Neoconfucionismo práctico
La historia del príncipe Sado es una de las más conocidas y tristes en Corea. Nació en 1735, durante la era Joseon, última dinastía imperial coreana. Al morir su hermano mayor se convirtió en el heredero del rey Yeongjo, pero las cosas se torcieron. Tanto él como su hermana eran tratados cruelmente por su padre. Cuando ella murió entró en una fase neurótica que derivó con el tiempo en una descontrolada agresividad. Yeongjo finalmente le sentenció obligándole a encerrarse en un cofre de madera en el que murió por inanición y anoxia. Pese a las reticencias de parte de la nobleza, el trono pasó luego al hijo de Sado, llamado Jeongjo. Desde el comienzo mostró su desacuerdo con las decisiones de su abuelo y trató de restituir el honor de su padre. Jeongjo consideraba que este había sido víctima de una conspiración y por ello intentó mudar la capital al sur, a la ciudad de Suwon, lejos de los supuestos conspiradores. Levantó la tumba real de Yunggeolleung que destinó a su padre, coronado póstumamente, y muy cerca Hwaesong, una fortaleza de innovador diseño donde instaló su palacio real.
Jeongjo eligió una antigua ciudad coreana que nunca había llamado demasiado la atención, Suwon. Factores relevantes fueron la cercanía a Seúl, a solo 25 kilómetros, y las montañas Hwasan, donde en base a consideraciones geománticas eligió el lugar ideal para la tumba paterna. La fortaleza en sí está en la base de la montaña Paldal, unos kilómetros al norte. Con el lugar elegido, en 1794 se iniciaron las obras bajo el diseño de Jeong Yakyong, la otra figura imprescindible en la historia de Hwaesong. También conocido como Dasan, Jeong Yakyong fue un influyente filósofo y consejero del rey Jeongjo. Dasan encabezó la rama neoconfuciana Silhak o estudios aplicados, que trató de reorientar la deriva metafísica de esta filosofía. En la práctica significó la modernización y apertura de Corea, un primer paso para impulsar a los Joseon más allá de su tradicionalismo. Dasan había escrito la influyente obra La Estrategia de las Fortificaciones indagando en diseños tanto coreanos como chinos y occidentales.
En base al Silhak, Jeongjo también innovó en el régimen laboral de los trabajadores, que fueron contratados con sueldo asociado. Acabaron Hwaesong en tan solo dos años bajo la supervisión de Chae Chae-Gong. La rapidez tuvo mucho que ver con las novedosas grúas y poleas utilizadas, otra idea de Dasan. Entre medias tuvo lugar, en 1795, una histórica procesión en honor a Sado, cuya tumba fue trasladada a su lugar actual. Suwon recibió inversiones y exenciones fiscales para impulsarla como capital, pero la repentina muerte de Jeongjo en 1800 truncó los planes. Hwaesong, que se concibió como fuerte inexpugnable frente a los beligerantes japoneses, no sufrió ataques hasta el siglo XX, cuando precisamente los japoneses ocuparon el país. Aquí recibió sus primeros daños, que fueron más cuantiosos en la Guerra de Corea. Afortunadamente, el supervisor Chae Chae-Gong tuvo la buena idea de registrar todo lo relacionado con la construcción y publicarlo en 1801, por lo que la reconstrucción posterior fue sencilla. Hwaesong ha recuperado así sus casi seis kilómetros de circuito solo interrumpidos por carreteras modernas.
Las murallas alcanzan los seis metros, aunque en el monte Paldal no fue necesario subir más de cuatro. Están atravesadas por cuatro puertas principales en los puntos cardinales, destacando la norte y sur, Janganmun y Paldalmun, con dos estructuras de madera de dos pisos y conectadas entre sí por la principal calle. Además se abrieron cinco puertas secretas, destinadas a proveerse y lanzar ataques durante los asedios, y dos compuertas para regular el flujo del río que atraviesa Hwaesong. Las puertas son parte del compendio de estructuras defensivas que incluyen torres defensivas, bastiones, torres almenadas, etc. Destacan dos torres vigía y una torre baliza destinada a avisar con señales de humo ataques a Hwaesong. En total se levantaron 48 estructuras de las que sobreviven 44. En el interior de la fortaleza se restauró hace poco el palacio real Haenggung.
Suwon está tan cerca de Seúl que cuenta con todo tipo de transporte público, incluido el metro, por lo que es ideal como excursión de día. La principal actividad es recorrer el perímetro entero de Hwaesong, factible en unas tres o cuatro horas pese a la distancia. Por el camino pararemos en las distintas estructuras, algunas con exposiciones para aprender más del lugar y la historia de Sado. Se suele empezar por Paldalmun para afrontar la única subida al comienzo. Si vamos en verano, el recorrido puede hacerse duro por la falta de sombra. Frente al palacio hay un completo programa de actividades con espectáculos tradicionales, artes marciales y cambios de guardia. Suwon es muy famosa por su galbi, plato coreano consistente en costillas de vaca marinadas.
Fotos: dconvertini / kiseoung Nam
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