Cuba afrancesada
Si alguien buscara en el perímetro de la costa de Cuba un lugar idóneo para colocar un puerto, difícilmente escogería otro que no fuera la bahía de Cienfuegos. Sus aguas ocupan 88 kilómetros cuadrados y están protegidas por un angosto entrante de unos 300 metros de ancho. Amplitud y defensa de ataques marítimos son los atributos del puerto cubano del Caribe, con permiso de Santiago de Cuba. Paradójicamente, la perla del sur no tuvo asentamiento como tal hasta el siglo XIX. Es un ejemplo de asentamiento tardío en las colonias españolas, en un tiempo en el que buena parte de las posesiones americanas estaban en procesos independentistas. Esto, por ejemplo, se deja notar en la avanzada canalización y condiciones higiénicas. Además, Cienfuegos tiene un aroma francófilo que ha conservado en sus dos siglos de historia, desde que fuera fundada por un grupo de franceses. Tan corta historia ha ayudado a Cienfuegos a mantener un centro histórico bastante homogéneo en el que el neoclásico es el estilo arquitectónico de referencia.
La bahía sí que tuvo a sus orillas distintos asentamientos. Antes de los españoles, los indígenas taínos habitaban la zona, que llamaron Jagua. Solo Bartolomé de las Casas, que montó aquí una encomienda, prestó algo de interés a la bahía. La principal razón pudo ser la cercanía de Trinidad, localizada en una zona minera que atrajo a bastante población. Como complemento, Jagua se dedicaba a la ganadería y agricultura. La única novedad en los primeros 300 años de colonia fue la construcción del fuerte de Jagua en 1742 para ahuyentar a los piratas. Hubo que esperar a que un grupo de colonos franceses liderados por Luis Lorenzo De Clouet y Piette y procedentes de Louisiana propusieran levantar un asentamiento en 1819. Las condiciones en la isla estaban cambiando y el fin del esclavismo aconsejaba una mayor dispersión de la población. De Clouet consiguió el permiso de José Cienfuegos, que luego daría nombre a la ciudad, y fundó Fernandina de Jagua sobre la península de Majagua.
Cienfuegos creció vertiginosamente gracias a la madera, ganadería, tabaco y café. A fin de cuentas, la localización era excelente y se puso en valor desde el comienzo. En 1829 se otorga el título de villa y a mitad de siglo se conecta por tren a otras ciudades. En los años 60 es, en tiempo récord, la tercera ciudad de la isla. Toda la riqueza de la villa es transformada en lujosos edificios neoclásicos que no olvidan la influencia francesa. En Cienfuegos se conservan más de 300 edificios del siglo XIX. El final de este siglo es más tumultuoso: llegan vientos de independencia coronados con la guerra entre España y EEUU de 1898, cuando se bloquea la salida al mar de Cienfuegos. Tanto con los americanos como socios prioritarios, como tras la revolución, la ciudad ha mantenido su posición económica, basada principalmente en el azúcar y el café. Entre medias solo hubo un cambio de manos y destino de las exportaciones, pues en los primeros años del siglo XX buena parte de las plantaciones fueron a parar a hacendados estadounidenses que exportaban casi toda la producción a su país.
El aire francés de Cienfuegos está presente en el nombre de muchas calles y el estilo neoclásico dominante. 25 son las manzanas originales de la ciudad, diseñadas en damero. A finales del XIX, esta creció tanto hacia el interior como por la costa. Esto añadió cierto eclecticismo, especialmente visible en edificios como el Palacio de Valle, pero en general se mantuvo la homogeneidad: edificios de una o dos plantas, fachadas planas de colores claros con tejados rojos. El centro está en la Plaza de Armas, cuyo parque está dedicado a Jose Martí y tiene un arco del triunfo. En sus lados están la catedral, el palacio de gobierno y el teatro Tomas Terry. En el extremo de la península original está el cementerio de Reina, ejemplo neoclásico con multitud de pequeños panteones y estatuas.
Cienfuegos es hoy capital de su provincia y cuenta con más de 150.000 habitantes. Está a unos 250 kilómetros de La Habana, por lo que visitarla en un solo día es demasiado ambicioso. Es ideal pasar por ella en ruta hacia la costa sur, por ejemplo viajando a Trinidad, que está a una hora. También tiene un pequeño aeropuerto. Una vez visto el centro podemos tomar una barca para ver la bahía. Este medio de transporte es también el ideal para acercarnos al castillo de Jagua, a unos quince minutos navegando. A catorce kilómetros del centro se encuentra el jardín botánico más antiguo de Cuba: fue fundado un año después de la invasión estadounidense por una pareja de hacendados de este país. De noviembre a abril hay bastantes menos lluvias en esta parte del Caribe.
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