Escudera en barroco
La década de los 60 del siglo XIX fue especialmente convulsa en México. Arrancó con una suspensión de pagos respondida por España, Reino Unido y Francia con una invasión. Los dos primeros acordaron con el gobierno de Benito Juárez y abandonaron el país convencidos de que Francia quería colocar a un gobernante propio. Ese líder fue Maximiliano I de México, monarca del corto Segundo Imperio Mexicano. Aunque nunca llegó a controlar todo el país, Francia consiguió su objetivo a base de victorias militares. México también se apuntó batallas, como la que aconteció en Puebla el 5 de mayo de 1862. El simbolismo de esta victoria es tan grande que se renombró la ciudad como Puebla de Zaragoza en honor del general que lideró la defensa. Esta gran urbe fue la segunda durante la era colonial gracias a su posición a medio camino entre capital y costa. Disfrutó de un gran desarrollo arquitectónico entre los siglos XVI y XVII, tanto religioso como civil, en el denominado barroco poblano.
El valle Cuetlaxcoapan donde se asienta Puebla, regado por varios ríos y cercano al volcán Popocatépetl, no tuvo actividad precolonial más allá de ser ocasionalmente campo de batalla. Dos contendientes fueron Tlaxcala y Cholula, entre los que se levantó Puebla en 1531. Un obispo tuvo una visión en la que varios ángeles le señalaban un lugar idóneo como punto intermedio entre Ciudad de México y Veracruz, principal puerto del golfo de México. Esta leyenda marca el primer nombre de la ciudad, Puebla de Ángeles. Además de sus funciones comerciales, Puebla se convirtió rápidamente en el granero y almacén de la capital. La abundante mano de obra indígena, fertilidad del suelo y cercanía a las minas de Zacatecas se combinaron. En pocos años, Puebla se convirtió en la segunda ciudad de la colonia española y no dejó de crecer incorporando poblaciones cercanas como la propia Cholula, al tiempo que se reestructuraba. No obstante, se respetó siempre el plan urbano con un damero inicial de 120 manzanas alrededor de la plaza Zócalo.
La etapa tras la independencia fue la más convulsa para Puebla, que antes de batallar con los franceses fue conquistada durante las guerras entre México y EEUU. Su estratégica posición era ahora un peligro. En tiempos de paz, la bonanza económica no cesó y la protoindustria textil poblana se convirtió en una poderosa industria con nuevos sectores. Continuó ganando tamaño atrayendo inmigración de dentro y fuera de México hasta contar hoy con más de tres millones de personas en su área metropolitana. El centro histórico no ha estado ajeno a este desarrollo. Producto de ello es su gran eclecticismo entre sus más de 2.500 edificios históricos. No obstante, se pueden destacar la gran presencia del barroco y elementos intemporales como la piedra gris, ladrillos rojos y decoración con azulejos. Tampoco en estos siglos se ha movido el corazón del centro, situado en el Zócalo, que como en otras ciudades coloniales cita a los poderes civiles y religiosos.
La catedral es sin duda el principal edificio de Puebla. Estamos ante la catedral más alta de la era colonial, gracias a sus dos torres de setenta metros, y una de las más grandes con cinco naves. Fue consagrada en 1649 tras décadas de construcción, aunque tampoco estaba completamente finalizada. En su exterior destaca la fachada principal finamente labrada en estilo herreriano, mientras que en el interior lucen su gran cúpula y las numerosas capillas con tesoros. En la arquitectura religiosa destacan también la capilla del Rosario en la iglesia de Santo Domingo, uno de los cénit del barroco americano, y el templo de la Compañía, asociado al Colegio del Espíritu Santo que fue germen de la universidad. En la arquitectura civil destacan la pionera biblioteca palafoxiana y la gran cantidad de palacios y casas coloniales de los siglos XVI y XVII. En ellas destacan las decoración en azulejos y elementos arquitectónicos decorados como los balcones.
Puebla es una ciudad bien conectada tanto por aire como por tierra, estando a solo dos horas en autobús de Ciudad de México. El centro se puede caminar perfectamente y nos servirá para admirar su arquitectura colonial. Además de los principales monumentos, no podemos dejar de pasear por el barrio de los artistas o Sapos donde podremos ver varios talleres. La artesanía es una actividad histórica poblana, siendo típicos la cerámica talaverana, textiles, azulejos, etc. Además del centro podemos visitar la zona de los fuertes, histórica en la defensa contra Francia, y Cholula, tanto por sus estructuras prehispánicas como por su principal iglesia con vistas al volcán Popocatépetl. La gastronomía poblana es una de las más famosas del país con varios platos icónicos como el mole poblano o los chiles en nogada. Hay numerosas fiestas religiosas en Puebla, aunque por delante de ellas están las celebraciones y desfiles del 5 de mayo.
Fotos: Diego Delso / Mexch
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