Urbanismo de aprovechamiento
El judío es uno de los grupos etnorreligiosos más resiliente e identificables de la historia. A pesar de sufrir sucesivas diásporas, han sabido vivir fieles a sus orígenes, pasando de generación en generación creencias y costumbres. La primera diáspora judía data del siglo VIII a.C., pero la más grave sucedió entre los siglos I y II, cuando tras las revueltas contra los romanos se les prohibió residir en su capital. Los judíos se disgregaron por el norte de África y Europa creando barrios en distintas ciudades. Es innegable que la relación de estos guetos judíos con los distintos pueblos ha tenido sus altibajos. Normalmente, la constitución de un gueto partía de las autoridades cristianas o musulmanas. Los judíos tampoco desdeñaban las ventajas de vivir unidos, aunque fuera a coste de peores servicios. La historia fue muy distinta durante la II Guerra Mundial, cuando estos guetos fueron el paso previo a los campos de concentración. Tras la Guerra y creación de Israel, los guetos desaparecieron. Su recuerdo ha permanecido en muchas ciudades europeas como la morava Třebíč, en República Checa.
Un paso estratégico del río Jihlava fue la razón de ser del monasterio benedictino que sería el germen de Třebíč. Se fundó en el año 1101 y empezó a recibir donaciones y crecer. En el siglo XIII, durante el reinado de Wenceslao I, se levantó su templo más relevante, la basílica de San Procopio. Alrededor del monasterio, la ciudad tomó forma con su mercado. Las actividades económicas atrajeron históricamente a los judíos por las restricciones católicas, por lo que un mercado solía ser punto de partida para un barrio judío. Aquí, al lado del monasterio nació Podklasteri con el gueto y, al otro lado del río, la cristiana Třebíč. Crecieron pese a los ataques húngaros que forzaron la transformación del monasterio en castillo. En aquel siglo, judíos y cristianos se entendieron bastante bien e incluso se obvió una orden de expulsión de los primeros, que además tenían su propio gobierno. A finales del siglo XIX fueron libres de comprar propiedades en el resto de la ciudad, por lo que el barrio declinó. Poco después llegó la Guerra y deportaciones a campos como Terezin o Auschwitz.
Solo un puñado de judíos regresó tras la guerra, dejando atrás su gueto con viviendas, edificios públicos y especialmente un urbanismo marcado por las limitaciones del espacio. Reina la anarquía, pues las expansiones eran a demanda. El barrio judío sube por una colina que arranca en el río y se despliega a partir de dos calles paralelas y multitud de callejones, en algunos casos incluso atravesando bloques de viviendas. Estos bloques son su principal sello. Solían pertenecer a varias familias, estando la planta de abajo ocupada por talleres y tiendas y las superiores por las viviendas. No tienen una unidad estilística y la diversidad impera pese a características comunes como techos abovedados abajo y tejados de madera. Entre los edificios comunes destacan dos sinagogas de los siglos XVII, barroca, y XVIII. También ha sobrevivido al otro lado de la colina el cementerio judío. Su parte más antigua data del XV y en total cuenta con 4.000 lápidas, algunas labradas. A la entrada tiene un centro ceremonial.
Al oeste del barrio judío, el monasterio ha conservado la basílica de San Procopio. Inicialmente dedicada a la Asunción, en el quinto centenario de la canonización de Procopio de Sázava, santo checo, cambió de adscripción. Arquitectónicamente data del siglo XIII, de donde procede su estilo románico en transición al gótico de influencias francesas y alemanas, una fusión poco habitual en Chequia. Más aún, se añade la reforma en el siglo XVIII de Frantisek Maxmilian Kanka, que le dio su toque fusionando gótico con barroco. El estilo de la basílica, de tres naves y tres coros, es por tanto muy original. La base románica y gótica, en piedra granítica, se ve bien en la cripta que parte del presbiterio para adaptarse al terreno. Mientras, la fachada en el otro extremo tiene dos torres barrocas enlucidas en yeso.
Třebíč es hoy una pequeña ciudad de 40.000 habitantes. Se encuentra a una hora de Brno y dos de Praga, por lo que es factible una visita de un día incluso combinando con la cercana Telč. El centro se encuentra al otro lado del río, en torno al bello edificio renacentista Malovany. Cruzando el Jihlava por un puente peatonal pasamos al barrio judío, en el que además de pasear es aconsejable visitar la sinagoga trasera, hoy un museo en recuerdo del gueto. El cementerio es visitable sin coste y podemos llegar a él en coche. Para la basílica de San Procopio hay visitas guiadas cada hora. Aunque traduzcan algo, son en checo. Al lado de la basílica está el museo de la ciudad.
Fotos: Christof Halbe / Bjalek Michal
Comentarios recientes