Pasado cristiano
A comienzos del siglo XV, Portugal había conseguido afianzar su independencia, pero se enfrentaba a un problema económico. Tenía el comercio vetado tanto en el Mediterráneo como en el mar del Norte, por lo que solo contaba con Inglaterra como posible socio. En 1415 intentaron solucionar el asunto capturando la ciudad norteafricana de Ceuta, pero no era el Mediterráneo donde hallaría su negocio, sino mirando al sur. Haciendo uso de las últimas tecnologías de navegación se aventuraron por la costa atlántica de África con un objetivo, el de encontrar una vía que les diera acceso al lucrativo comercio de las especias. La empresa les llevó todo el siglo XV y en ella fue vital la figura del infante Enrique el Navegante, dispuesto a echarse al mar y superar el mítico cabo Bojador, más allá del cual los mapas europeos estaban en blanco. Como lo principal era hacer negocios, los portugueses establecieron varios puestos comerciales como anticipo de las colonias. El primero fue Arguin, en la costa mauritana, pero unos años después tomaron una de sus principales plazas. Fue la ciudad bereber de Mazighen, renombrada como Mazagán.
El puesto comercial de Mazagán se estableció en 1486, pero Portugal quería mayor control, así que conquistó la ciudad. Corría el año 1502 y Portugal no solo había llegado al océano Índico tras bordear África, sino que se había repartido el mundo con España en el tratado de Tordesillas. La costa marroquí estaba punteada con distintos puestos que iban desde Ceuta a Mogador, actual Esauira. A mediados del siglo XVI, el contraataque marroquí dejó la costa con solo tres puertos portugueses: Ceuta, Tánger y Mazagán. Las dos primeras fueron cedidas respectivamente a España e Inglaterra, por lo que para el siglo XVIII solo Mazagán era portuguesa. Entonces, Mohammed III estaba al frente de la poderosa dinastía marroquí de los alauitas. No era un sultán precisamente antieuropeo y promovió el comercio con los cristianos, pero tenía claro que este comercio tenía que darse en igualdad de condiciones. Ello pasaba por expulsar a los europeos de su costa. Con Melilla fracasó, pero en 1769 Mazagán fue conquistada con éxito finalizando el gobierno portugués. Como la ciudad no se reocupó inmediatamente y fue la última colonia, Mazagán es el principal legado portugués de la era colonial en Marruecos.
Cuando los portugueses se hicieron con Mazagán, el asentamiento apenas contaba con una construcción estable, la torre bereber de el-Brija. Primero se diseñó una modesta ciudadela que, ante la pérdida de otras colonias, fue ampliada por un equipo multinacional de arquitectos militares renacentistas. En su interior creció la ciudad cristiana con iglesias y capillas pese a la reticencias locales. Cuando los portugueses huyeron con destino Brasil, donde fundaron Nova Mazagão, dejaron la entrada principal minada. Al explotarle a los marroquíes, enfurecidos derruyeron parte de las murallas rebautizando la ciudad como al-Mahdouma, ciudad en ruinas. Quedó abandonada hasta que en el siglo XIX el sultán Abd ar-Rahmán ibn Hisham decidió reocuparla rebautizándola como El Jadida, la nueva. Reconstruyó las murallas y levantaron la primera mezquita como símbolo de purificación. El Jadida atrajo a comerciantes europeos, que levantaron sus propios templos como la iglesia española y residencias particulares.
Ciudades como Granada o Sevilla son ejemplos de arquitectura musulmana superpuesta con arquitectura cristiana, mientras que El Jadida funciona a la inversa. En este sentido, el punto más simbólico es la antigua torre de Rebate portuguesa convertida en esqueleto del minarete de la principal mezquita en la plaza Terreiro. Esta torre formaba parte de la Cisterna, principal legado portugués compuesto por varias torres sobre un edificio cuya sala central tiene columnas y bóvedas en estilo manuelino, el más característico de la era colonial portuguesa. El otro gran monumento portugués es la iglesia de la Asunción, del siglo XVI, un sencillo templo con campanario. Ambos están insertos en el fuerte en forma de estrella de 250×300 metros de extensión con gruesas murallas de ocho metros, cuatro bastiones, otro derruido y tres puertas. Alrededor hay un dique que funcionaba como foso. La calle principal en el interior es Rua da Carreira, donde están Cisterna, mezquita e iglesia. También sobrevive alguna sinagoga.
El Jadida se encuentra a unos cien kilómetros de Casablanca siguiendo la línea costera hacia el sur. Esta zona tiene bastante turismo interno, pues al estar cerca de grandes ciudades playas como Sidi Bouzid o Haouzia y su tranquilo ambiente atraen a la gente. No obstante, la ciudad tiene unos 200.000 habitantes tras sucesivos ensanches modernos. El centro es bastante pequeño y se puede ver perfectamente en medio día. Visitas obligadas son el paseo por las murallas, que proporciona las mejores vistas de El Jadida, y la Cisterna. Esta ciudad es ideal para probar pescado a buen precio.
Fotos: Global Panorama / Sam Amil
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