Nobles racionales
La Casa Gonzaga, asentada en el norte de Italia, fue una de las más prolíficas. Además de gobernar varias ciudades y feudos produjeron un santo, doce cardenales, catorce obispos, dos emperatrices del Sacro Imperio Germánico y una reina en Polonia. Todo en menos de cuatro siglos. Los Gonzaga situaron su capital en su ciudad de origen, Mantua, que le debe todo a la familia a nivel artístico, cultural y especialmente musical, pues jugó un papel clave en el desarrollo inicial de la ópera. Otro aspecto en el que se entusiasmaron fue el del urbanismo renacentista. Mantua, ciudad enriquecida gracias a la agricultura del valle del Po, fue una ciudad que no solo incorporó edificios renacentistas, sino que se expandió bajo un modelo urbanístico inspirado en la racionalidad de esta corriente. Sabbionetta es un caso complementario. En ella, los Gonzaga no se limitaron a ampliar una ciudad medieval, sino que diseñaron de cero una totalmente racional. Ambas ciudades funcionan así como prototipos de lo que los urbanistas italianos propusieron desde el siglo XV.
Los Gonzaga gobernaron la ciudad libre de Mantua desde 1328 hasta 1708, cuando los Habsburgo la ocuparon tras años de declive dinástico. Antes de los Gonzaga se habían formado los tres lagos que caracterizan Mantua, creados artificialmente represando el río Mincio para mejorar la defensa de la ciudad. Mantua había nacido etrusca en una zona pantanosa para luego seguir los cambios de manos habituales del norte de Italia. Los Canossa gobernaron la ciudad, pero tras agotarse su dinastía Mantua se declaró ciudad libre, consideración que defendió con los lagos artificiales Superiore, Mezzo e Inferiore y el canal Pajolo, drenado en el siglo XVIII. Fue una obra de ingeniería hidráulica sobresaliente para el siglo XII apoyado en presas, molinos y un puerto defensivo. Con los Bonacolsi, Mantua vio un impulso refrendado con los Gonzaga, ascendiendo la ciudad a ducado en pleno Renacimiento. Hubo nombres clave en esta época como el humanista Vittorino da Feltre o la marquesa Isabella d’Este. Los que más perviven hoy son arquitectos como Leon Battista Alberti y Luca Fancelli, que protagonizaron la tercera expansión urbanística.
Mantua es hoy una península, pero hasta hace no mucho la ciudad estaba delimitada por el curso del canal en su lado sur, reforzado por una muralla. Esto fijó el límite de la tercera expansión, pero fuera de la ciudad hubo espacio para levantar el palacio de Te. Fue la villa de verano de los Gonzaga y presenta un temprano manierismo. El urbanismo en la ciudad deja ver su evolución: del laberinto medieval en el norte al orden renacentista al sur. Fue una de las primeras expansiones racionales en Italia. Cortando estas fases fue surgiendo de forma natural un eje desde la medieval Piazza Sordello al palacio Te. En la primera se juntan el palacio ducal, residencia de los Gonzaga con multitud de habitaciones y frescos de Andrea Mantegna, y la catedral. Ambos edificios tienen estilos de varias épocas, mientras que el más puro se puede ver en el eje perpendicular con iglesias de Alberti como Sant’Andrea y Sebastiano o palacios de Fancelli como el de Podestá, también partiendo de un edificio medieval.
En 1478, Ludovico II dividió la gestión de sus territorios entre los familiares. Vespasiano Gonzaga Colonna fue el encargado de levantar Sabbionetta, donde luego residiría antes de mudarse a Mantua. La diferencia es que Vespasiano eligió una zona deshabitada y plana a orillas del Po para poner en práctica las ideas renacentistas. El plano elegido, que hoy se mantiene, fue un hexágono irregular de fortificaciones bastante bien conservadas con dos puertas originales y dos posteriores. Intramuros hay un plano regular en cuadrícula con dos plazas. Al norte está el centro político: la plaza ducal, con el palacio homónimo y la iglesia Incoronata detrás. Al otro lado está la plaza Castello, hoy dominada por el palacio Giardino y la galería de Antigüedades. Además, en Sabbionetta destaca el Teatro all’antica, uno de los pocos teatros renacentistas aún en pie.
Mantua y Sabbionetta distan unos treinta kilómetros entre sí y se encuentran cerca de Verona, donde está el aeropuerto más cercano. Mantua nos puede llevar un día o más, dependiendo de lo que nos detengamos en sitios como el palacio de Te y Ducal, en los que es imprescindible entrar para ver sus frescos. Antes es aconsejable admirar la vista más famosa de la ciudad, al otro lado del lago tras cruzar el puente o tomando un catamarán. Sabbionetta, mucho más pequeña, tiene como punto principal el palacio Giardino y la galería, que es un paseo en arcada. Además, su nutrida comunidad judía dejó una antigua sinagoga. Ambas ciudades fueron claves para la ópera y es buena idea revisar los programas del teatro neoclásico Bibiena en Mantua y teatro all’antica en Sabbionetta.
Fotos: mykaul / Bernard Blanc
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