Barrios excavados
La meseta de Murgia, al sur de Italia, se extiende unos 4.000 kilómetros cuadrados entre las regiones de Apulia y Basilicata. Su significado es piedra afilada y hace referencia a su base de piedra calcarenita, un tipo de topografía kárstica. La lluvia es aquí abundante, lo que sumado al tipo de terreno produce accidentes geográficos como dolinas, simas, cuevas, etc. Si la naturaleza lo tiene relativamente fácil para horadar el terreno, para el hombre es poco más que trivial. La piedra calcarenita, llamada localmente tufo aunque no tenga nada de volcánica, lleva mucho tiempo siendo trabajada a orillas del arroyo Gravina. Sus verticales paredes están consideradas, de hecho, la primera evidencia de asentamiento permanente en toda Italia con 9.000 años. Con el tiempo, toda la ladera se fue agujereando tomando forma la ciudad de Matera. Lo hizo sobre un saliente y dos madrigueras humanas, los barrios de Sasso Caveoso y Sasso Barisano. Aún habitados pese a los repetidos intentos de realojo, en los Sassi hay viviendas particulares y edificios comunales entre los que destacan sus iglesias troglodíticas medievales.
Aunque influida por Magna Grecia, la ciudad de Matera fue fundada oficialmente como Matheola por los romanos en el siglo III a.C., pero no pasó de ser una modesta ciudad de provincias dedicada, como otras en Murgia, al agropastoralismo. Hacia el siglo VIII, Matera comenzó a crecer más allá de sus murallas, levantadas por los romanos en torno a Civita, centro en la Antigüedad. En esa época, los Sassi empezaron a poblarse con monasterios benedictinos y basilios. Tras una mala etapa por las disputas entre germánicos y bizantinos, Matera entró en una pacífica etapa solo alterada por pestes y terremotos, ambos con especial incidencia aquí. El cénit le llevó a ser capital de Basilicata, la antigua Lucania, desde 1663 hasta comienzos del siglo XIX, cuando se mudó a Potenza. Esta época de esplendor vio su fin justo cuando empezó a levantarse la ciudad moderna en la meseta sobre los Sassi. Esto causó un desequilibro en las viviendas inferiores que las llevó a convertirse en el símbolo del retraso italiano tras la II Guerra Mundial. Es cuando se ordena el realojo sin mayor solución.
Aunque no conformaban una ciudad en sí, los Sassi llevaban poblados nueve milenios. Los asentamientos explotaron entonces agrícolamente la zona hasta deforestarla creando problemas de erosión e hidrológicos solo solucionados tras el cambio a la ganadería trashumante. Los metales facilitaron el trabajo en los Sassi facilitando la creación de cisternas y usando los bloques extraídos en la construcción de paredes y torres. Las viviendas evolucionaron pasando de ser simples cuevas tapiadas a casas abovedadas que se agrupaban formando vicinatos que compartían cisterna. Al levantarse la zona amurallada de Civita entre los Sassi, estos quedaron relegados a funciones de talleres y graneros. Sin embargo, con el crecimiento de Matera, los Sassi se multiplicaron verticalmente hasta el punto que el techo de unas viviendas era el suelo de la superior. La principal ingeniería no era esta construcción, sino el reparto del agua drenada y recolectada desde la meseta. En este insuficiente flujo hidrológico estuvo el desequilibrio que hundió a los Sassi en la insalubridad.
Tampoco ayudó el reducido cauce del Gravina, el arroyo a cuyas orillas está Matera. La localización no es una casualidad, pues los primeros estratos calcáreos, hasta unos 400 metros de altura, son los más suaves de trabajar. A esto se sumaron dos depresiones naturales, los llamados grabiglioni, en los que se asentó cada Sasso. En estos se encuentran una decena de iglesias troglodíticas, excavadas en la ladera, que conservan frescos medievales y renacentistas. Ejemplos de ello son las iglesias Madonna delle Virtù y Santa Lucia alle Malve, ambas del siglo IX, o la posterior Santa Maria di Idris del XIV. Por encima del resto, en Civita, está la catedral Santa Maria della Bruna, levantada en el siglo XIII en estilo románico. Si a la loma de Civita le sumamos los 52 metros del campanario entenderemos su dominio del paisaje de Matera.
Pese a ocupar la meseta superior, Matera no pasa de 60.000 habitantes. Se puede llegar fácilmente en autobús y tren desde ciudades como Bari. No es mala idea contratar un guía oficial para visitar los Sassi, pues pueden ser muy intrincados. Una buena idea para empezar es visitar alguna casa habilitada como museo de cómo eran en el pasado, como Casa Noha o Grotta di Vico Solitario. Las principales iglesias rupestres comparten una entrada común, mientras que la catedral, recientemente restaurada, tiene entrada libre. Una de las principales muestras de frescos medievales se encuentra en una cripta descubierta en el siglo XX unos kilómetros al sur de Matera, la cripta del Pecado Original. La Murgia Materana forma también un Parque Arqueológico y Natural que arranca en Matera. El pan de Matera tiene fama a escala nacional.
Fotos: Guglielmo D’Arezzo / Sailko
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