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Laurisilva de Madeira

Laurisilva de Madeira

Madeira (Portugal)

Caminos de laurisilva


En 1418, dos capitanes a las órdenes del infante Enrique de Portugal, João Gonçalves Zarco y Tristão Vaz Teixeira, navegaban por el Atlántico cuando una tormenta los sorprendió. Afortunadamente, avistaron una isla desierta que les salvó de un naufragio seguro. Por eso la llamaron Porto Santo. Volvieron poco después con una expedición más completa y desde allí observaron una gran nube a pocos kilómetros de distancia. Cuando fueron a explorar qué ocurría se encontraron con una isla mucho mayor. Esta segunda isla estaba también desierta y un espeso bosque de laurisilva cubría toda su superficie. Se trataba de la isla de Madeira, la isla de la eterna primavera.

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Una de las levadas de Madeira

Madeira y sus islas aledañas, Porto Santo entre ellas, están emparentadas con las Azores y las Canarias. Comparten un mismo origen volcánico, que en el caso de Madeira se remonta a unos cuatro millones de años de historia. Hace ya 6.000 que no se observa actividad. Desde su nacimiento, la isla ha sufrido una lógica erosión que ha terminado por conformar dos grandes anfiteatros que miran al sur. En total, Madeira tiene un perímetro de 150 kilómetros y está atravesada por una cadena montañosa de lado a lado cuyo punto más alto llega a los 1.862 metros. El paisaje resultante está dominado por profundos valles, acantilados y cascadas. Pero lo que más destaca sobre todo es el espeso bosque de laurisilva que supone su mayor tesoro y que dio el nombre a la isla.

A pesar de que los portugueses la redescubrieron para occidente, es posible que los romanos supieran de su existencia y es seguro que los vikingos estuvieron aquí. En todo caso, Portugal la reclamó en 1419 y la empezó a colonizar desde ese momento, siendo el primer paso en las aventuras marítimas del país. Desde el comienzo construyeron un sistema de canalización para llevar el agua de consumo e irrigación desde el espeso y húmedo bosque a los territorios ya limpios de vegetación y preparados para el cultivo. En Madeira se llama a estos pequeños canales levadas y hay una red de más de 2.000 kilómetros, incluyendo 40 kilómetros de túneles. Hace 70 años que se dejaron de construir nuevos canales, pero los que hay se conservan con mimo. El clima de la isla permitió desde el comienzo cultivos más exóticos que exigen un clima tropical. No obstante, cuando Portugal incluyó a Brasil entre sus dominios, la orientación de Madeira se dirigió más a su vino.

Vegetación en el camino de Caldeirão Verde

Vegetación en el camino de Caldeirão Verde

Fuera de la zona habitada se encuentra, sobre todo en la parte norte de la isla, el bosque de laurisilva más grande que existe. Este bosque, emparentado con otros similares en las islas Azores y Canarias, es tremendamente tupido y siempre está verde. Existe constancia de que estos bosques dominaban el sur de Europa hace 15-40 millones de años, pero diversos cambios climáticos los limitaron a estas islas. Aquí siguieron reinando: en el área de mayor protección del Parque Natural da Madeira, un 90% es bosque primario. El Parque mantiene el equilibrio hidrológico de la isla y está amenazado sobre todo por los incendios y la introducción de especies exóticas. Estas especies ocupan un espacio reservado para las numerosas especies endémicas de Madeira, entre las que destacan más de 76 plantas vasculares. En fauna, el endemismo incluye 500 invertebrados, como la Gran mariposa blanca, oficialmente extinta desde 2007. En avifauna también existe cierto endemismo, incluyendo el ave más representativa de Madeira: el pombo torcaz.

A una hora y media en vuelo desde Lisboa, Madeira es un destino habitual de veraneo de resorts y cruceros y cuenta con un millón de visitantes anuales. Su capital, Funchal, es una buena base de operaciones y cuenta con una bonita catedral. Más allá de la playa, donde el buceo cada vez gana más presencia, para disfrutar de Madeira hay que alquilar un coche y dejarse llevar por sus vertiginosas carreteras. El sistema de levadas se ha convertido en una excelente guía para hacer senderismo y casi mil kilómetros están acondicionados. Los recorridos son tan peligrosos como en Levada do Caldeirão Verde y Levada do Caldeirão do Inferno o tan sencillos como en Levada do Caniçal. El vino de Madeira, fortificado para su mejor conservación a la hora de llevarlo a la península, es complementado en la gastronomía con productos de mar como el pez espada con banana. Aunque el verano es la mejor época para ir, la temperatura es bastante homogénea y permite que en Año Nuevo sea visitado por mucha gente. Se ha hecho famoso gracias a sus fuegos artificiales, los más grandes del mundo.

Foto: Cycling man / Emmanuel PARENT

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