Vida al borde del precipicio
Pese a que suelen confundirse con los babuinos, los monos gelada forman su propio género, Theropithecus. Viven en las tierras altas etíopes, por encima de los 1.800 metros, y tienen varias particularidades. Son los únicos primates enteramente forrajeros, por lo que tienen adaptaciones para mascar hierba. Además, en su estudio se han identificado sorprendentes sentimientos de culpa y temor a ser descubiertos cuando son infieles. No obstante, si por algo destacan es por su compleja estructura social. Forman sociedades multinivel en las que la unidad básica es un grupo reproductivo o un grupo de machos desparejados. Estas unidades se combinan formando grandes bandas en las que los machos solitarios pueden aspirar a conquistar una unidad reproductiva. Finalmente, hasta cuatro bandas se juntan formando manadas. El resultado es que en poco espacio se juntan cientos de geladas: hasta 1.200. Forrajean juntos durante el día y se retiran a dormir a los precipicios que les ofrece el Parque Nacional Simien, que muchos comparan con el Gran Cañón del Colorado.
Etiopía es un país con una particular geografía marcada por dos accidentes: las tierras altas, casi siempre por encima de 1.500 metros, y el valle del Rift que las divide en dos. La sección oeste es mucho más extensa y algo más alta. Las montañas Simien son su parte más abrupta: aquí se alcanzan los 4.550 metros del Ras Dejen, techo de Etiopía. El clima es sustancialmente más frío que en las tierras bajas, pero la cercanía al ecuador se nota: es templado y húmedo, con una estación de lluvias corta, pero intensa. Además, las tierras altas son muy escarpadas debido a su formación geológica. Aunque la zona ya se estaba elevando, se aceleró hace cuarenta millones de años por la actividad volcánica. Si a esto sumamos la acción erosiva de los ríos, el resultado es que Simien está llena de anchos y profundos valles con precipicios de hasta 1.500 metros: un fantástico mirador en el corazón de las tierras altas.
La flora de las montañas Simien depende directamente de la altitud, más elevada que en el resto de la región. Aquí son abundantes los bosques alpinos, en los que destaca la endémica lobelia gigante, y las zonas de matorrales y praderas. La fauna de Simien es apasionante: los gelada son su especie más carismática y numerosa, pero sus inesperados socios, los lobos etíopes, son igualmente endémicos. Están tan amenazados que son el cánido mundial en situación más sensible. Peor aún es la situación de la cabra montés etíope o walie, pariente cercana de la cabra europea e igualmente acostumbrada a vivir en precipicios. Ha llegado a estar en peligro crítico de extinción. Otros mamíferos típicos son el papión hamadríade, colobo, leopardo, caracal, hiena, chacal y varias especies de ungulados como los duikers. Algunos de los depredadores más temidos por los herbívoros llegan del aire, pues en Simien son típicas las aves de presa, así como carroñeros como quebrantahuesos y buitres.
Simien está rodeada de regiones históricas etíopes y las propias montañas han sido perfiladas y erosionadas por la agricultura y ganadería desde hace dos milenios. Estas actividades son la principal amenaza del Parque Nacional, creado en 1969 para fijar un cinturón de seguridad. La desgracia para Simien fue la de Etiopía, que sufrió repetidas hambrunas a finales del siglo XX por sequías y una inestabilidad política que en el caso de Simien ahuyentó a los guardabosques. La gestión del Parque se hizo imposible por despriorización y la fauna lo notó con agudos descensos. Las cosas han mejorado en los últimos años, pero Simien sigue necesitando mayor protección. No en vano, el 80% del territorio del Parque presenta actividad humana. La clave está en los medios y la educación de las comunidades locales, que también pueden ver en el turismo una fuente de ingresos.
Este turismo está creciendo en los circuitos por el norte del país, en los que funciona como contrapunto en viajes de corte más cultural. Al Parque se accede desde la carretera que va de Gondar a Aksum. El desvío generalmente se realiza en Debark, donde están las oficinas del Parque. Otra opción es acceder desde Adiarkay, pero el tramo sin asfaltar es más largo. Como la zona tiene actividad humana no será difícil encontrar alojamiento, aunque mucha gente hace noche en Debark. La actividad principal es el senderismo. Hay recorridos de un solo día que se acercan a la escarpadura norte para ver las impresionantes vistas y recorridos de varios días que aprovechan para coronar el Ras Dejen o el Bwahit. En las montañas tendremos opción de ver la cabra walie, pero los que no van a fallar son los geladas, que se cuentan por miles. En Simien hay que evitar las lluvias, de junio a septiembre.
Fotos: Phil Norton / Alastair Rae
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