Olimpo taoísta
Una tortuga y una serpiente son la compañía obligada del dios Xuan Wu. Esta deidad del taoísmo, conocida como el guerrero misterioso, tiene una historia que se asemeja a la de los superhéroes occidentales. Arrepentido de su vida pasada, se retiró a las montañas Wudang, donde seres superiores le acogieron en su Olimpo otorgándole poderes y una nueva imagen. En estas montañas del centro de China se levantó todo un complejo en honor de de Xuan Wu. Los monjes allí presentes, animados quizás por el carácter de la deidad, empezaron a practicar artes marciales. Wudang funciona como la contrapartida del monasterio Shaolin en Dengfeng. Mientras este, relacionado con el budismo zen, practica un arte marcial externo, en Wudang el asunto es más interno. Por eso algunos relacionan el taichi con Wudang, aunque no haya prueba alguna de que se originó en estas montañas. Lo que sí es unívoco de Wudang es que contiene algunos de los mejores edificios de madera del país y que es un perfecto ejemplo del proceso de planificación constructiva de la dinastía Ming.
Las montañas Wudang, consideradas por algunos parte de la cordillera Daba, se extienden al sur del río Han, uno de los principales afluentes del Yangtsé. Una sección de estas montañas se enmarca en el subdistrito de Danjiangkou, al sur de la confluencia de los ríos Han y Dan. Aquí, el terreno se eleva tras kilómetros de llanuras al este y alcanza los 1.612 metros. Aunque Wudang no forma parte de las cinco montañas sagradas de China, para algunos geógrafos las igualaba en importancia. No en vano, el culto aquí empieza muy pronto, sobre el siglo VII, cuando se levanta el templo de los cinco dragones. El territorio queda de mano del taoísmo, que durante siglos levanta nuevos templos. Los Yuan conocen la zona como la tierra bendecida y enmarcan las montañas con una puerta de entrada.
Todos estos precedentes quedan en nada con los Ming. Wudang despega en concreto con el tercero en la línea dinástica: el emperador Yongle. El acceso al gobierno de Yongle no puede ser más sangriento. Se rebela contra su sobrino cuando este empieza a deshacerse de familiares. En 1399, la campaña Jingnan es exitosa y le lleva el trono. Yongle se había puesto en manos del dios Xuan Wu, por lo que en agradecimiento decidió renovar Wudang. Con su yerno y dos ministros al frente de un equipo de 400 oficiales, en Wudang se levantaron a la vez nueve palacios, nueve templos, 36 monasterios, 72 templos de acantilado y más de cien puentes. Imaginar la cantidad de gente que se movilizó para la construcción y posterior mantenimiento y servicio de los monjes es complicado. El nuevo Wudang fue un lugar reverenciado y cuidado por los siguientes Ming. Con los Qing, sin embargo, el taoísmo cayó en desgracia y, con este, Wudang. Solo algunos monjes, aferrados a sus artes marciales, lograron que no todos los templos se convirtieran en ruinas.
Hoy Wudang sigue recordando parcialmente lo que fue. Unas 4.000 hectáreas de montaña están alicatadas de templos que buscan siempre integrarse con su entorno natural. Todos están unidos entre sí por caminos sagrados. De los Ming sobreviven en buen estado cuatro palacios, dos templos y otros lugares menores. En lo alto, vigilando a todos, está la pequeña capilla dorada, sobre el pico Pilar del Cielo. Está construida en bronce imitando a madera y dedicada, por supuesto, a Xuan Wu. En sus faldas está la ciudad prohibida destinada a la realeza Ming, con 345 metros de murallas. Anterior a los Ming, pero reformado por estos, sobrevive el palacio del Cielo Púrpura, utilizado hoy por los monjes. Más espectacular aún es el templo Nanyan, encaramado al acantilado y casi parte de la montaña. En Wudang hay multitud de esculturas que revelan las técnicas Ming, basadas en el moldeo a cera perdida. Destacan un quemador de incienso de tres metros con cabeza de dragón y los relieves en Zhishi-Xuanyue, la puerta de entrada a Wudang.
La ciudad más cercana a Wudang es Shiyan, pero el aeropuerto más cercano es el de Xiangyang. No obstante, mucha gente llega aquí por tierra desde la turística Xian, a unas cuatro horas. La pequeña ciudad de Wudangshan es la puerta de entrada oficial, donde tendremos que pagar el permiso para entrar a Wudang y empezar a utilizar los shuttle, único, pero eficiente servicio para moverse dentro del Parque. El lugar que centraliza las visitas es Nanyan, donde encontraremos alojamiento y las oficinas centrales donde conseguir información en inglés. Varios templos ofrecen clases de artes marciales para extranjeros, al modo de Shaolin. Para llegar a la capilla dorada disponemos de un teleférico, aunque la subida de unas cuatro horas es muy agradecida. Desde arriba se disfrutan de unos amaneceres increíbles, siempre que la habitual niebla lo permita.
Fotos: 火*人firemen / drnan tu
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