Ciudad de alumnos
El término portugués praxe o investida hace referencia a los ritos de iniciación que disfrutan o sufren los caloiros, alumnos en su primer año de universidad. En otros lugares se conoce como novatada, pero aquí se ha elevado a la categoría de tradición gracias a su antigüedad y origen clerical. Su idea original es la inclusión del nuevo alumno en el ámbito universitario, generalmente lejos de su familia, mediante la desinhibición social. Queda claro que objetivos tan nobles se han corrompido ocasionalmente en forma de humillación, pero lo cierto es que los códigos fijan unos límites que luego algunos veteranos se saltan. El praxe es una más de las muchas tradiciones de la Universidad de Coimbra, como la queima das feitas, la latada o las llamativas capas negras que portan muchos alumnos. Son símbolos de una ciudad entregada a su universidad, que además de ser la más antigua del país se enorgullece de la gran participación de sus alumnos, materializada en la Associação Académica de Coimbra, primera asociación de alumnos del país.
La universidad domina la tercera ciudad portuguesa desde hace siglos, cuando el carácter de Coimbra pegó un golpe de timón. La que había sido capital política de Portugal se convirtió en la capital cultural. Su historia viene de muy atrás, pues fue Aeminium en tiempos romanos, cuando administrativamente dependía de la cercana Conímbriga. Cuando esta fue saqueada, Aeminium la sustituyó como cruce de caminos. Musulmana durante más de tres siglos, en 1064 Fernando I de León la conquistó creándose poco después su condado. Coimbra ganó en relevancia y empezó a tomar forma. La aristocracia y la catedral románica de Santa María se localizaron en la parte Alta y mercaderes y gremios a orillas del río Mondego. Cuando los portugueses avanzaron hacia el sur, el centro se desplazó a Lisboa. Esta entregó a cambio su Studium Generale, germen de la actual universidad, en 1308. Se instaló en la zona de Sofia, en la parte baja, sobre la base del monasterio de Santa Cruz. Sin embargo, años después la universidad retornó a Lisboa.
Hubo más traslados hasta que Juan III fijó definitivamente la universidad en Coimbra, instalándose poco después alrededor del palacio real de Alcáçova con veinte colegios con su propio claustro, algunos en Alta y otros en Sofia. La universidad creció gracias a la estabilidad ganando prestigio, especialmente en Derecho. Hasta el siglo XVIII, estuvo controlada por instituciones religiosas, pero la Ilustración y el marqués de Pombal trajeron nuevos aires, especialmente en las facultades de ciencias. Este periodo también se marca con la biblioteca barroca por excelencia, la Joanina. Pese al menor protagonismo religioso, la expulsión de las órdenes en 1834 trajo tiempos complicados, pero los estudiantes tomaron el mando. Conviviendo juntos en la parte baja compartieron inquietudes, se activaron políticamente y en 1887 fundaron su asociación. Fue la peor carta de presentación durante la dictadura de Salazar, última etapa revuelta en Coimbra.
Con el tiempo, los colegios de Sofia se acumularon en la zona Alta, que hoy está dominada por la universidad. El amplio patio del antiguo palacio real de Alcáçova, abierto por un lado, es el centro neurálgico con su famosa torre del reloj de 1728. Antiguos elementos del palacio fueron reformados, como la sala del trono reconvertida en el salón de actos, o reaprovechados, como la capilla. En el patio, no obstante, el principal elemento está añadido, la biblioteca Joanina. Está formada por tres salas con las paredes forradas de estanterías de remates dorados y 200.000 volúmenes y techos con frescos. Alrededor del palacio de escuelas la universidad se expande por épocas: los colegios originales del XVI y XVII, laboratorio químico, imprenta y jardín botánico en el XVIII y ciudad universitaria en el XX. No perteneciente a la universidad, pero protagonista en los rituales, la catedral románica con aspecto de fuerte es de obligada visita.
Coimbra es una ciudad mediana entregada a la educación, por lo que merece la pena venir durante el curso académico para ver la ciudad animada, especialmente si lo hacemos a comienzos o finales de curso. Es cuando se dan las ceremonias del praxe como la latada en noviembre, una ruidosa procesión, o la queima das fitas en mayo, en la que los alumnos egresados queman simbólicamente las bandas identificativas de su universidad durante una semana de pura fiesta. Coimbra está a una hora de Oporto y dos de Lisboa. Conviene dejar el coche abajo y luego recorrer Alta. La Universidad tiene paso libre salvo una entrada conjunta para salón de actos, capilla y biblioteca. En esta, la visita está pautada y limitada, así que es mejor comprar pronto la entrada. Con antelación hay visitas guiadas disponibles. Fuera de la Universidad merecen la pena el museo Machado de Castro y, si vamos con niños, Portugal dos Pequenitos, un parque temático de 1940.
Fotos: Andreas Trepte / dasalpi_photo
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