Interludio mogol
El imperio mogol dominó desde el subcontinente indio hasta Afganistán durante más de 300 años. Lo hizo en dos etapas, arrancando la segunda en 1555. Esta incluyó a todos los emperadores salvo los dos primeros. La primera fue más incierta, con revueltas y liderazgos locales. El mayor desafío lo planteó Sher Shah Suri, un inteligente afgano pastún que fundó la dinastía Sur. Supuso el paréntesis que sufrieron los mogoles. Sher Sha creció bajo las órdenes del gobernador mogol de Bihar, del que se ganó la confianza hasta el punto de ser nombrado regente a su muerte. Su creciente poder fue visto con malos ojos, pero los mogoles no hicieron más que azuzar la situación: el emperador Humayun sufrió dos decisivas derrotas y fue exiliado a Persia. La nueva dinastía se mantuvo en el poder quince años pese a ciertas reticencias de carácter local. Fueron clave movimientos defensivos como la construcción del Fuerte de Rohtas, en la actual Punyab. Armoniosa confluencia de los estilos afgano y persa, su diseñó influyó en fuertes mogoles posteriores, especialmente en Fatehpur Sikri y el fuerte de Lahore.
Desterrar a Humayun fue el mayor error de Sher Shah Suri. Mantuvo el ánimo de rebeldes como los clanes de las llanura de Potohar, especialmente los gakhars, al norte de Rohtas. Dos fueron las dos razones para levantar el fuerte: contener a estos clanes y actuar de tapón ante una eventual vuelta de Humayun. De paso se aseguraba la ruta Grand Trunk, que empezó a conectar el golfo de Bengala con Kabul. La construcción de Rohtas empleó a 30.000 hombres durante ocho años, demasiado para que Sher Sha lo viera acabar antes de morir en un accidente. Humayun reconquistó la India en 1555 y tomó el fuerte pacíficamente. Se lo entregó a aquellos contra los que se levantó y lo nombró también residencia real. No obstante, en los sucesivos siglos Rohtas no fue muy apreciado por los mogoles por su tosquedad. Algunos líderes locales como Man Singh I intentaron suavizar el fuerte levantando palacios en su interior. Con el tiempo, Rohtas perdió su carácter defensivo y en su interior creció un pueblo. Pese a los intentos de desalojarlo, hoy sigue habitado.
El fuerte se erige sobre una loma de unos noventa metros en la que confluyen dos fuentes de agua. Esta se recogía a traves de los tres baolis o pozos vav, teniendo el principal 148 escalones hacia abajo. Rohtas está claramente diseñado para resistir asedios, aunque lo cierto es que no sufrió ninguno. Los más de cinco kilómetros de murallas de arenisca siguen el irregular perfil de la colina y están intercalados por 68 bastiones. Las murallas tienen hasta 18 metros de altura y 13 de grosor, con varios pisos conectados por escalerillas y una parte superior almenada para ayudar en la defensa. Hay doce puertas en sillería entre las que destaca la de Sohail. Es una doble puerta de 21 metros de altura con relieves decorativos de girasoles. Ambas puertas están separadas por un arco con balcones típicamente hindúes, la exterior con un bastión a cada lado. Es el modelo básico que se repite en varias más, siendo la más diferente la de Shishi por sus azulejos azules que luego serían habituales en Lahore.
En el interior se distinguen dos zonas separadas por una muralla interior de más de medio kilómetro. La puerta Shah Chandwali comunica la zona común con la ciudadela, que a su vez tiene una zona aún más protegida donde seguramente residían los líderes. En el interior de la ciudadela está la histórica mezquita Shahi, integrada en el diseño defensivo de Rohtas. Mide 19×7 metros y es el edificio más decorado. Las estruturas añadidas posteriormente son el Haveli Man Singh, en lo más alto, del que solo sobrevive una torre. Algo parecido ocurre con el Rani Mahal o palacio de la reina, con solo una estancia de las cuatro que tuvo. Tiene decoración floral, habitual junto a la caligrafía en el fuerte, por lo demás muy sobrio.
Dina y Jhelum son las dos ciudades más cercanas a Rohtas, una ciudad en sí misma. El fuerte se encuentra entre Islamabad y Lahore, siempre y cuando vayamos por las carreteras del Grand Trunk y no por la carretera principal. Es buena idea venir al viajar entre ambas ciudades o como excursión de un día, pues así nos ahorraremos dormir en una zona sin mucho interés. Es posible hacerlo: hay unas dos horas y media hasta Islamabad o Lahore. En el fuerte hay un pequeño museo y visitas guiadas recomendables. La visita, de unas dos-tres horas, exige varios paseos amplios, sobre todo si queremos llegar hasta arriba para disfrutar de las vistas. Hay que ir preparado y evitar el verano.
Fotos: Hussain Khalid / Shahbaz Aslam6669
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