Pintar cada abrigo
La península ibérica recibe su nombre de los íberos, pueblo prerromano que ocupó las cuencas mediterráneas hasta el siglo III a.C. Su procedencia está en discusión, pero en general las teorías asumen que su presencia se remonta mucho tiempo atrás. Sus ancestros se instalaron en el arco mediterráneo, donde se sedentarizaron a partir del sexto milenio a.C. Hasta la entrada de los metales en el segundo milenio a.C., la actividad dominante fue la ganadería. Durante el Neolítico, estos pueblos del arco mediterráneo desplegaron en multitud de abrigos rocosos y cuevas su principal muestra de arte conservada, la pintura. Este arte prehistórico sucede así al desarrollado en al cornisa cantábrica mucho antes, en el periodo magdaleniense, del que Altamira es el principal ejemplo. Las muestras del arco mediterráneo no son tan exuberantes, pero sí abundantes. Tanto, que estamos ante la mayor concentración de arte de la Edad de Piedra en Europa, quizá en el mundo. Se han localizado más de 750 puntos de arte rupestre, especialmente en el interior de la Comunidad Valenciana, con más de 300.
La datación de las pinturas es un debate vivo que no se ha terminado de cerrar. El consenso dicta que cubren un periodo bastante amplio que abarca fases del final del Paleolítico y buena parte del Neolítico. Las más antiguas tendrían unos 10.000 años y se prolongan unos 5.000 más. Al cubrir dos etapas tan diferentes, entre las pinturas hay tanto escenas de caza como pastorales, reflejando el cambio de actividad. El estilo las emparenta con las pinturas prehistóricas de los Pirineos, pero evolucionadas. A su vez, el arte del arco mediterráneo da paso al denominado arte esquemático ibérico, con el que se solapa parcialmente. Quiénes fueron los autores también está en discusión, dictando de nuevo el consenso que hubo mezcla poblacional de gentes del Pirineo con migrantes del norte de África. Las pinturas fueron conocidas por pueblos más modernos, como demuestran algunas inscripciones, pero no llamaron la atención hasta el siglo XX, cuando el arqueólogo Juan Cabré las empezó a catalogar. El ingente trabajo de recopilación fue seguido de la ordenación temporal y estilística.
El arte del arco mediterráneo, aun con variedades locales, presenta un estilo bastante uniforme. La técnica, heredada del Paleolítico, hace uso de pinceles de plumas. Generalmente, las figuras eran delineadas y pintadas en uno o dos colores: rojo y negro. El lienzo era luego tratado con una capa transparente de cal para preservarlo de los elementos. Las figuras son pequeñas, no más de veinte centímetros, y sobre un fondo vacío representan principalmente animales y figuras humanas. Las escenas son muy dinámicas con actividades como danzas, caza, pastoreo e incluso recolección de miel. Los hombres son mostrados desnudos, mientras que las mujeres tienen falda. Algunas figuras parecen también mostrar cierto rango o estatus y también vemos, en las escenas más tardías, batallas sencillas. Tanto en estas como en las de caza, el arco es con mucho el arma preferida. En la etapa final las figuras se estilizan y esquematizan, dando paso al siguiente estilo. Entre los animales hay un catálogo de fauna ibérica, incluyendo especies actuales como el lince ibérico y cabra montesa.
Los más de 750 lugares de arte prehistórico están en abrigos de roca o cuevas poco profundas a las que llegaba la luz natural. Se realizaban normalmente a media pared o en el techo. Generalmente no eran lugares ocupados, solo ceremoniales, por lo que apenas hay restos orgánicos. Aunque las pinturas tienen en común el Mediterráneo, casi todas están en el interior, en zonas de difícil acceso que posiblemente eran lugares de caza. Al contrario que en el arte rupestre del Cantábrico, el arco mediterráneo carece una cueva bandera. Los ejemplos representativos incluyen la comarca castellonense del Maestrazgo, donde está Valltorta. Aquí abundan escenas de caza como la famosa representación de la Cueva de los Caballos. Otra relevante está en el Abrigo de Cogull, en Lérida, donde la Roca de los Moros muestra a varias mujeres danzando en torno a un hombre con gran falo. Por último, las Cuevas de la Araña en Valencia incluyen al hombre de Bicorp subiendo por lianas para recolectar miel.
El arco mediterráneo tiene más de mil kilómetros, desde Lérida hasta Granada, en los que cada afloramiento rocoso es candidato a tener alguna pintura. No obstante, las más importantes están protegidas y dependen de algún centro de interpretación o museo que conviene visitar previamente. Cogull, Valltorta y Bicorp tienen el suyo, pero también otros como Colungo en Aragón, Yecla en Murcia o Alpera en Castilla-La Mancha. Para cada lugar hay que revisar los horarios y regímenes de visita, pues en algunos casos hay que reservar previamente la visita, que suele ser guiada. Los abrigos y cuevas de Andalucía tienen visitas más libres y se llega en rutas de senderismo.
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