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Yakushima

Yakushima

Kagoshima (Japón)

  • Author: info@viajealpatrimonio.com
  • Date Posted: 15 09, 2020
  • Category:

Lluvia y madera


En Japón, que se precia de cuidar sus bosques, el árbol sugi es el nacional. Se le denomina también cedro japonés, aunque en realidad no tiene relación con estos, sino con los cipreses. Comparte ciertas similitudes con las secuoyas: aspecto general, gran tamaño y también alta longevidad. Muchos sugi llegan cómodamente a los 500 años y algunos sobrepasan el milenio, tomando entonces el nombre de yakusugi. Estos necesitan una serie de condiciones: unos 500 metros de altitud, sustrato poco nutritivo como el granítico que ralentice el crecimiento y gran humedad que favorezca la producción de resina para prevenir la putrefacción. Son las condiciones en la isla Yakushima, al inicio de las islas Ryūkyū que enlazan Japón con Taiwán. Su apreciada y simbólica madera ha sido históricamente explotada para templos y capillas. Sin embargo, hoy los yakusugi están protegidos, como el resto del rico bosque en el que se dan cita especies paleoárticas y orientales.

Bosque en Yakushima

Yakushima es una de las islas más grandes de Ryūkyū con 500 kilómetros cuadrados, siendo su forma casi perfectamente circular, con un diámetro de 25 kilómetros. Pertenece al grupo Ōsumi, el más septentrional. Está a solo sesenta kilómetros de Kyūshū, la tercera isla del país. La base es granito de origen no volcánico, aunque las aguas termales abundan. Su rugosidad es muy uniforme y pronunciada. Desde la costa va ascendiendo por todos los extremos hasta alcanzar 1.936 metros en Miyanouradake, techo de las Ryūkyū. No es un pico aislado, alrededor hay más de treinta que superan los mil. A esta rugosidad se añade un clima húmedo subtropical excepcionalmente lluvioso, la mayor pluviosidad de todo Japón. Rugosidad y lluvia producen habituales corrimientos de tierra, verticales gargantas y una frenética hidrología con multitud de riachuelos y cascadas como Ooko-no-taki, la más famosa. 

Otra consecuencia del clima de Yakushima es su desbordante vegetación. Si en Japón alguien imagina un bosque le viene a la mente Yakushima, inspiración de muchos artistas. El núcleo principal está protegido y alberga un valiosísimo bosque primario encabezado por los yakusugi. Varios ejemplares han ganado fama como para tener nombre propio. El más conocido está en la cara norte, Jōmon Sugi. Es más voluminoso que alto y, aunque su edad no está clara, se estima en al menos 2.170 años. Algunos elevan la cifra hasta 7.000. Los sugi son la especie más carismática de una variadísima flora. En Yakushima se juntan dos regiones biogeográficas o ecozonas, de forma que tenemos especies de ambas hasta alcanzar 1.900 diferentes. Los bosques subtropicales de Yakushima suponen una de las mayores extensiones de una vegetación amenazada en las Ryūkyū. Su condición de isla no permite una gran fauna, aunque dos subespecies de macaco japonés y ciervo sica son endémicas. Fuera de los bosques, en la costa de Yakushima desovan tortugas boba. 

Jōmon sugi en Yakushima

El sugi de Jōmon hace referencia a este periodo de la historia japonesa en el que hay constancia de presencia de asentamientos en Yakushima, en torno al año 1000 a.C. Aparece en los primeros textos en los siglos VI-VII, tanto chinos como japoneses. Como parte de las Ryūkyū es parada para muchos viajeros, aunque por la cercanía geográfica siempre ha formado parte de provincias japonesas. La orografía nunca ha permitido muchos habitantes, que hoy están en torno a 15.000. La actividad tradicional, aparte de la pesca, ha sido la explotación de la madera de sugi. Se exportaba a todo Japón para construir barcos o manufacturado como tejas de madera denominadas hiragi. En el siglo XIX se restringió fuertemente la explotación de los bosques, que solo tras varios pleitos se permitió en zonas acotadas. Las zonas de yakusugi fueron respetadas, mientras que el resto han sido reforestadas. Hoy Yakushima se dedica principalmente a la agricultura y turismo. 

Este es principalmente nacional. Como en el resto de Ryūkyū, el clima es suave y atrae a mucha gente. Aunque hay aeropuerto, la forma más habitual de llegar es en ferri desde Kagoshima, a dos horas. En la isla hay autobuses, pero si queremos llegar hasta el inicio de las rutas es mejor alquilar un vehículo. Antes de penetrar en los bosques conviene visitar el museo Yakusugi con la historia natural y maderera de la isla. Las rutas de trekking van de lo moderado a lo complicado, con el terreno muy accidentado y la posibilidad de lluvia todo el año. Arakawa va al sugi Jōmon, una ruta larga y no especialmente tupida. Más espectacular y accesible es el bosque Shiratani Unsuikyo y también recomendable es Yakusugiland. Los más largos para coronar los picos obligan a hacer noche en parcos refugios. Para relajarse podemos ir a playas como Nagata-no-hama, comprar recuerdos de madera de sugi, comer pescado o tomar shōchū, licor local.

Fotos: Carlos Donderis / Hiroaki Kaneko

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