Catedral y ciudad híbridas
El triángulo de ciudades formado por Lille, Kortrijk y Tournai forma lo que se denomina como una eurometrópolis. En ella se citan tres sensibilidades nacionales: Francia, Flandes y Valonia. Las dos últimas regiones forman Bélgica, un estado que lucha por aunar sus dos identidades cargadas de historia. Tournai es un ejemplo perfecto por su situación cercana a la frontera de ambas. Su legado consta de elementos puramente flamencos como la escuela de pintura renacentista del norte, la habilidad con los tapices y varias iglesias, además de haber sido capital del primer condado de Flandes. Sin embargo, también tiene un espíritu valón por su relación con la ciudad de Lieja, el protagonismo de Nicolás de Verdún en la ciudad y el arte mosano presente en varios templos. Todo ello se une en el mayor templo de la ciudad: la catedral de Nuestra Señora, un compendio de influencias y estilos arquitectónicos prolongados durante siglos en el corazón de una de las ciudades más antiguas de Bélgica.
Tournai nació como Tornacum en periodo romano, cuando creció dentro de su modestia como cruce de caminos en la ruta entre Colonia y Boulogne-sur-Mer. La razón de ser de Tornacum era proteger un puente sobre el río Escalda. En el siglo III fue fortificada por el empuje de los bárbaros, que finalmente conquistaron la ciudad bajo los francos salios. Estos establecieron aquí su capital en el 432 antes de expandirse hacia el sur y trasladarla a París. La lana inglesa y la oscura caliza local hicieron crecer económicamente a la ciudad en el siglo XI, lo que le llevó a pedir su propia autonomía sin depender de señores feudales, lográndolo durante el XII. En el XV, la ciudad alcanzó su cénit comerciando tapices y acogiendo a figuras de la talla del pintor Van der Weyden. El XVI le vino peor a la ciudad, sumida en guerras de religión y el desmantelamiento económico durante el gobierno español. Fue cambiando de manos hasta pasar a formar parte de Bélgica dentro de la región de Valonia.
La diócesis de Tournai tiene sus orígenes en el siglo V, unos dos siglos después de que el cristianismo se expandiera hasta aquí. Existía un gran templo en el siglo IX que sufrió un incendio durante el XI. Esta fue la motivación de levantar un nuevo templo, apoyado en el dinero de la lana y la fe mariana que atraía a muchos peregrinos, convencidos de que la Virgen había salvado a la ciudad de una peste. Así arranca la construcción en el XII, que mantuvo la estructura previa en la nave principal. El templo fue transformando su estilo a lo largo de las décadas y sus proyectos se fueron superponiendo. Del románico pasó al gótico más puro de Amiens en el coro y se barajó la posibilidad de transformar toda la catedral al nuevo estilo. No se hizo, pero se fueron añadiendo elementos en todas las épocas hasta llegar a un resultado muy ecléctico con toques renacentistas como en el coro alto. Algunos de las remodelaciones fueron forzosas, bien por la inestabilidad estructural, bien por ataques al templo como el que protagonizaron tropas napoleónicas a finales del XVIII. No hacía mucho se había sustituido el techo de madera por una bóveda de piedra.
En lo que respecta a la arquitectura, tenemos tres partes con estilos distintos. La nave es románica y destaca por su viaducto de cuatro alturas, algo poco común, y varias esculturas de la época. El crucero es de estilo transicional y es lo más llamativo por fuera gracias a sus cinco grandes torres. Fueron coronadas en el XVI con agujas y cada una tiene distintos acabados. Están flanqueadas a ambos lados por ábsides semicirculares muy típicos de la región del Rin, que Tournai popularizó en su zona. Finalmente, el coro es puro gótico con sus bóvedas de crucería. En el interior destacan dos relicarios obra de Nicolás de Verdún, realizados entre los siglos XII y XIII: el de San Eleuterio y, especialmente valioso, el de Nuestra Señora de Flandes.
El centro de Tournai cuenta con 70.000 habitantes y es fácilmente accesible por tren desde París, vía Lille, o desde Bruselas. Un tornado en 1999 dañó la catedral y dejó ver deficiencias estructurales, por lo que las restauraciones son continuas y prolongadas: no hay que extrañarse de ver la catedral con andamios. La visita a la ciudad incluye obligatoriamente su belfry o campanario civil en el ayuntamiento. Junto al Pont des Trous es símbolo de la autonomía civil de Tournai. El centro conserva también varias residencias privadas románicas. La ciudad tiene varias fiestas muy antiguas. Se celebra una procesión en honor de la virgen el segundo domingo de septiembre desde 1092. También son celebraciones más que centenarias y populares la fiesta del lunes perdido y el Carnaval.
Fotos: John and Melanie / Welleschik
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