Milagro educativo
Se conoce como milagro mexicano al periodo de política económica estabilizadora que ocurrió en este país entre 1954 y 1970. A comienzos de los años 50, México había logrado desarrollarse, pero mirando hacia afuera. El crecimiento no había llegado a las capas bajas de la población y la inflación era además excesiva. El diseño económico planteado por las élites empezó a mirar a la demanda interna y planteó un escenario fuertemente proteccionista. El país creció con vigor y su capital vio una explosión urbanística sin precedentes. La inversión pública abrazó grandes proyectos, entre los cuales se encontró el mayor de todos: la Ciudad Universitaria. La CU, como se la conoce, pertenece a la Universidad Nacional Autónoma de México y está ubicada en el distrito de Pedregal de San Ángel, una de las zonas más ricas de la ciudad. Por la rapidez del proyecto, la Ciudad Universitaria logró una homogeneidad arquitectónica en la que participaron buena parte de los mejores arquitectos, ingenieros y artistas mexicanos.
La actuación en la zona de Pedregal precede solo unos años el proyecto de la Ciudad Universitaria. El Pedregal se asienta sobre la zona volcánica del Xitle. Fue urbanizada a finales de los años 40 con un proyecto de Carlos Contreras en el que las principales vías siguen los viejos caminos de la lava. Arquitectos como Max Cetto o Luis Barragán, escultores como Mathias Goeritz y muralistas como Diego Rivera fueron algunos de los que dejaron su huella en este barrio, exponente del modernismo mexicano. Pocos lugares mejores había para situar la nueva sede de la Real y Pontificia Universidad de México. Esta universidad, creada en 1551, se distribuía por todo el centro del DF en el conocido como barrio universitario. En 1928, una tesis de la universidad planteó una vieja idea: abandonar todos los antiguos edificios disjuntos y levantar un campus homogéneo. La idea empezó a hacerse realidad en 1943, cuando se señaló Pedregal como el lugar idóneo para llevar a la realidad el proyecto. Bajo la presidencia de Manuel Ávila Camacho se aprueba la expropiación de los terrenos y se preparan las obras.
Estas no arrancan porque la universidad no tiene fondos. El gobierno, ya con Miguel Alemán, llega al rescate. Se abre un concurso de ideas que ganan Mario Pani y Enrique del Moral. Estos, que incluyen en su equipo a Mauricio M. Campos, plantean el diseño urbanístico que luego una multitud de arquitectos completan con los distintos edificios. En 1948 se inician las obras de acondicionamiento y dos años después se pone la primera piedra, ya con Carlos Lazo como arquitecto jefe. Más de sesenta arquitectos, ingenieros y artistas trabajan a destajo para levantar la Ciudad Universitaria en apenas tres años. El diseño parte de un espacio común para facilitar la relación de alumnos, profesores e investigadores, pero dejando que cada edificio tenga su personalidad. El estilo de la Ciudad Universitaria busca también la fusión del pasado prehispánico del país con la modernidad más vibrante del siglo XX. Finalmente, en 1954 se completa la mudanza y la Ciudad Universitaria abre sus puertas.
El contexto geográfico es de por sí relevante gracias a la Reserva Ecológica del Pedregal de San Ángel, una zona de matorral xerófilo que fue salvada en los años 80 de la expansión urbanística. En su interior están el jardín botánico y el espacio escultórico, que fue levantado en los años 70 y reproduce la cosmología prehispánica. La Ciudad Universitaria en sí ocupa 730 hectáreas y se divide en tres partes. La zona escolar da alojo a más de cuarenta facultades e institutos que se han ido expandiendo desde el punto central: el jardín de las Islas. En los alrededores quedan la zona deportiva y, por encima de todo, el estadio universitario, que en 1968 se convirtió en sede central de los Juegos Olímpicos. El estadio tiene relieves de Diego Rivera, mientras que los principales murales los encontramos en la torre del rectorado y la biblioteca central. Este último edificio tiene un mural, obra de Juan O’Gorman, considerado el más grande del mundo.
La Ciudad Universitaria es un enorme espacio partido en dos por la Avenida Insurgentes, que atraviesa el campus de sur a norte y puede servir para llegar aquí. La mejor manera, no obstante, es en metro: paradas Universidad y Copilco. En el interior del campus no está permitido utilizar transporte privado, pero existen dos medios: las doce rutas del Pumabús y las bicicletas. La UNAM tiene cientos de miles de estudiantes, por lo que la mejor manera de sentir la Ciudad Universitaria es ir durante el curso escolar. No obstante, al margen de los estudiantes hay mucho que hacer. Está el museo de ciencias Universum, el de arte y ciencia mexicano MUCA o el de arte contemporáneo MUAC. También hay multitud de eventos de cine, teatro, música, etc. para lo cual lo mejor es revisar la agenda del Centro Cultural Universitario, donde se encuentra la sala de conciertos Nezahualcóyotl.
Fotos: Ivanna Torres / David Cabrera
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