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Arco geodésico de Struve

Arco geodésico de Struve

Bielorrusia, Estonia, Finlandia, Letonia, Lituania, Moldavia, Noruega, Rusia, Suecia y Ucrania

Grandes mediciones


Que nuestro planeta es esférico lo sabemos desde hace mucho tiempo. Fueron los griegos los primeros en conceptualizarlo así y también en realizar, por medio del helénico Eratóstenes, una de las primeras mediciones de gran exactitud. Una leyenda urbana magnificada es que en tiempos medievales esta idea de Tierra esférica se perdió. Las ideas griegas no fueron refutadas más que por una minoría, aunque las versiones variaban. Por ejemplo, Colón decidió llegar a India por el oeste porque tuvo más fe en las ideas de Ptolomeo, que reducían el radio terrestre frente a las de Eratóstenes. Estas mediciones son el origen de la geodesia, subrama de las Ciencias de la Tierra encargada de definir la forma, orientación en el espacio y campo gravitatorio del planeta. Una aplicación práctica es la medición de terrenos más o menos extensos, para lo cual se utiliza la triangulación entre varios vértices geodésicos. Un ejemplo temprano fue el planteado por Friedrich Georg Wilhelm von Struve en el siglo XIX. Formando un arco de casi 3.000 kilómetros con 265 vértices, el proyecto de Struve ajustó el radio terrestre con un error de apenas 200 metros.

Observatorio de Tartu, donde se inició el arco geodésico de Struve

Las inquietudes de Struve llegaron vía familiar. Su padre, reputado matemático en la zona fronteriza entre Alemania y Dinamarca, se mudó con su familia a Estonia para evitar su reclutamiento en las guerras napoleónicas. Aquí, en la ciudad de Dorpat, hoy llamada Tartu, Friedrich accedió a la universidad. Inicialmente fue filología, pero rápidamente cambió a la astronomía. Sus investigaciones, especialmente con las estrellas dobles, le aportaron fama en círculos científicos internacionales, ganándose el aprecio de británicos o suecos. Struve formaba parte del imperio ruso y allí desarrolló su trabajo, siendo por ejemplo responsable del observatorio Pulkovo en San Petersburgo. En paralelo, Struve se aficionó por la geodesia, publicando varios trabajos y proponiendo el arco geodésico. Por entonces, la teoría newtoniana de que la Tierra más que esfera era un elipsoide estaba aceptada, pero faltaba por concretar cuánto. El arco tuvo como objetivo concretar esta medida junto a colegas como el británico Alexander Ross Clarke. 

El arco geodésico de Struve está considerado la primera medición fidedigna de un meridiano, dirección idónea para calcular la curvatura del elipsoide terrestre. La técnica es la triangulación, cuyo origen se remonta al siglo XVIII. Se compone de vértices geodésicos de coordenadas conocidas y líneas base de longitud medible de forma fiable. Multiplicando vértices y líneas formamos triángulos sobre el mapa hasta medir amplias extensiones. La geodesia tenía una motivación científica, pero para organizar un proyecto así se necesitan fondos y, por tanto, motivaciones más prosaicas. El zar Alejandro I quería mapas topográficos de su imperio válidos por razones militares. Dotó de medios a Struve, que partiendo de su universidad y el arco previo de Carl Tenner en 1816 fue desplazándose a norte y sur. En su etapa final se consiguió la colaboración de estados vecinos en un ejemplo temprano de colaboración científica que sentó las bases de la cartografía moderna. El proyecto se prolongó hasta 1851 de la mano de Otto Struve, que heredó el trabajo de su padre retirado.

Vértice geodésico de Hammerfest (Noruega), parte del arco de Struve

Hasta 1954, ningún arco geodésico alcanzó los 2.820 kilómetros del arco de Struve. En el norte arranca en el vértice de Fuglenaes, cerca de la localidad noruega de Hammerfest, y en el sur llega hasta Staro-Nekrasowka, justo por encima de la desembocadura del río Danubio en el mar Negro, hoy en tierras ucranianas. Entre medias se conservan 34 de los vértices originales. Son sencillas marcas de carácter funcional. A veces son un sencillo agujero en la roca, otras una marca en relieve o una pequeña columna de piedra o ladrillos. En algunos casos se levantaron estructuras ligeramente más monumentales como cruces de hierro o postes adornados con alguna escultura sencilla. Muchos de los vértices forman parte de los sistemas geodésicos de sus estados, por lo que siguen cumpliendo su función original pese al advenimiento de los GPS. 

Turísticamente, los puntos geodésicos no ofrecen mucho al visitante ajeno a la geodesia. La mayoría tiene alguna referencia o placa, pero no encontraremos mucho más. La cosa cambia si vamos a Tartu, donde está el observatorio donde trabajaron los Struve y se inicia el arco. La segunda ciudad estonia está a 180 kilómetros de Talin y es ideal como excursión de un día. Merece la pena el centro de esta agradable ciudad universitaria. Tras el ayuntamiento arranca la colina sobre la que se asienta el observatorio. Además de vistas a la ciudad y materiales astronómicos, en el museo encontraremos referencias al arco geodésico. La placa que señala el vértice está en el suelo y es fácil perdérsela. El museo organiza visitas guiadas y seguro que estarán dispuestos a resolver nuestras dudas sobre el arco.

Fotos: Jason Mientkiewicz / Francesco Bandarin

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