Puerta al mar Negro
En 1774, los imperios otomano y ruso firmaron el tratado de Küçük Kaynarca tras una de tantas guerras entre ambas potencias. Este, sin embargo, fue especial por varias razones. Tras siglos de monopolio del mar Negro, los otomanos tuvieron que permitir el acceso a este estratégico enclave. Al principio a través del mar de Azov, pero por poco tiempo. Apenas trece años después estalló una nueva guerra que dio lugar a otro tratado, Jassy, firmado en 1792. Con este, Rusia ganó presencia en la línea costera norte del mar Negro, incluyendo Crimea. Es entonces cuando al oeste de esta península se masca la idea de crear un puerto seguro para impulsar el comercio en una zona libre de heladas invernales. El sitio elegido se encuentra donde se ubica la fortaleza otomana de Yení Dunyá, destruida por los propios rusos. Catalina la Grande aprueba el plan urbanístico y así nace Odesa, que en menos de un siglo se convierte en la punta de lanza del comercio ruso del mar Negro. Hoy, Odesa es el puerto más poblado de este mar y un modelo de ciudad planificada rusa, todo ello argumentos suficientes para convertirla en uno de los objetivos militares más ambiciosos de la guerra entre Ucrania y Rusia.
El nombre de Odesa no fue más que una licencia poética, pues hace referencia a un supuesto puerto de origen griego que habría habido por la zona en su momento. No cabe duda de que esta civilización estuvo por la zona en base a distintos hallazgos, pero pocas noticias más hay hasta la presencia de distintas fortalezas y pequeñas poblaciones. Así hasta que José de Ribas, oficial de origen español e irlandés a cargo de Catalina la Grande, conquistó el territorio y sugirió la construcción de un puerto comercial. La idea cuajó de la mano del ingeniero flamenco Franz de Voland, responsable del rectilíneo diseño urbano de la nueva ciudad de Odesa. Completando la ensalada europea que participó en la primera Odesa, el gobernador de origen francés Duc de Richelieu fue el gran impulsor de Odesa en sus primeros años y el encargado de organizar funcionalmente la ciudad. Esta diversidad nacional en sus fundadores se reflejó también en la ciudad, la más cosmopolita en suelo ruso gracias también al comercio.
El grano ucraniano se convirtió en la principal exportación del segundo puerto ruso, solo tras San Petersburgo. El crecimiento implicó ampliaciones y rediseños urbanos entre los cuales se encuentra uno de los iconos de la ciudad. Odesa se había construido sobre una meseta por encima de su puerto. Entonces se abrieron nuevas avenidas en paralelo a la línea costera y las famosas escaleras Potemkin como nexo. Este nombre es extraoficial y recuerda la histórica película de Sergei Eisenstein que tiene su escena cumbre en estos 192 escalones. Su elección no fue casual, pues recuerdan el alzamiento local de 1905, precedente de la Revolución Rusa. La historia posterior de Odesa ha alternado momentos críticos como el periodo entre guerras, la ocupación alemana o la reciente guerra entre Ucrania y Rusia, con momentos de expansión económica y cultural. Lo que no ha perdido la ciudad, con todo, es su carácter cosmopolita con una identidad que se superpone a la ucraniana.
El centro histórico de Odesa está marcado por una meseta delimitada por barrancos en los cuales se distribuyen calles y avenidas perpendiculares dibujando manzanas cuadradas de similar tamaño. Los edificios de viviendas no suelen sobrepasar las cuatro alturas y tienen patios interiores, pero su estilo es muy ecléctico, algo acorde a la diversidad histórica de sus habitantes. La avenida más famosa es Prymorsky, la calle perpendicular a las escaleras Potemkin que mira al puerto y la línea ferroviaria. Muy cerca de esta avenida está el conjunto del Palais-Royal y el Teatro de Ópera y Ballet, foco del centro histórico. El teatro es el edificio más representativo y simbólico de Odesa. Se levantó en estilo neobarroco en 1887 sobre las ruinas del anterior, que cayó en un incendio. Su plano en forma de herradura le asegura una fantástica acústica, mientras que su interior está finamente decorado al estilo Luis XVI.
El peso económico del puerto de Odesa fue descendiendo con los años mientras que ganaba protagonismo el turismo, obviamente limitado en tiempos de guerra. Sobre todo vienen turistas ucranianos, porque Odesa es la referencia del país durante el verano. Aunque lo más especial es llegar en barco y subir las escaleras, lo más habitual son el avión o el tren. La ciudad se puede ver perfectamente en un día, pues el plan es pasear por calles como Deribasovskaya, ideal para ver tiendas, y visitar por dentro el teatro, ya sea en una visita o viendo una obra. Si tenemos tiempo y vamos en verano, la mejor época para visitar Odesa, al este de la ciudad están las principales playas.
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