Espíritu lituano
La figura de Mindaugas se eleva por encima del resto en Lituania. Se le considera el gran fundador de la nación gracias a haber sido su primer gran duque y único rey, allá por el siglo XIII. Mindaugas fue capaz de unificar un país multiétnico y multiconfesional, detener el avance de los mongoles hacia el Báltico y mirar a Europa. Se convirtió puntualmente al cristianismo, pero retornó a su religión pagana. Como último estado pagano de la vieja Europa, Lituania fue objetivo prioritario de los Cruzados, en concreto de la Orden Teutónica. Estos germanos atosigaron constantemente esta zona durante los siglos XIII y XIV. Cuando consiguieron expulsarlos definitivamente en 1410, Lituania era ya católica y se había unido con Polonia. En esta primera fase de la historia lituana hubo una ciudad que destacó tanto como la actual capital, Vilnius. Hablamos de Kernavé, un lugar que, asolado por los teutones y deshabitado desde entonces, se convirtió en el sitio arqueológico más valioso del país.
A orillas del río Neris se encuentran tanto Vilnius como Kernavé. La zona de esta última fue poblada abundantemente a finales del Paleolítico, sobre el IX milenio a.C. Esta región de bosques y pantanos proporcionaba un buen abrigo para los asentamientos que fueron fundándose. Ya en nuestra era se construyen los tres primeros fuertes sobre colinas: Aukuro Kalnas, Mindaugo Sostas y Lizdeikos Kalnas. Tras un tiempo de emigraciones hacia el sur, la zona volvió a crecer en el Medievo. Los fuertes son el cinturón defensivo de la ciudad, que se expande a los pies de estos. A pocos metros se levanta un quinto fuerte, el de Kriveikiškis, a cuyos pies se extiende la zona funeraria. Esta es de gran importancia por contener los últimos restos de enterramientos paganos en Europa, no obstante con clara influencia cristiana. A todo esto, no hay registro histórico alguno de Kernavé hasta 1279. En ese año, la Orden Teutónica asedia la ciudad, pues parece que el duque Traidenis la había convertido en su capital.
Un siglo después, los problemas eran otros. Los lituanos se habían dividido y luchaban entre sí. Del lado más polaco estaba Jogaila, el duque gobernante. Del lado lituano, el aspirante y primo Vytautas, más querido en Lituania. Este último se alió con los teutones y lanzó una campaña de ataques que no cesaron hasta la paz de Ostrów, en 1392. Dos años antes, los teutones habían arrasado los fuertes y la ciudad de Kernavé. La población optó por el traslado y no la reconstrucción. Se mudaron a una terraza superior, más alejados del río, y dejaron las ruinas a su suerte. Esta quiso que una capa aluvial, que formó una húmeda turba, protegiera las ruinas de manera milagrosa. Es decir: un tesoro para los arqueólogos, que empezaron a investigar la zona en el siglo XIX, una vez que Kernavé se puso de moda gracias al movimiento romántico. Los trabajos más serios, no obstante, tendría que esperar a los años 70 y 80, cuando la Universidad de Vilnius y el Instituto de Historia Lituano levantaron el sitio.
El caso es que luego lo taparon y lo que vemos ahora son sobre todo grandes túmulos. Cuatro de ellos dominan la terraza frente al río y corresponden a los cuatro fuertes que rodeaban la ciudad. A medio kilómetro está el quinto túmulo, donde está el cementerio medieval. Lo más visible está camino de la ciudad nueva, cerca de la iglesia moderna del siglo XX. A su lado están los cimientos de una iglesia de madera de 1739. Se conserva una capilla de madera octogonal, presumiblemente del siglo XIII, que fue traída a Kernavé desde otro lugar. También otra capilla clasicista del siglo XIX. Cerca de aquí están también los restos de la medgrinda más antigua de Lituania, del siglo V-VIII. Se trata de un sistema de caminos secretos bajo las aguas, tendidos en las zonas pantanosas e ideales para conectar ciudades en tiempos de guerra.
Kernavé está a solo 35 kilómetros de Vilnius, por lo que lo más habitual es que sea una visita de un día cuando se viaja a la actual capital. Existen tours que completan el día visitando Trakai, otra capital histórica. Si lo hacemos por nuestra cuenta, lo más sencillo es ir en bus. En Kernavé lo acostumbrado es pasear entre y sobre los túmulos y luego ir a la zona de las iglesias. Aquí tendremos una buena panorámica de los túmulos antes de ir al museo de la ciudad. En los alrededores hay distintos senderos y rutas a caballo por si queremos extender la visita. En verano, la ciudad cobra vida con el festival medieval y arqueológico, con mercado artesanal incluido. Se suele celebrar a comienzos de julio y se aprovecha para conmemorar el día de la coronación de Mindaugas, auténtico símbolo nacional. También se sigue celebrando el festival de Rasa, en honor a un dios pagano. Nació durante la ocupación soviética como símbolo de rebeldía nacional.
Fotos: Modris Putns / Christine und Hagen Graf
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