Orgullo civil
Rolando fue un paladín a las órdenes de Carlomagno que se convirtió, gracias a poemas y cantares, en una figura mitificada durante la Edad Media. Sobre el siglo XII empezaron a popularizarse en las las plazas principales de las ciudades del norte de Alemania las estatuas de Rolando, generalmente frente al ayuntamiento. Representaban al famoso caballero con la espada desenvainada, pero simbolizaban mucho más: los privilegios de ser ciudades independientes en las que el poder local se superponía al poder imperial y obviaba el universo feudal que dominaba la mayor parte de Europa. Con el tiempo, estas estatuas se popularizaron y se hicieron de piedra. En 1404 se levantó la primera y la más famosa de todas: la de Bremen. Esta ciudad, situada a orillas del río Weser, a sesenta kilómetros de su desembocadura en Bremerhaven, fue una de las ciudades que más hizo gala de su autonomía. Weser es también el nombre del estilo arquitectónico renacentista que tiene en la fachada de su ayuntamiento uno de los principales ejemplos.
La historia de Bremen se remonta al menos al siglo VIII, cuando forma parte de Sajonia. Carlomagno conquistó el territorio y lo convirtió al cristianismo, siendo Bremen una de las primeras ciudades en tener obispo. Bremen tiene desde muy pronto sus propios derechos mercantiles: acuña moneda, establece aranceles y organiza sus propios mercados. Desde el siglo XI, el ascenso económico resulta imparable y Bremen busca toda la autonomía que puede para gestionar sus asuntos. El emperador Federico I Barbarroja les garantiza estar al margen de las leyes feudales, pero las relaciones entre el ayuntamiento y la figura del príncipe-arzobispo de Bremen, que ocupa parte de la zona, son complejas. No solo pagaban un tributo a esta figura, sino que, en la práctica, el príncipe-arzobispo les representaba en los asuntos de política exterior. Cuando alguno de estos príncipes-arzobispos intentó ir más lejos, como en el caso de Alberto II en el siglo XIV, se le pudo contener.
En 1225 aparecen las primeras referencias al ayuntamiento y una primera estatua de Rolando. Alberto II la quemó cuando se hizo puntualmente con la ciudad. Junto a ayuntamiento y príncipe-arzobispo, los gremios gobiernan los asuntos de la ciudad desde el Schütting. Bremen se une a la liga hanseática y es el principal proveedor de cocas, los navíos que se utilizan para comerciar entre las ciudades de la liga. Su poder económico fue ambicionado por distintas fuerzas durante la Guerra de los Treinta Años en el siglo XVII, pese a que Bremen intentó mantenerse lo más neutral posible. Los suecos fueron los principales agresores e incluso llegaron a asediar la ciudad después de que el emperador del Sacro Imperio Germánico garantizara el estatus de ciudad libre imperial a Bremen. Los suecos no triunfaron y Bremen siguió su crecimiento económico, prolongado con la llegada de la industrialización. Aún hoy, Bremen constituye junto a su puerto una región con amplia autonomía.
Esta autonomía se ejerce desde el edificio del ayuntamiento, levantado en el siglo XV en estilo gótico. En el interior hay grandes salas para asuntos políticos y festivos. Se trata de una forma de construir interiores conocida como Saalgeschossbau. El ayuntamiento fue muy renovado a comienzos del siglo XVII por Lüder von Bentheim, que estuvo al frente de un equipo de renacentistas que le imprimieron su estilo Weser, popular en el norte de Alemania entre la época de la Reforma y la Guerra de los Treinta Años. Su fachada es muy apreciable: en ella se mezclan estatuas de cada época estilítica que representan alternativamente el poder imperial y municipal. En el siglo XX se añadió una nueva ala en un lateral. En cuanto a la estatua, mide cinco metros y medio y está frente al ayuntamiento. Se ha restaurado varias veces y sus colores han ido cambiando en cada ocasión.
Medio millón de personas viven en este todavía poderoso enclave económico. Ocupa ambas orillas del río y en la este está el centro histórico. Casi todo gira en torno a las plazas del mercado y la catedral. Entre ellas se sitúa el ayuntamiento, que a su vez tiene a su espalda la iglesia de Nuestra Señora, la más antigua de la ciudad. En la parte inferior del ayuntamiento está una de las bodegas más antiguas de Europa, que lleva en funcionamiento más de 600 años. El Bremen Ratskeller no solo sirve para degustar vino alemán, sino que es un restaurante muy popular. La relación de Bremen con el comercio se extiende hasta a su fiesta principal: el Freimarkt. Se celebra a finales de octubre durante dos semanas. Se trata de una de las ferias más antiguas de Alemania: data del 1035. Podremos comprar kluten, dulces de menta recubierta de chocolate.
Fotos: Cornelius Kibelka / Arne Hückelheim
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