Colores carolingios
Grisones es el cantón más extenso de Suiza, pero poca de su superficie es productiva. Estamos en plenos Alpes, aunque la altura media no es tan alta como al oeste. Viven unas 200.000 personas desperdigadas en pequeñas poblaciones con gran mezcla étnica y lingüística, con presencia de italiano, alemán y romance. Fronterizo con Italia, Val Müstair es un municipio formado por pequeños pueblos en un valle que penetra directamente en la provincia italiana de Bajo Tirol. Esta montañosa región fue parte del imperio romano bajo la provincia de Raetia, siendo su ciudad más relevante la actual capital, Chur. Tiempo después fue parte del imperio carolingio durante la breve reunificación de Europa Occidental del siglo IX. Carlomagno fue una figura no solo política, sino que promovió uno de los primeros renacimientos artísticos. El convento benedictino de Saint-Jean-des-Soeurs en Müstair data de entonces. Especialmente relevante son sus frescos, una de las pocas muestras de pintura carolingia que ha sobrevivido.
El año 780 es la referencia para la fundación del convento de la mano del obispado de Chur, mientras que la adscripción a la orden benedictina aún tardó unas décadas. Es una época de relativa paz en la que las órdenes ganan poder llegando a todas las esquinas del imperio carolingio. Tenían una clara función pacificadora e integradora. Además, en este caso el convento fue paso fronterizo en Val Müstair. La destreza de la Antigüedad se había olvidado, pero Carlomagno buscó un retorno artístico, tarea conseguida parcialmente. En este sentido, el convento de Müstair fue uno más, pero su aislamiento favoreció su conservación. Tras la época carolingia tuvo modificaciones. Entre los siglos X y XI se añadieron torres, capillas y se ampliaron las estancias del obispo. Artísticamente se acabó la segunda fase de frescos, más o menos cuando Saint-Jean-des-Soeurs cambia de género y pasa a ser dirigido por monjas.
Tras ser escenario de las guerras suabias y saqueado, el convento de Müstair acometió la principal reforma arquitectónica en la iglesia, que pasó de una sola nave a tres en estilo gótico tardío. Por entonces, en la zona de Grisones se habían formado tres ligas locales que tomaron el control regional. La de la Casa de Dios limitó el poder político de los obispos de Grisones, lo que afectó a Müstair. El efecto inmediato fue la reducción de fondos, por lo que el monasterio detuvo su evolución. El obispado de Chur siguió modificando su gestión negociando su poder con las ligas y los Habsburgo, pero nada afectó especialmente al convento salvo su ascenso a priorato en el siglo XIX. A comienzos y mediados del siglo XX, durante las labores de restauración, aparecieron los frescos antiguos, tanto románicos como carolingios. Estos fueron datados en torno al año 800, poco después de la fundación. Se han podido limpiar parcialmente, pero al pintarse sobre ellos el trabajo ha sido complejo.
Enclavado en los valles alpinos de Val Müstair, el convento de Saint-Jean-des-Soeurs es un complejo construido a lo largo de 1.200 años con edificios de diversas épocas, lo que se refleja en su ecléctico estilo que va del carolingio al gótico. Todo en tonos grises, cuenta con la iglesia conventual y de la Santa Cruz, las residencias de la abadesa y la antigua del obispo, dos claustros, dos torres y los edificios más funcionales. Los frescos carolingios son sin duda la estrella del lugar, pues conforman el ciclo de pinturas figurativas carolingias más importante junto a la iglesia italiana de Santa Maria foris portas. Su principal característica es su rango limitado de colores, todos en tonos parecidos: ocre, marrón y rojo. El trazo es rápido y estilizado, destacando unas figuras sobre otras. Como pasaría con los frescos románicos, lo importante era contar una historia con imágenes. En el caso de Müstair es interesante ver la imagen que se trasladaba a los fieles del Juicio Final, que indirectamente era una forma de control de la Iglesia.
Grisones es un cantón que ofrece naturaleza, cultura romance y pequeños pueblos escondidos entre sus valles. No hay un solo aeropuerto en él, así que se accede en coche o en tren. En este cantón está centrado el histórico ferrocarril Rético. Este, no obstante, no llega hasta Müstair. Ya sea pernoctando o en ruta, el convento es uno de los imprescindibles de la zona. Visitar la iglesia principal es gratuito, pero el museo merece la pena. Hay también visitas guiadas, pero solo en los tres idiomas oficiales del cantón, por lo que nos podemos perder parte de la simbología de los frescos. Distinguir los carolingios es sencillo si nos fijamos en la gama de colores. Parte de estos están en la iglesia, parte en el museo y parte en el museo regional de Zúrich. Hay un sendero denominado de las Horas que va de aquí hasta la Abadía de Monte María.
Fotos: Llorenzi / Georg Mittenecker
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