El poder de un símbolo
Muchas veces, las identidades nacionales no necesitan demasiado para elaborar símbolos que construyan lazos con el pasado. El Caballero de Madara es un simple y erosionado relieve en una pared rocosa, pero para los búlgaros es mucho más. En los últimos tiempos se ha elegido para representar su país en sus monedas y llevar así su linaje hasta el siglo VIII, fecha consensuada de la elaboración de este misterioso relieve. Muy poco se sabe con certeza de su origen. Se duda si su estilo nos lleva directamente a las tribus búlgaras de entonces o tiene influencias persas y túrquicas. Tampoco está claro a quién representa el Caballero. La hipótesis más defendida es que se trata de Khan Tervel, primer líder en ser reconocido plenamente por el imperio bizantino. Sin embargo, el motivo esculpido, un héroe a caballo, es clásico entre la temática tracia, pueblo que ocupaba la zona al romanizarse. Seguramente, la explicación más satisfactoria es que el Caballero de Madara incorpora distintas tradiciones y cada hipótesis tenga su parte de razón. Sea cual sea la verdad, se trata de un ejemplo artístico único del primer imperio búlgaro.
Este nació de la mano de Asparuh, del clan dulo, cuando presionado por los jázaros se trasladó junto a miles de búlgaros hacia el delta del Danubio y finalmente al este de los Balcanes. Es el mismo movimiento que provocó el nacimiento de otros estados olvidados como Volga Bulgaria. Aprovechando un momento de debilidad bizantina los derrotaron y firmaron el reconocimiento del emperador. Las guerras con los jázaros no cesaban y en una de ellas murió Asparuh. Le sucedió su hijo Tervel, principal candidato para el Caballero de Madara. Tervel terminó de asentar las fronteras búlgaras gestionando la relación con Bizancio de otro modo. Especialmente al participar decisivamente en el asedio árabe de Constantinopla en el 718, victoria que permitió siete siglos de vida más al imperio bizantino. Pese a este apoyo basado en el cristianismo de Tervel, la relación a su muerte fue desastrosa. Las guerras fueron constantes hasta la desaparición de este primer imperio en el siglo XI a manos de precisamente Bizancio.
El búlgaro fue un imperio basado en una férrea organización política en torno a la figura de un khan, knyaz o emperador rodeado de una exigente nobleza y eficiente ejército fundamentado en la caballería y la estrategia en el campo de batalla. Fue así como lograron gobernar una región étnicamente dominada por los eslavos, mezclados a su vez durante siglos con los tracios. Culturalmente, este periodo se denomina como Pliska-Preslav por las dos capitales imperiales. El Caballero de Madara no estuvo en ninguna de ellas, pero sí muy cerca: los tres sitios están en la actual provincia de Shumen. Aunque Tervel fue cristiano, su pueblo era entonces, y continuó siendo varias décadas, ferviente seguidora del tengrianismo. Esta religión aparece en una de las inscripciones al lado del Caballero. Además de Tervel, dos khans posteriores de comienzos del siglo IX aparecen nombrados: Omurtag y Krum. También en las cercanías se encontraron complejos rituales y basílicas que sugieren cierto carácter sagrado al área del Caballero de Madara.
Este está labrado en una vertical pared de unos cien metros de altura, pero no lo hace en lo alto, sino a unos 23 metros. Está esculpido a tamaño natural y mira al frente, hacia nuestra derecha. Sujeta una lanza con la que está ensartando a un león derrotado a sus pies. Detrás del Caballero se distingue un perro y el resto de elementos, como un ave o los ropajes, son apenas reconocibles por la erosión. Esta erosión natural durante sus 1.300 años hace que el estado del Caballero de Madara no sea el mejor. Se han realizado multitud de estudios para evaluar los factores que lo afectan y poder prolongar su vida. En cuanto a los textos de las inscripciones, están en griego medieval, pero también están muy dañadas y solo se han podido rescatar frases sueltas. Estas son las que ligan al Caballero con Tervel, pero no definitivamente. El misterio continúa.
El Caballero de Madara se encuentra a pocos kilómetros de Shumen, una hora al oeste de Varna, tercera ciudad búlgara. En Shumen se encuentra el Monumento a los 1.300 Años de Bulgaria, de estilo cubista. Tiene sentido si tenemos en cuenta la cercanía de Madara, las ruinas de Pliska con su destacable basílica y las de Preslav. Este trío de lugares completa la visión del primer imperio búlgaro. La entrada al Caballero de Madara da derecho a todos los sitios arqueológicos en su recinto, localizados en una bonita zona natural. En total nos llevarán unas 2-3 horas. Para ello tendremos que subir unos 400 escalones hasta la cima de la pared del Caballero. La vista más cercana de este se encuentra en el camino de subida, exigiendo menos esfuerzo.
Fotos: Diego Delso / Alioshkata
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