La última China imperial
Los Ming y los Qing supusieron las dos últimas dinastías imperiales de China, por lo que marcaron la idiosincrasia del país actual. Los primeros accedieron al poder en 1368 tras expulsar a los mongoles Yuan. Supusieron una etapa de estabilidad como no había conocido China en bastante tiempo. Teniendo en cuenta que hablamos de 200 millones de habitantes, tuvo mérito. El comienzo del siglo XVII no fue muy próspero. Varios problemas con las cosechas alimentaron las rebeliones. Uno de los sublevados, Li Zicheng, consiguió expulsar a los Ming en 1644. Los supervivientes se aliaron con los manchúes del norte: los Qing. Juntos abrieron un paso en la Gran Muralla y forzaron la batalla de Shanhai, que llevó al poder a los Qing. Con el tiempo controlaron todo China y se expandieron hacia el oeste, subiendo la cifra de súbditos a 400 millones. En 1912, la Revolución China puso fin a los periodos imperiales. Beijing/Pekín y Shenyang fueron las dos ciudades más representativas de cada dinastía a través de sus respectivos palacios imperiales o, como las conocemos, ciudades prohibidas.
El primer Ming, Hongwu, cerró su país al exterior para centrarse en la agricultura y la obediencia neoconfuciana. Su heredero se enfrentó con varios familiares, uno de los cuales le arrebató el trono en 1402. Yongle procedía de la región de Yan y quiso que la capital de Yan complementara a la capital imperial de entonces, Nankín. Hablamos de Beijing/Pekín, una ciudad de provincias que solo con los mongoles, apenas dos siglos antes, había empezado a aparecer en los mapas. Yongle decidió levantar la Ciudad Prohibida en 1406. En solo catorce años acabó las obras tras el trabajo de un millón de súbditos. En ese momento, Yongle designó a Beijing/Pekín como capital principal, título que no ha perdido nunca. La Ciudad Prohibida simbolizó durante los siguientes cinco siglos el poder imperial, un poder terrenal similar al poder celestial del Emperador de Jade. La etapa Qing no deslució este simbolismo: los manchúes sólo quisieron complementar religiosamente el lugar: al taoísmo le añadieron templos budistas y chamanistas. Tras el ascenso del comunismo, la Ciudad Prohibida ha perdido su halo imperial, pero se ha conservado perfectamente.
La Ciudad Prohibida ejemplifica como ningún otro monumento la arquitectura palaciega clásica en China. A su tamaño une multitud de detalles en cuanto a patrón de colores, numerología, escultura, etc. El tamaño aquí importa: estamos en el complejo de edificios de madera más grande del mundo. Son 72 hectáreas en un rectángulo de 961×753 metros. Se protege con un foso de 52 metros de ancho y una muralla de ocho metros de altura con una torre en cada esquina. Eran lo único que podían ver los súbditos. La Ciudad Prohibida, casi alineada con el eje norte-sur, estaba a su vez superpuesta por el rectángulo de la ciudad imperial. Al interior, en el que se agolpan 980 edificios, se accede por cuatro puertas. La Meridiana es la más importante y da paso a la zona sur o exterior. Aquí se celebraban las ceremonias y se contrapone a la zona norte o interior, más residencial. En el centro se localizan las estructuras más importantes, los tres halls de la Armonía, especialmente el de la Suprema Armonía, muy utilizado en su época. En los palacios privados destaca el de la Pureza Celestial.
Shenyang, la antigua Mukden, está al noreste, cerca de Corea. Fue la capital de los Qing mientras estos no controlaron Beijing/Pekín. Es decir, desde el 1625 hasta 1644. Su conquistador, Nurhaci, fue el que decidió que se necesitaba un palacio imperial. Tras la mudanza a Beijing/Pekín, los Qing no dejaron a la ciudad desvalida. La siguieron considerando relevante y ampliaron su palacio real. Lamentablemente, Shenyang protagonizó la batalla más multitudinaria de Asia antes de la II Guerra Mundial. Los chinos no participaron en ella, pues los rusos le habían arrebatado la ciudad años antes. Ganaron esa batalla los japoneses, que devolvieron la ciudad al finalizar la II Guerra Mundial. El Palacio Imperial imita al de Beijing/Pekín, aunque incorpora un estilo más tibetano y manchú. Con 114 edificios es considerablemente más pequeña, pero la finura de sus tallas es incluso superior.
La Ciudad Prohibida está en el centro de Beijing/Pekín. Se accede desde la famosa plaza Tiananmen, en el distrito de Dongcheng. Actualmente se pueden visitar dos quintas partes y hay disponibles audioguías. Alberga el Museo del Palacio, con multitud de arte y objetos de ambas dinastías. Es enorme a pesar de que parte de las obras se llevaron a Taipei ante la amenaza japonesa en la II Guerra Mundial. Actualmente es el museo más visitado del mundo con cerca de quince millones de visitantes anuales. Shenyang es hoy la ciudad más grande del noreste chino con seis millones de habitantes. Como capital industrial y comercial de la zona tiene su propio aeropuerto. En el interior del Palacio Imperial hay también un museo y los sábados por la tarde hay procesiones imperiales.
Fotos: Bridget Coila / danmairen
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