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Sitio tectónico de la cadena volcánica de los Puys y la falla de Limagne

Sitio tectónico de la cadena volcánica de los Puys y la falla de Limagne

Auvernia-Ródano-Alpes (Francia)

Antigua Europa activa


Europa es hoy un continente sísmicamente tranquilo salvo en el sur, pero no siempre fue así. Cuando los Alpes se formaron 35 millones de años atrás desencadenaron una serie de fenómenos geológicos que mantuvieron activas regiones al norte y oeste de la cordillera, en lo que se conoce como el Sistema del Rift Cenozoico Europeo. La corteza terrestre sufrió procesos de ruptura y colapso acompañados de actividad. Producto de estos movimientos tectónicos son sitios como la fosa tectónica francesa de Limagne, una hendidura del Rift que se inundó con un lago y hoy, ya seco, es una fértil llanura al norte del Macizo Central. Esta zona montañosa se formó mucho tiempo antes, pero estos procesos aportaron a su relieve gracias a la cadena volcánica de Puys, cuya última actividad sucedió hace apenas 8.000 años. Esta región fue además clave en el desarrollo de la vulcanología durante el siglo XIX.

Vista de la cadena volcánica de Puys

Ese siglo contempló el nacimiento de la vulcanología moderna gracias al estudio sistemático de volcanes activos, pero también inactivos. George Julius Poulett Scrope estudió ambos. Este geólogo británico viajó hasta Italia y también a Auvernia para conocer la cadena de los Puys, que había sido reconocida como tal en 1752 por el francés Jean-Étienne Guettard. Era 1820 y sus teorías sobre la formación de los volcanes tuvieron pocos adeptos, como le sucedió a su amigo Charles Lyell. Esto no le frenó a la hora de publicar sus estudios, que tuvieron especial resonancia con su divulgativo libro de 1858 «La geología y los extintos volcanes de Francia Central». La relevancia de Puys para la vulcanología radicaba en que, pese a no mostrar actividad alguna, esta era reciente y la erosión no había podido borrar los estratos. Que no muestren actividad no quiere decir que estén totalmente inactivos. No está descartado que se reactiven.

Hoy sabemos que las pesquisas de Scrope sobre el origen de las rocas ígneas eran ciertas. Su origen es volcánico. También hemos podido datar la edad de los Puys en poco menos de 100.000 años, con pico de actividad entre 30.000 y 45.000 años atrás. Los volcanes de los Puys fueron formados principalmente por erupciones de tipo estromboliano, caracterizadas por su continuidad y relativamente baja intensidad. Algunos como Puy de Dôme, uno de los más jóvenes y el más icónico, fueron más explosivos de tipo peleano, algo característico de la última etapa. Es también el más alto de los aproximadamente ochenta conos y bóvedas que hay en la región gracias a sus 1.464 metros, unos 600 por encima de la meseta, el triple que la mayoría. Forman una cadena de unos 35 kilómetros de norte a sur y apenas unos kilómetros de ancho en la que además hay diez lagos volcánicos o maar como el Gour de Tazenat, que fija el límite norte de la cadena.

Llanura de la falla de Limagne

El extremo este de la cadena de los Puys está delimitado por la falla de Limagne, que deja paso a la fértil fosa tectónica regada por el río Allier donde se ubican poblaciones como Clermont-Ferrand. Si en los Puys hablamos de miles de años, aquí pasamos a millones, pues la creación de la falla procede de cuando se creó el Rift Cenozoico Europeo. Esta falla de subducción es una de las más pronunciadas entre las formadas tras la orogenia alpina y alcanza de media los 2.000 metros. 700 de ellos están a la vista y marcan el desnivel entre la fosa tectónica y la meseta donde están los Puys. En el sur se encuentra otro fenómeno geológico, la Montagne de la Serre, acontencido hace tres millones de años. Se trata de un relieve invertido formado por los flujos de lava de un antiguo volcán, el Puy de la Vigeral. Esta lava solidificada actuó como capa protectora frente a la erosión de la fosa tectónica, formando hoy una meseta que penetra en esta.

La fertilidad ha favorecido la ocupación humana durante los últimos 6.000 años, aunque ha sido intermitente. La principal ciudad es Clermont-Ferrand, que sirve de base ideal para visitar la zona. El sitio más visitado es el Puy de Dôme, hasta cuya base podemos llegar en autobús. Hay dos maneras de ascenderlo: a pie con un empinado recorrido de una hora o en tren. Una vez arriba podemos ver las ruinas de un templo romano y sobre todo las excelentes vistas de los Puys. Mucha gente sube en tren y baja andando, aunque una manera de descender más emocionante es en parapente. En los Puys hay otros muchos recorridos a pie, como el del cono Puy de Côme, todos bastante bien señalizados y no muy complicados. Los Puys suelen frenar las nubeas, así que es muy aconsejable revisar la previsión para evitar las nubes. Media hora al oeste de Clermont-Ferrand se encuentra el parque temático Vulcania, muy enfocado a las familias.

Fotos: Vincent Guth / Jean-Pol GRANDMONT

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