Fusión inesperada
El estilo barroco inundó la República Checa durante el siglo XVII, primero de la mano de arquitectos extranjeros. El Alto Barroco se inicia a finales de ese siglo y se extiende durante el XVIII. En él se encuadra el trabajo de Jan Blažej Santini Aichel, cuyo primer apellido apunta a sus raíces italianas. Santini fue seguramente el arquitecto más original del barroco checo. No solo adaptó las originales ideas del maestro italiano Francesco Borromini, sino que añadió un giro de tuerca. Por si las formas estrelladas y el complejo simbolismo del romano no eran suficientes, Santini recuperó ciertos elementos góticos. Se adelantó más de un siglo a la recuperación de este estilo medieval fusionándolo con un estilo a priori contrapuesto. Su barroco-gótico, una auténtica excepción arquitectónica, tiene su mejor representante en la iglesia de San Juan Nepomuceno, sobre una colina llamada Zelená Hora.
Vista aérea de la iglesia de San Juan Nepomuceno en Zelená Hora
Una discapacidad física impidió que Santini siguiera los pasos de su padre, lo que le llevó a formarse en distintas artes. De la pintura saltó a la arquitectura, que le entusiasmó tras un viaje a Italia. En 1700 empezó a dedicarse profesionalmente y rápidamente ganó prestigio. Instalado en Praga, desarrolló su carrera en la República Checa supervisando multitud de obras, incluyendo su casa personal Valkounsky. Lamentablemente, Santini murió bastante joven estando en activo. Era 1723 y dejaba pendiente varios trabajos en marcha, incluyendo la iglesia de Zelená Hora. Se había iniciado su construcción tras declarar el Vaticano como incorruptible la lengua de San Juan Nepomuceno. Este movimiento fue visto por los checos como la prueba indudable de la canonización del santo de Bohemia, religioso y mártir del siglo XIV. Efectivamente, solo dos años después de acabarse la iglesia en 1727 llegó la canonización.
El otro protagonista imprescindible de esta historia fue el abad del cercano monasterio cisterciense de Žďár. Santini se hizo con el proyecto gracias a la numerología asociada al templo: cinco capillas, que es el número asociado a San Juan Nepomuceno, y referencias a la Trinidad. Cinco y tres, 53, justo los años que tenía el santo cuando murió martirizado. Esta obsesión por los números cuadraba con las ideas del propio abad, que solo exigió un plano estrellado, otra referencia a San Juan Nepomuceno, y que el templo fuera adecuado para el peregrinaje. La iglesia se construyó sobre Zelenâ hora, traducido como colina verde, donde en tiempos hubo un monasterio destruido en las guerras husitas en el que Juan Nepomuceno fue educado. El lugar se convirtió en un centro de peregrinación hasta 1784, cuando el monasterio anexo fue abolido. Justo ese año hubo un gran incendio. Con la promesa de no reeditar el peregrinaje, mal visto por las autoridades protestantes, se restauró.
Iglesia de San Juan Nepomuceno en Zelená Hora
Lo más original de la iglesia en Zelená Hora es sin duda su plano estrellado, una composición que dirige las miradas al centro de la iglesia, que combina espacios triangulares y circulares. Cinco son las capillas que rodean la nave central con el altar, a la que se accede por estrechos arcos ojivales típicamente góticos. La iglesia es proporcionalmente muy alta para dirigir las miradas hacia el cielo, con dos pisos en galería. Hay una fuerte apuesta por la luz, con el interior blanco y decoración con estucos no excesivamente recargada para favorecer su presencia. El altar principal está encajado en una arcada más amplia para incluir las esculturas de cinco ángeles, cuatro evangelistas y el santo, obras de la escuela del escultor barroco Matthias Braun, muy del gusto de Santini. Alrededor de la iglesia principal hay un claustro que sirvió como cementerio local delimitado por un anillo estrellado de capillas y puertas, una vez más cinco de cada. Los radios del anillo exterior proyectan desde las capillas líneas que se cortan en la iglesia, de forma que la mirada se dirige inevitablemente a esta.
La iglesia de San Juan de Nepomuceno se encuentra a las afueras de Žďár nad Sázavou, nacida del monasterio de Žďár. Esta pequeña ciudad está muy enfocada al turismo gracias al esquí de fondo en invierno y actividades al aire libre como natación en los lagos de la zona. Desde uno de ellos, Konventský rybnik, se ve la iglesia. Podemos llegar en autobús para ahorrarnos el ascenso de Zelená Hora, aunque también es un paseo agradable usando varias escaleras. La recompensa serán las vistas del entorno natural y cultural de Zelená Hora. Es buena idea revisar los horarios de la iglesia, que especialmente fuera del verano no abre siempre. Hay tours guiados de unos 45 minutos, muy recomendables para entender la complejidad de la obra de Santini. Es buena idea reservarlos para asegurar la plaza. En todo caso no veremos mucha gente, un tanto al margen de los recorridos turísticos pese a estar en un desvío entre Praga y Brno, justo en el margen sur del área natural de Žďárské vrchy.
Fotos: Wolkenkratzer / Herbert Frank
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