Techo de África
Las tierras altas de Etiopía o macizo etíope suponen una extensa región que domina buena parte de la geografía de este país. Aunque no tengan el pico más alto de África, sí que forman la región elevada de forma continua más amplia, en muchos puntos por encima de los 1.500 metros. Formado por distintos procesos orogénicos desde hace 75 millones de años, el macizo se está partiendo en dos por el rift africano. Las dos partes del macizo, noroeste y sureste, son relativamente similares en características y altura, con picos por encima de los 4.000 metros. Aunque no tan conocida fuera del país como las montañas Simien del noroeste, la sección más valiosa del sureste son las montañas Bale. Dentro de estas, un Parque Nacional homónimo de unos 2.200 kilómetros cuadrados protege un área relevante tanto por sus bellos paisajes como por su fauna. Entre esta se encuentran varios endemismos de las tierras altas y la población más amplia y rica del lobo etíope, uno de los cánidos más amenazados del planeta.
El Parque Nacional de las Montañas Bale es una selección privilegiada de las mejores postales de las tierras altas del sureste etíope. Tenemos una zona rugosa con varios picos, algunos de origen volcánico, encabezados por el Tullu Dimtu, segunda altura nacional con 4.377 metros. En Bale, como sucede en las montañas Simien, hay zonas de gran dramatismo visual con acantilados muy pronunciados, cascadas y cañones profundos. Contrastan con la meseta Sanetti, una yerma y plana extensión por encima de los 4.000 metros. Es el techo de las montañas Bale, donde proliferan humedales y lagos glaciares que cristalizan en algunas de las principales cuencas fluviales del cuerno de África. Hacia el sur, las montañas Bale caen abruptamente y dejan paso a una ecorregión por debajo de los 3.000 metros mucho más rica. Se trata del bosque tropical de Harenna, uno de los escasos bosques primarios del país y el segundo en extensión. Hacia el norte de la meseta Sanetti hay una tercera ecorregión de características diferentes, las praderas Gese.
Estas tres zonas presentan altitudes y climas diferentes, lo que redunda en una masa vegetal muy diferente. En Bale encontramos páramos, praderas, humedales y bosques tropicales, todos ellos en un excelente estado de conservación por la limitada presencia humana. La extensión también permite la viabilidad de fauna de alto valor ecológico con grandes depredadores como los leones, licaones y lobos etíopes, que tienen en las montañas Bale su santuario. Otros mamíferos de gran relevancia por su endemismo en las montañas Bale son el niala montano, una especie de antílope, el antílope jeroglífico y el mono de Bale. También destacan las poblaciones de roedores, algunos endémicos, que son la base de la nutrida presencia de aves rapaces. Estas son parte de las más de 360 especies de aves presentes en la zona, muchas de ellas migratorias que acuden a los humedales de Bale. En estos también se encuentran varias especies endémicas de anfibios, varias en estado crítico por lo reducido de su hábitat.
El propósito principal del Parque Nacional de las montañas Bale, nombrado en 1969, es conservar el estado actual de esta zona montañosa que no ha tenido apenas ocupación humana. Las montañas en su máxima extensión son el hogar de la etnia oromo, para los cuales las Bale son su hogar ancestral. Dentro del propio Parque hay algunas aldeas oromo cuya sostenibilidad está sujeta a debate. Aunque se ha planteado su relocalización para asegurar que las zonas agrícolas no se extienden, está suele ser una medida extrema. La presencia humana afecta también a una de las especies bandera de Bale, el lobo. Por un lado, los perros domésticos les transmiten enfermedades y por otro pueden ser objetivo de cazadores furtivos para proteger los rebaños que transitan por las Bale. Esta actividad trashumante hace que los pastos elevados de las Bale reciban la visita de rebaños que conjuntamente suman cerca del millón de animales.
El turismo no es de momento un asunto preocupante en las montañas Bale, pues este es más numeroso en Simien. Esta zona del país es menos visitada, pero hay itinerarios dedicados a las zonas montañosas al sureste de la capital, así que podemos encontrar un tour adaptado a nuestros gustos y llevarlo contratado desde el país de origen. Hay distintas ciudades que cumplen su función de aproximación y tienen posibilidades de alojamiento como Dinsho o Goba. Desde la segunda, la carretera pierde el asfalto y nos obliga a llevar un 4×4, pero entraremos de lleno en la meseta Sanetti donde coronar el Tullu Dimtu no plantea dificultad alguna. También hay rutas por el bosque Harenna, donde podremos ver fauna. Ver lobos etíopes no es complicado, pues hay bastantes por todo el Parque. Aquí, la temporada de lluvias, intensa, va de mayo a noviembre.
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