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Torre de Londres

Torre de Londres

Gran Londres (Reino Unido)

Corazón de la City


Aunque perdiera el trono de ciudad más poblada del mundo, Londres no necesita mucha presentación. Fundada en el siglo I por los romanos como Londinium, en solo unas décadas se convirtió en capital de Britania alcanzando 60.000 habitantes. Tras el Imperio declinó, pero su situación en la desembocadura del Támesis era tan estratégica que revivió varias veces. Antes de la llegada de los normandos en el siglo XI estaba despuntando, pero con ellos refrendó una posición política que no perdería. Un factor clave fue la Torre de Londres, fortificación normanda a orillas del Támesis que domina la City. Este pequeño condado de una milla cuadrada, parte de Gran Londres, goza de un estatus reservado y está considerada ciudad junto a Westminster. Núcleo romano y medieval, en el siglo XIX se convirtió en distrito financiero. En medio de bancos y oficinas, la Torre ha mantenido su simbolismo como depositaria de la Corona británica, aunque sus funciones tuvieron que ver con su inexpugnabilidad.

Torre de Londres vista desde The Shard

Han sido numerosas: casa de moneda, prisión, armería, casa de fieras y sitio real. Su construcción data del primer normando, Guillermo, lo cual no es sorpresa, pues levantó decenas de fortificaciones en todo Inglaterra para consolidar su conquista. Muchas fueron empalizadas, incluida la primera versión londinense que también parasitó las murallas romanas. A finales del siglo XI se había erigido la torre Blanca, fortificación normanda por excelencia que serviría de modelo para la arquitectura civil entonces. También se inicia su función como prisión, una de las que más leyendas ha generado e indudablemente la más longeva, hasta 1952. También surge la figura del oficial al mando, que al controlar una fortificación así fue en varios momentos clave en la historia inglesa. Uno, William Longchamp, fue el primero en sufrir un asedio. Paulatinamente, la Torre se ganó su fama de invulnerable refugiando a varios reyes en apuros.

La Torre de Londres fue habitualmente asediada en esta era de revueltas internas y disputas entre Corona y nobleza. Entre guerras se aprovechaba para reforzar aún más el castillo. Así hasta comienzos del siglo XIV, cuando la Torre adquiere su aspecto básico actual tras las reformas de Enrique III y Eduardo I. Tras ellos, el palacio de Windsor se ganó el favor de muchos reyes, aunque también poco después se inició la tradicional procesión de coronación que partía de aquí y llegaba a la abadía Westminster. El declive definitivo llegó con los Tudor en el siglo XVI, cuando la Torre no se modernizó para la artillería moderna. Convirtieron la Torre en una armería mientras explotaban su rol de prisión, que alcanza su auge en número de prisioneros, torturas aplicadas y ejecuciones famosas, como la de Ana Bolena. No obstante, la mayor parte de los ajusticiamientos tenían lugar en la cercana Tower Hill. Más o menos por entonces arranca su elevación a mito y objeto turístico. No en vano, las joyas de la Corona han estado expuestas al público desde 1669. 

Torre Blanca de la Torre de Londres

Las cinco hectáreas de la Torre de Londres tienen un plano en triple anillo concéntrico, sirviendo el primer espacio para el antiguo foso, hoy seco. Este se supera con un puente en la zona suroeste que nos deja bajo la torre Byward. Dos circuitos de torres protegen el anillo central, con algunas tan relevantes como Beauchamp, primera estructura en usar ladrillos en Inglaterra desde tiempos romanos. También hay puertas famosas como la de los Traidores, que conectaba con el Támesis. En el centro se erige la torre Blanca, que recibe su nombre del enlucido que se aplica desde tiempos medievales. Aunque por su gran tamaño parece un castillo en sí, en realidad es la torre del homenaje. Como tal estamos ante una obra maestra de la arquitectura militar medieval. Cuatro torres ocupan las esquinas, estando la sureste proyectada para alojar la capilla. Solo esta refleja en su interior el pasado normando, pues el resto de estancias han sido muy modificadas.

Pese a su precio, la Torre es uno de los monumentos más visitados de Londres. Se puede llegar de muchas maneras, siendo la más práctica el metro, estación Tower Hill. La visita está llena de ambientación y atracciones familiares que nos ocuparán perfectamente toda una mañana: una visita guiada por un Yeoman Warder, guardianes de la torre; ver las joyas de la corona; conocer a los seis cuervos que sostienen simbólicamente la Corona; probar antiguas armas en la Armería; visitar las celdas y el museo de la moneda. Más complicado es asistir a la famosa ceremonia de las llaves, cuya asistencia requiere reserva con meses de antelación. En la City hay menos monumentos de los esperables por los incendios y guerras, pero son visita obligada la catedral de San Pablo y el puente de la Torre, del siglo XIX. Son recomendables las vistas desde el Sky Garden, uno de los rascacielos que ensucian el fondo de la Torre.

Fotos: It’s No Game / Stephan Brunker

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