Símbolos de protección y autonomía
Campanario no es una traducción excesivamente precisa del original belfry con el cual se agrupan una serie de campanarios extendidos por el norte de Francia y por Bélgica. Etimológicamente, belfry procede del francés antiguo berfrei, que significa proteger la paz. Es decir, los belfries no son simplemente torres que en su parte superior llevan algún tipo de sistema de campanas, sino que tenían una función muy concreta. Esta era totalmente distinta de las de las otras dos torres típicas de la edad media: la de la iglesia y su poder eclesiástico y la del castillo y su poder feudal. Frente a estas dos torres, el campanario o belfry se convirtió en símbolo del naciente poder cívico, algo que caracterizará durante siglos a lo que fue el antiguo Condado de Flandes. Aquí, las ciudades no dejaron de respetar la autoridad imperial o real, pero quisieron dejar claro a estas autoridades que los asuntos internos de cada ciudad se tenían que dirimir murallas adentro, sin intromisiones.
La región histórica de Flandes, que se sitúa en parte de Bélgica y el norte de Francia, tuvo su primer ascenso en el siglo IX, cuando el periodo más bárbaro dejó paso al resurgir de las antiguas rutas comerciales. Flandes se convirtió en el centro de intercambios de mercancías, lo que además conllevó un progresivo intercambio cultural. Las ciudades fueron floreciendo poco a poco en torno al comercio y la industria de tejidos, lo que fue creando distintos gremios y generó la nueva clase que siglos después provocaría tan profundos cambios sociales: la burguesía. Estos burgueses flamencos se organizan en comunas al margen de sus señores feudales y forman protociudades medievales que reclaman para sí derechos y una organización que, sin romper del todo con la feudal, sí empieza a caminar al margen de esta. Los señores feudales asumen la situación y garantizan el reconocimiento de derechos a las ciudades a cambio de algunas prerrogativas, como la cesión de personas para la guerra. El acuerdo convence a ambas partes y las ciudades se multiplican.
Los belfries son la simbolización de este poder cívico. Así como en Inglaterra, Italia o Alemania se construyen ayuntamientos, en Flandes el belfry ocupa este papel. Que sea un campanario no deja de tener una utilidad práctica, además de ser una reminiscencia de las atalayas y campanarios de madera en el centro de pequeños núcleos de población. El arquitecto francés Viollet-le-Duc se refería en el siglo XIX a estos campanarios como las torres de observación de las primeras ciudades flamencas, pues una función fundamental de los campanarios era avisar de ataques enemigos en zonas cada vez más adineradas. Los belfries, además, conservaban en su interior los documentos que garantizaban sus derechos adquiridos de cara a los señores feudales. En esta línea, además, albergaban órganos administrativos de la ciudad, al modo de un ayuntamiento medieval o moderno.
Los belfries principalmente protegidos son nada más y nada menos que 56 a lo largo de numerosas localidades de las regiones de Flandes y Valonia en Bélgica y Picardía y Norte-Paso de Calais en Francia. Las construcciones datan desde el siglo XI hasta el XVII, por lo que arquitectónicamente contemplan todos los estilos posibles: románico, gótico, renacentista y barroco. Los primeros ejemplos recuerdan a las torres del homenaje de los castillos: sólidas y cuadradas, como en Ypres. Poco a poco van ganando altura y reduciendo anchura, afinándose estilísticamente como en Dendermonde, Lier o Aalst. En la etapa final, lo que era solo una torre empieza a convertirse en un ayuntamiento propiamente dicho, pero se conservan pequeñas torres de forma simbólica, como en Oudenaarde.
Son tantos los belfries que merecen la pena, que visitarlos todos es una tarea complicadísima. Es más aconsejable hacer una selección previa o, simplemente, no olvidarse de los belfries y su importancia cuando se viaje a ciudades como Amberes, Amiens, Brujas o Gante, donde está el más alto con 91 metros. Casi en cualquier ciudad de importancia de la Flandes medieval podremos ver un belfry. Estos se han procurado conservar a lo largo de los siglos por su simbolismo. Las dos grandes guerras del siglo XX y distintos incendios a lo largo de la historia han hecho que las torres vayan cambiando de forma o fecha de construcción, pero en los 56 belfries principales se han respetado los diseños originales. Como forman parte de los ayuntamientos, los campanarios son generalmente visitables junto con algún museo de la ciudad y en muchos casos también se puede ascender a ellos para ver una buena panorámica de la ciudad.
Fotos: Luc Mercelis / Tasos Kostopoulos
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