Edén ballenero
La península Valdés es un territorio marrón, estéril y baldío, sin apenas vegetación más allá de arbustos y espinos diseminados en un espacio en el que solo destacan varios lagos salados. Es un lugar de clima semiárido con temperaturas extremas según la estación y un fuerte viento del oeste que empuja las nubes hacia el mar, reduciendo así su pluviosidad. Estos ingredientes no invitan a pensar que el lugar tenga la biodiversidad que goza, pero es que el secreto está en sus costas y aguas circundantes. Su amplia línea costera atrae a multitud de especies de alto valor ecológico. Están encabezadas por la ballena franca austral. Esta exuberante ballena barbada de quince metros de longitud y unas cuarenta toneladas fue cazada sin misericordia en el siglo XIX. Los balleneros habían agotado su pariente del Ártico y vinieron aquí a por ella. Su lentitud y flotabilidad una vez muerta la hacían una presa franca, como la bautizaron. Afortunadamente, hoy su población crece de manera estable y cuenta ya con unos 10.000 ejemplares. Uno de cada cinco acude a península Valdés, su lugar preferido de cría.
Valdés es un trozo de tierra de unos 3.600 kilómetros cuadrados unido al continente por el istmo Carlos Ameghino, de solo cinco kilómetros de ancho. Desde el cielo, Valdés tiene forma de rectángulo deformado, con brazos de tierra que forman dos golfos: al norte San José y al sur Nuevo. El primero está muy cerrado por los acantilados de punta Quiroga y Buenos Aires y en su interior está la isla de los Pájaros, donde nidifican multitud de especies. Golfo Nuevo, por su parte, es considerado uno de los mejores puertos naturales del mundo por extensión y profundidad. En el este de la península, un brazo de tierra forma la cala Valdés. Tantas extremidades suman al final 400 kilómetros de costas de acantilados, playas y sistemas dunares. En el interior, Valdés es muy plano y no alcanza más que 110 metros. Los lagos salinos, entre los que destacan salinas Grandes y Pequeñas, alcanzan los 42 metros, pero bajo el nivel del mar.
Entre la parca flora de Valdés viven herbívoros típicos de la Patagonia como los guanacos, las liebres patagónicas, las aves terrestres choiques o los armadillos. También hay depredadores puros, principalmente especies de zorros como el gris, pues los pumas frecuentan poco Valdés. No obstante, lo apasionante de la península está en sus costas y aguas. En las primeras hay colonias multitudinarias que sirven de descanso y zona de cría para especies como los leones y elefantes marinos, además de los pingüinos de Magallanes. Más allá de las ballenas, en las aguas se pueden ver varias especies de delfines como la tonina overa, los famosos delfines mulares y las orcas. Estas han desarrollado una estrategia de caza diferente aquí: persiguen a los leones marinos cerca de la playa y se lanzan sobre ellos a riesgo de quedarse varadas. Las costas también atraen a unas 180 especies de aves como gaviotas, ánades, cormoranes y algunas rapaces falconiformes. Cada comunidad animal está protegida por su reserva específica.
Valdés no ha sido una región muy habitada por sus dificultades. Aquí vivían los indígenas tehuelches cuando a finales del XVIII los colonos se fijaron en la península. En 1779 se abrió el fuerte San José por razones puramente geoestratégicas. Desde aquí se lanzaron expediciones al interior de la Patagonia. 31 años después, un fuerte medio vacío fue atacado por los indígenas. A finales del XIX se empezaron a desarrollar las dos actividades económicas de la isla: las salinas y la ganadería en las estancias ovejeras. La primera implicó tender un tramo de ferrocarril y la apertura de Puerto Pirámides en golfo Nuevo. Tras el declive económico, el gobierno compró la zona. Despegó en turismo cuando Jacques Cousteau investigó Valdés y se percató de que la ballena llegaba anualmente de la bahía de San Jorge, al sur, para criar en golfo Nuevo.
Hoy, el turismo hace de Valdés un paso habitual de viajeros extranjeros. Tiene su entrada en Puerto Madryn, con aeropuerto. Está a unos ochenta kilómetros de la península y de camino se pasa por una plataforma que permite contemplar ambos golfos. Puerto Pirámides sigue siendo la principal localidad de Valdés, pero cuenta solo con unos 500 habitantes. Mucha gente prefiere alojarse en Puerto Madryn y hacer excursiones o alquilar coche desde allí. Además de avistar fauna, las actividades más usuales son buceo en golfo Nuevo o kite surfing. De mayo a noviembre cría la ballena, que empieza a irse en diciembre. Es la mejor época para ir, pero otros animales tienen otras estaciones. En el verano austral, además, podemos aprovechar las playas para relajarnos, aunque las aguas siempre estén bastante frías.
Fotos: Benjamin Dumas / Leon Berlotti
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