Huida como recurso defensivo
Siddarta Gautama, Buda, fue incinerado a su muerte. Sin embargo, la leyenda dice que uno de sus colmillos sobrevivió a la cremación. Esta reliquia ha sido custodiada durante siglos y hace tiempo que se ganó la fama de ser mágica: quien la poseyera, poseería también el derecho divino de reinar en su territorio. Con semejante atributo no es de extrañar que el diente haya sido tan protegido y codiciado durante los siglos. Llegó al territorio de Sri Lanka en el siglo IV. Tras permanecer en varios sitios, Vimaladharmasuriya I llevó el diente de Delgamuwa a Kandy. Ya fuera por la fuerza que le otorgó la reliquia o, más probablemente, por su inextricable situación geográfica entre montañas en un terrible clima monzónico, Kandy se mostró como uno de los reinos más complicados de conquistar de toda Asia. Durante años, portugueses, holandeses y británicos bregaron con los indígenas y las condiciones, con el diente de Buda de testigo.
Kandy no es más que la versión occidentalizada de Kanda Uda Rata, la tierra de la montaña, aunque la historia nos habla del nacimiento de la ciudad de Senkadagala. Fundada en el siglo XIV por Vikramabahu III, rey de Gampola, la ciudad fue creciendo en importancia. Inicialmente fue dependiente del reino de Kotte. Sin embargo, cuando un rey de Kotte fue asesinado en medio de tensiones con los portugueses, su herencia se partió en tres. Así comenzó la carrera por la independencia de Kandy. Esta se logró a finales del XVI de la mano de Vimaladharmasuriya, el rey que había traído el diente de Buda. De aquí a 1815 arranca la historia de cómo un pequeño reino se resistió a todos los ataques coloniales posibles. Durante todo el siglo XVII y parte del XVIII lograron aliarse con los holandeses en un trato claro: estos podrían controlar la costa, su verdadero interés, mientras Kandy se dedicaba al interior y se mantenía como independiente.
Sin embargo, al final los holandeses traicionaron el acuerdo e intentaron tomar Kandy. Era 1763 y sus habitantes confiaron en los elementos. Utilizaron por primera vez una táctica inteligente: abandonaron la ciudad y se retiraron a la jungla, donde una mezcla de guerrilla y enfermedades terminó por desgastar a los holandeses. Estos terminaron por quemar la ciudad y retirarse a la costa. Cuando las tensiones internas de Países Bajos hicieron que entregara la colonia a los británicos, estos decidieron tomar Kandy en 1803. Sus habitantes repitieron táctica con éxito y ningún británico fue capaz de sobrevivir. Tuvo que llegar un dirigente caprichoso capaz de dividir a los suyos, Sri Wickrama Rajasinha, para que los británicos vieran una oportunidad de oro para conquistar Kandy. Lo consiguieron en 1815. Firmaron la convención de Kandy que garantizaba cierta independencia a sus habitantes, pero la realidad ya no volvió a ser la misma. Las condiciones de los campesinos, la principal actividad de Kandy, generaron tensiones durante décadas.
Arquitectónicamente, el interés de Kandy como custodio de la cultura cingalesa se sitúa en el complejo formado por el Palacio Real y el Templo del Diente, también conocido como Dalada Maligawa. El templo, fundado en 1595 por Vira Narendra Sinha, ha sufrido daños a lo largo de los siglos y se ha ido reformando. Actualmente, el diente está en el Handun kunama y es la principal atracción para los miles de peregrinos budistas que vienen aquí cada año. La visita es no tanto turística sino espiritual, a pesar de la profusa decoración con mármol, madera esculpida, terracota, metal y marfil. El diente disfruta de tres ritos diarios y un baño ritual los miércoles. El cofre donde se encuentra, no el diente en sí, es exhibido un par de veces al día. La mejor oportunidad para verlo es a media tarde. El Palacio, último real de la isla, solo conserva una parte original. Actualmente es el Museo Nacional Kandy. El paseo alrededor del lago frente a este complejo palacio-templo es muy habitual entre los turistas y habitantes de Kandy.
Hoy día, Kandy es la segunda ciudad más grande de Sri Lanka, aunque apenas tiene 110.000 habitantes. Hay servicio de buses desde la capital, Colombo, y también desde su aeropuerto, que te dejan en Kandy en tres horas. Por su relevancia es también incluida en muchos circuitos turísticos por la isla, que además suelen utilizar la ciudad como base para hacer trekking en los alrededores. Como la historia nos ha enseñado, el clima es muy duro, aunque de enero a marzo las lluvias dan un respiro. Sin embargo, el mejor momento para ir es a finales de julio y agosto, cuando se celebra el Esala Perahera, una fiesta del siglo XVIII que tiene a la ciudad ocupada durante varias semanas con actividades culturales, espectáculos pirotécnicos, bailes y sobre todo procesiones.
Foto: Pavel Dobrovsky / Jorge Láscar
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