Bajo los Andes
Los ritos funerarios de la América prehispánica son muy diversos según época y zona. Muchos comparten dos factores habituales: las necrópolis bajo las ciudades habitadas y las cámaras funerarias subterráneas a las que se accedía mediante túneles. Tlatilco y Huitzilapa, ambas en México, son respectivamente ejemplos tempranos. Posteriores a las prácticas mexicanas son las andinas. Colombia atesora el mayor número de tumbas subterráneas de América, en parte gracias al Parque Arqueológico de Tierradentro, situado en el sureste. Este lugar no solo incorpora la simbólica simetría de situar bajo las ciudades las cámaras funerarias, a las que se accedía por pozos escalonados, sino que cuenta con fantásticos relieves antropomorfos y pinturas policromadas. Hacen de Tierradentro un sorprendente lugar del que se sabe lo justo. Más allá de su época, sus creadores no dejaron registro escrito, lo que ha supuesto un reto para los arqueólogos desde que el geólogo Georg Burg inició su investigación en 1936.
Burg no fue el descubridor de Tierradentro, pues varios hipogeos eran conocidos por la población local. A comienzos del siglo XX, el gobierno colombiano conoció la existencia de estos sitios arqueológicos y Burg y otros colegas los investigaron a fondo para la Universidad del Cauca. Descubrieron nuevos hipogeos, algunos de los cuales habían sido saqueados, con restos de industria lítica y cerámica. Burg fue el primero en percatarse de un problema que se ha convertido en recurrente para la conservación: la humedad. Además de las filtraciones alimenta el crecimiento de agentes biológicos. Aunque se han implementado medidas, la humedad ha echado a perder algunas pinturas y estatuas, en lo que en 1994 colaboró un terremoto. Después de Burg llegó la datación por radiocarbono del sitio, activo entre los años 600 y 900, aunque según otras estimaciones comparativas podría ser ligeramente posterior. Se basan en el análisis estilístico de la cerámica, que además emparenta este lugar con el cercano sitio arqueológico de San Agustín.
No obstante, el cénit de Tierradentro es ligeramente posterior a San Agustín y conforma su propia cultura. Fue un pueblo agrícola complementado por la caza y comercio de sal, cerámica y textiles. Los dispersos asentamientos se establecían en los valles o las faldas terraceadas. Los materiales de las viviendas eran orgánicos, pero se ha podido reconstruir su estilo. En Tierradentro hubo la suficiente organización social para la construcción de los hipogeos, reservados a las familias pudientes. Los ritos funerarios implicaban un primer entierro simple que tras la descomposición del cuerpo continuaba con el traslado al hipogeo, donde se alojaba dentro de urnas o en tumbas en el suelo. Se han localizado más de 150 hipogeos excavados con sencillas herramientas. Aunque la mayoría son pequeños y no superan los tres metros de anchura, los mausoleos familiares más relevantes consisten en cámaras abovedadas de hasta doce metros con columnas, pilastras y nichos a los que se accede a través de escaleras rectas, en zigzag o espiral.
Los hipogeos fueron posibles gracias a la suave toba volcánica, material habitual de esta inaccesible región entre los 1.200 y 2.600 metros de altitud. La mayor densidad de hipogeos se encuentra a ambos lados de la quebrada de San Andrés, donde se encuentran el sitio homónimo, El Duende, El Aguacate y el más rico de todos, Segovia. Además de albergar 64 hipogeos, en Segovia tenemos todos los componentes decorativos de Tierradentro: relieves antropomorfos y murales con pinturas esquemáticas con motivos geométricos, zoomorfos y antropomorfos en rojo, negro y blanco. Una tumba de El Duende destaca por su arquitectura, muy similar a la de las viviendas, lo que alimenta la tesis de que las tumbas eran como hogares para la otra vida. El Aguacate destaca por su localización en un precipicio. Además de los hipogeos, en la zona de El Tablón se han encontrado muchas estatuas que recuerdan parcialmente al estilo de San Agustín, aunque sin llegar a su calidad.
Llegar a Tierradentro es todo un reto, algo que por otro lado reduce enormemente la presión turística del lugar. La mejor opción es volar hasta Neiva y conseguir transporte, unas cuatro horas por carretera. Tras La Plata, las cosas se complican y conviene llevar un 4×4 por los tramos no asfaltados. La localidad objetivo es San Andrés de Pisimbalá, donde podremos conseguir alojamiento. Esta región está poblada por la etnia nasa, los indígenas más numerosos en Colombia. Lo ideal es empezar por la sede del sitio con sus museos Etnográfico y Arqueológico. Luego podemos acceder a varias de las tumbas con linterna en los diferentes lugares. Con las de Segovia tendremos una buena perspectiva, pero si disponemos de más tiempo podemos dedicar dos días caminando entre los sitios. Además de las tumbas, en la zona merecen la pena las curiosas iglesias coloniales con techo de paja. En Tierradentro hay dos periodos lluviosos con picos en abril, mayo, octubre y noviembre.
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