracción de hierro, actividad aún predominante. Más puramente sami es Jokkmokk, que cuenta con un mercado de más de 400 años de antigüedad en el que los sami se reúnen.
Kiruna y Gällivare son las ciudades de entrada por sus aeropuertos conectados con Estocolmo. Desde aquí hay que utilizar coche para llegar a Porjus, donde la carretera se desvía hacia los Parques. El de Stora Sjofallet es el más accesible y cuenta con el centro de visitantes Naturum de Laponia, fundamental para comprender la cultura sami. Si vamos en primavera o verano podremos disfrutar de trekkings como el famoso de Padjelanta. Sin embargo, lo suyo es ir en invierno pese a las incomodidades de estar permanentemente a unos -10 grados centígrados y no ver la luz del sol. A cambio, podremos ver la aurora boreal, disfrutar del hotel de hielo de Kiruna o del primer jueves de febrero en el mercado de Jokkmokk, cuando se monta una gran fiesta y se disfruta de la música joik. Es también el momento de comprarse partes del atuendo sami denominado gatki, como el gorro o los guantes. La cocina es tremendamente calórica y proteínica, con el reno como ingrediente principal y sin apenas verduras, que suelen sustituir por bayas.
Fotos: Bastien Roquier / Michiel van Nimwegen
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