Orígenes de la Rusia musulmana
En torno a la confluencia del imponente río Volga y su mayor afluente en caudal, el Kama, se formó hace más de mil años un estado búlgaro. Se les conoció como los búlgaros del Volga y una de sus mayores repercusiones fue la introducción del Islam en territorios luego rusos. Algunos de ellos, además, se mezclaron con los eslavos para formar la Bulgaria que ha conservado el nombre en su estado. Poco se sabe de Volga Bulgaria por la escasez documental de su estado. Casi todo procede de testimonios de vecinos y enemigos, más los restos arqueológicos de Bolgar. Esta ciudad fue una de las capitales de Volga Bulgaria durante su existencia, aunque la historia de la ciudad no se detuvo aquí. Casi todo lo que podemos ver a simple vista nos cuenta la historia de Bolgar bajo dominio mongol. Se mezclan así en Bolgar un cúmulo de influencias europeas y asiáticas en uno de los cruces de caminos étnicamente más complejos del mundo entero.
Para empezar, esta fue tierra de las tribus maris, aunque hoy sean una más de las minorías de la región de Tartaristán. Los túrquicos llegaron del este comandados por Kubrat en el siglo VII, estableciéndose más al suroeste. Khagan Kotrag, uno de los seguidores de Kubrat, ascendió por el Volga con un grupo de fieles. Unificó las tribus urálicas de la zona y fundó la capital, Bolgar, que con el paso del tiempo se convirtió en centro comercial entre Oriente y Occidente. En sus comienzos, estos búlgaros del Volga rindieron tributo a los jázaros de Centroasia. Cuando estos desaparecieron en el siglo X, fueron por fin independientes. Unas décadas antes, en el 922, los búlgaros del Volga se pasaron al islamismo en un movimiento que aún tiene consecuencias. Intentaron expandir la nueva religión por Rusia, pero no tuvieron éxito. De hecho, la relación con sus vecinos del noroeste fue siempre complicada. Entre los siglos XI y XIII, los rusos hicieron varias incursiones de pillaje en las ciudades de Volga Bulgaria, lo que obligó a cambiar la capital entre Bolgar y Bilär varias veces.
Sin embargo, el mayor desafío llegó del este. Los mongoles arrasaron Bilär y pusieron a Volga Bulgaria a las órdenes de la Horda de Oro, uno de los estados que surgió del breve pero fatal imperio mongol. Bolgar recuperó la titularidad dentro de la provincia de la Horda de Oro y tuvo en este momento su verdadero cénit, creciendo diez veces en tamaño. La Horda de Oro tampoco era un remanso de paz y sufrió el acoso de otro famoso mongol: Tamerlán. Estas guerras y divisiones despistaron la atención hacia los rusos, hecho que aprovechó Basilio II de Moscú para saquear Bolgar en 1431. Se anexionó todo el territorio puntualmente, pero los mongoles se rehicieron y aún pudieron mantener el kanato de Kazán. Sin embargo, la capital ya no volvió a ser Bolgar, sino precisamente a Kazán. La vida discurrió más o menos en paz hasta que finalmente el zar Iván IV se anexionó este territorio. La complejidad étnica, sin embargo, siempre permanecería.
Otro zar, Pedro I el Grande, tuvo la buena idea de proteger las ruinas de Bolgar desde muy pronto, a comienzos del siglo XVIII. Gracias a esta temprana iniciativa cultural, los restos se conservaron con buena salud. Sin embargo, esto no evitó que el minarete de la mezquita colapsase en el siglo XIX. Por tanto, el que vemos hoy es una reconstrucción moderna, como también es moderna la iglesia de la Asunción con sus característicos tejados verdes. Bolgar es un fantástico ejemplo de diseño de ciudad musulmana en territorio muy septentrional. Está rodeada por casi seis kilómetros de murallas y un foso, que protegían la parte de la ciudad que no daba directamente al Volga. Entre las ruinas podemos ver dos mausoleos bastante bien conservados, unos baños, los restos de una mezquita del siglo XIII y el palacio del khan. Además de testigo histórico, Bolgar sigue siendo hoy un destino preferente para los musulmanes de Rusia: los tártaros. Especialmente durante el periodo comunista fue su lugar de peregrinaje oficial.
Bolgar se encuentra a unos 140 kilómetros al sur de la gran ciudad de Kazán. Esto es si venimos en ferri rápido, la forma más cómoda de llegar. Si venimos en coche serán unos sesenta kilómetros más. El ferri nos obliga a adaptarnos a sus escasos horarios, eso sí. En un día es fácil ver todo lo que queda en Bolgar. Además de las ruinas, se puede subir al minarete para tener unas excelentes vistas del Volga y recorrer el moderno museo arqueológico, muy interactivo. Si vamos con más tiempo podemos acercarnos a la desmedida nueva mezquita de Bolgar, en un blanco reluciente que recuerda al Taj Mahal. Cerca de esta hay más museos, como el original museo del pan. A Bolgar conviene ir en primavera y verano, con temperaturas agradables.
Fotos: MarinkaGal / Тимур Искандаров
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