En territorio no hostil
Dice un dicho que el enemigo de mi enemigo es mi amigo. En ocasiones, en cuestiones geopolíticas esto es cierto, incluso por encima de diferencias religiosas. La histórica enemistad entre el imperio otomano y Persia ha hecho que Armenia sea un país que encuentra en Irán un socio cordial, tanto económica como culturalmente. Ambos territorios compartían la religión zoroastriana en el pasado, pero las relaciones no se rompieron ni cuando Armenia abrazó el cristianismo, ni cuando Persia abrazó el Islam. Tras varias oleadas de migración, los armenios se han hecho un hueco en la vida política y cultural de Irán. Son más de 150.000: suponen la más importante minoría religiosa de Irán y su comunidad goza de plena aceptación. Los armenios iraníes han sido parcialmente asimilados por la cultura persa, pero conservan su fidelidad al cristianismo. Sus referentes principales están cerca de la frontera con Armenia, en los monasterios de San Tadeo y San Stepanous y la capilla de Dzordzor.
Esta región al noroeste de Irán era parte de Armenia antes de que el imperio persa sasánida controlara la zona y dividiera el territorio. La región pasó a formar parte de la satrapía de Azerbayán, pero esto no impidió que siguiera bajo la influencia armenia y, por tanto, cristiana. Esto se tradujo en la apertura de monasterios, aunque inevitablemente la población armenia descendió. Esto se corrigió parcialmente cuando los selyúcidas forzaron una migración armenia a esta zona. Los armenios, apreciados artesanos y comerciantes, ganaron en independencia cuando los mongoles conquistaron el territorio. Formaron sus comunidades en la ciudad de Tabriz y se ganaron el respeto de los musulmanes. El shah Abás, en el siglo XVII, forzó una nueva migración que llevó a medio millón de armenios a la zona de Esfahán, más al sur. Con el genocidio armenio y la dominación rusa de Armenia, el flujo migratorio siguió muy vivo y solo en la guerra de Irán contra Irak el flujo cambió de sentido. Ahora, los armenios están en medio país, pero el corazón espiritual y cultural no ha dejado de estar en el noroeste, cerca de su patria original.
El monasterio más importante y carismático es San Tadeo, conocido también como la iglesia negra, que recibe multitud de peregrinos armenios. Está donde supuestamente se enterró a San Judas Tadeo, apóstol de Jesucristo que estuvo predicando por la zona. Se dice que aquí se levantó una primera iglesia en el año 68 que poco a poco formó una comunidad monástica. Aunque hay restos del siglo X, lo original que vemos es de 1329, diez años después de que un terremoto tirara abajo la anterior iglesia. Como parte de la amistad entre persas y armenios, en 1811 Abbas Mirza restauró y amplió el complejo monástico. Se le añadió un nártex similar al de la Catedral de Echmiatsin, corazón de la Iglesia ortodoxa de Armenia. Sus cúpulas son visibles por encima del resto en la lejanía. Para diferenciar las partes nuevas de las antiguas no hay más que fijarse en los colores: lo negro es del siglo XIV y la arenisca del XIX.
En las cercanías de San Tadeo, la capilla más especial es Dzordzor. Es en realidad lo que sobrevive de un antiguo monasterio que se fue abajo cuando los persas safávidas despoblaron la zona en medio de sus guerras con los otomanos. La capilla estaba a orillas del río Zangmar, pero una presa obligó a reubicarla en los años 80. El monasterio de San Stepanous está unos cuantos kilómetros al este, justo en la frontera entre la región azerbayana de Nakhchivan e Irán. También se cree que hubo una iglesia temprana del año 62, pero lo primero demostrable procede del siglo VII. Fue transformada en el siglo XIV bajo auspicio de los mongoles, cuando arranca el cénit del monasterio. Las mismas guerras entre otomanos y persas lo vaciaron en el siglo XVII, pero San Stepanous corrió mejor suerte y fue restaurado. Tras restaurar San Tadeo, Abbas Mirza hizo lo propio con San Stepanous, cambiando por completo el aspecto del lugar.
Tabriz es la puerta de entrada a esta zona de Irán. Aquí es donde tendremos que contratar un tour, si no lo llevamos de origen, o al menos un coche con conductor. Esta zona no es ni muy accesible ni muy visitada por occidentales, así que el viaje puede ser duro y exige hacer noche a la mitad. Para ir a San Stepanous hay que ir a Jolfa, unas dos o tres horas al norte de Tabriz. Desde aquí al otro monasterio hay otras tres o cuatro horas, así que lo idóneo es dormir en la cercana Maku, dejar la visita de Dzordzor y San Tadeo para la mañana del segundo día y luego deshacer todo el camino de vuelta a Tabriz. La iglesia de San Tadeo aún tiene oficio un día al año, justo el día de San Tadeo a comienzos de julio.
Fotos: Alan Cordova / Afshin Iranpour
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