Oasis salado
En los años 80, un viejo camión Bedford, el más habitual entonces entre los safaris africanos, partía regularmente de Nairobi hacia el norte de Kenia en el que era conocido entre los aventureros como el safari más desafiante del mundo. Se le llamó el Turkana Bus y su destino final era este lago apartado del mundo. Conocido hace años como lago Rudolf, es el mayor lago en un sistema desértico, el mayor lago alcalino que existe y el mayor lago salado de África. Supone el centro de una gran llanura que se está hundiendo desde hace millones de años por el empuje del Gran Rift del Este, lo que también ha generado actividad volcánica desde entonces. En sus orillas e islas guarda uno de los ecosistemas más complejos y ricos de África. Este ecosistema ha variado con el paso del tiempo según lo ha hecho el clima. Aunque ahora la población es escasa, el Turkana acogió a distintos homínidos durante millones de años. En el Parque Nacional de Sibiloi se encuentran algunos de los restos que mejor cuentan nuestra evolución.
Turkana es alargado: mide 250 kilómetros de largo por unos 40 de ancho. El empuje del Rift en dirección contraria al continente hizo que varios ríos encontraran aquí una desembocadura. Tres son actualmente los que aportan agua al Turkana, que solo desaloja por medio de la evaporación. Esta es cada vez mayor y la extensión se ha reducido. El clima es aquí muy seco, árido y con fuertes vientos. A cada lado del lago tenemos una foto distinta. El oeste es plano, salvo por las dunas del desierto de Chalbi. El este es mucho más accidentado y rocoso. En el centro hay dos grandes islas. Ambas son de origen volcánico, una actividad continua en Turkana desde hace 35 millones de años. La isla del sur está inactiva y es de gran tamaño. La del centro tiene una fumarola que expulsa humo continuamente y es mucho más irregular, con multitud de conos de hasta 550 metros y lagos.
De la vegetación no se puede esperar mucho teniendo en cuenta que estamos en un terreno semiárido. La orilla oeste no cuenta más que con una pequeña pradera estacional. La orilla este es algo más rica y cuenta con matorrales y palmeras. En el lago hay multitud de peces de cincuenta especies distintas, once endémicas. Al compartir muchas especies con el río Nilo, los expertos están convencidos de que el Turkana era mucho más extenso en el pasado y estaba conectado con el gran río. La orilla oeste está colonizada por los grandes representantes del lago, los cocodrilos, que tienen aquí su mayor reserva con más de 10.000 ejemplares. En la zona rocosa del este abundan los escorpiones y las víboras. Para multitud de aves, el lago es un descanso obligatorio en sus migraciones anuales. Los mamíferos lo tienen más complicado, aunque hay una frágil población de animales que pastan en sus orillas y que llevan detrás sus correspondientes depredadores: leones y guepardos. El mamífero más asentado es el hipopótamo, que junto a otros animales tiene en la isla central el lugar de cría idóneo.
En el este, el yacimiento arqueológico de Koobi Fora, protegido por el Parque Sibiloi, lleva dando alegrías a los científicos desde los años 60. Gracias a las fluctuaciones del lago y los depósitos de ceniza es sencillo datar los descubrimientos. Además de fósiles de mamíferos y moluscos, lo realmente relevante de Koobi Fora son los homínidos. En 1969 se descubrió el primero: un Paranthropus boisei. Se entiende que el lago hace 2-3 millones de años era mucho más fértil y multitud de homínidos encontraron aquí su hogar. Richard Leaky trabajó aquí multitud de años. En 1972 encontró el cráneo del primer Homo Rudolfensis, de unos dos millones de años. Doce años después llegó el descubrimiento más importante gracias al esqueleto casi completo de un Homo Ergaster. Se le llamó el niño de Turkana y tiene unos 1,6 millones de años. En el 2001 se encontró un cráneo de un homínido más antiguo, de unos tres millones de años, que podría estar emparentado con los Australopithecus.
Los tiempos del Turkana Bus pasaron a mejor vida, pero visitar el lago Turkana sigue siendo en cierto modo una aventura. Bajo ningún concepto hay que intentar llegar por libre por la abundancia de fauna peligrosa, así que lo pertinente es contratar una excursión guiada que invariablemente saldrá desde Nairobi. Desde la capital es un viaje largo y complicado que llevará en total al menos una semana en la que además de maravillas naturales podremos conocer a las tribus de la zona. En Koobi Fora hay un museo, pero sus fósiles son todos de animales no homínidos. Estos se encuentran en el museo de Nairobi.
Fotos: Adam / International Rivers
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