Atravesando el desierto
Baja California es una alargada península de 1.250 kilómetros completamente en territorio mexicano. Geográficamente separa al océano Pacífico del golfo de California, mientras que geológicamente pertenece al primero. Emergió hace no mucho tiempo dentro de la placa pacífica. Los movimientos tectónicos producen hoy bastante tensión sísmica y volcánica en una región vertebrada por varias cordilleras. Es un terreno excepcionalmente árido en el que los desiertos se alternan con zonas de matorral. Un ejemplo es el desierto de Vizcaíno, situado hacia la mitad de la península y flanqueado por la sierra Vizcaíno y la cordillera Tres Vírgenes. Una tierra yerma como Vizcaíno está rodeada, sin embargo, por un mar que bulle de vida. La amplia bahía Sebastián Vizcaíno es la entrada a la laguna costera Ojo de Liebre, en cuyas aguas crían las ballenas grises, única especie en su familia y una de las especies migratorias más viajeras. Es la especie más representativa de un fantástico santuario marino y costero con multitud de aves y mamíferos.
Aparte de las dos cordilleras que lo delimitan, el desierto de Vizcaíno, sin apenas precipitaciones, es una zona totalmente llana en la que dos lagunas salinas son el principal accidente geográfico: Ojo de Liebre y San Ignacio. La primera está orientada a la bahía cerrada por Punta Eugenia, Isla Natividad y la montañosa Isla Cedros. También penetra más en la península de California, hasta nueve kilómetros a través de varios brazos. Varios bancos de arena regulan el paso del agua al interior según las mareas, mientras que en la costa una red de playas y dunas delimitan la laguna. Antiguamente era una amplia playa, pero los sedimentos fueron cerrándola hasta la foto actual. Unos cien kilómetros al sureste, de cara al océano, se encuentra San Ignacio. De similares características, pero menor tamaño, la laguna se divide en tres secciones según su profundidad y apertura al mar. Ambas lagunas son el núcleo de un ecosistema de dunas, humedal, marismas, manglares y puro desierto. De extrema sensibilidad, las lagunas forman parte de la Reserva de la Biosfera homónima que se une a otras áreas protegidas hasta conformar la mayor extensión protegida mexicana.
Fuera del agua, la escasa flora de Vizcaíno está emparentada con el desierto de Sonora hasta que llegamos a las lagunas, en cuyas orillas progresan plantas halófitas resistentes a la salinidad. La fauna terrestre es escasa, pero muy escogida. Entre todas destaca el berrendo de Baja California, una especie a punto de extinguirse en los 80 que hoy progresa. En los humedales crían cientos de miles de aves, muchas migratorias. Ejemplos son águilas, cormoranes, garzas o gaviotas. En las lagunas y sus orillas es donde está la mayor cantidad de vida marina con cuatro especies de tortuga marina, miles de crustáceos, leones marinos de California, focas, elefantes marinos y los encantadores delfines mulares. La estrella en Vizcaíno es la ballena gris, cuya población en el noreste del Pacífico tiene aquí su santuario. La combinación de profundidad, temperatura, nutrientes y salinidad en las salinas las hacen perfectas para su proceso reproductivo, desde el emparejamiento hasta un mes de vida. Generalmente se localizan en la parte interior hasta que salen a mar abierto.
La población de ballenas está hoy al alza y se están empezando a localizar ejemplares en sitios muy alejados de sus hábitats conocidos, en consonancia con su carácter de especie supermigratoria. Desde su nombramiento en los años 70, santuarios como Vizcaíno han sido clave para su supervivencia. Desgraciadamente, durante veinte años del siglo XIX la laguna Ojo de Liebre fue sin embargo un lugar de caza de ballenas. El primer cazador, Charles Scammon, dio su nombre a la laguna. Antes de él, la zona fue apenas explotada por los colonos, pero sí por los indígenas cochimí, que dejaron tras de sí arte rupestre. Hoy, la principal amenaza son las salinas. En concreto, la planta de producción de la compañía Exportada de Sal es la más grande del mundo. Más allá de lo estético, el problema son los vertidos. La otra amenaza principal es la sobrepesca en la bahía y océano que rodean las lagunas, cuyas aguas no gozan del mismo nivel de protección.
Guerrero Negro es la localidad de referencia para Vizcaíno. A medio camino de la península, llegar hasta aquí no es obvio. La mejor manera es volar en avioneta desde Ensenada, ciudad a pocos kilómetros de Tijuana y San Diego. La alternativa es plantearse un viaje por toda la península, que merece la pena. En Guerrero Negro encontraremos una gran oferta para visitar las lagunas, dunas y el humedal con su avifauna. También merece la pena complementar estas visitas naturales con las pinturas rupestres de San Francisco y Santa Marta y las salinas. Desde diciembre hasta abril es la temporada de ballenas, visita estrella en la que podremos estar muy cerca de ellas y tocarlas.
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