Arte cristiano oculto a ojos musulmanes
La ciudad de Pécs, situada en el sur de Hungría, conserva uno de los patrimonios otomanos más ricos de Europa. Es posible gracias a los 150 años de dominio musulmán. Durante esta época se consagraron templos como la mezquita de Gazi Kasim, que comparte espacio en la plaza mayor con la catedral del siglo XI, único templo perdonado por los musulmanes. La ciudad sin fronteras, como se la conoce, tiene fama de ser una de las más tolerantes gracias a una historia en la que ha visto pasar todo tipo de culturas. Pécs es hoy día una ciudad universitaria y moderna cuyos orígenes hay que buscarlos en los romanos, que fundaron aquí la villa de Sopianae. Arquitectura romana no hay más que algún resto del antiguo acueducto, pero de aquella época Pécs guarda su mayor joya: una de las necrópolis paleocristianas más relevantes fuera de Italia y, sin duda, la más importante en esta parte del mundo.
Sopianae fue fundada en el siglo II en una zona habitada por tribus panonias y celtas que había sido conquistada por los romanos un siglo antes. En el siglo III se convirtió en la capital de la provincia romana de Valeria y aumentó su relevancia por su situación geográfica, ya que actuaba como paso de mercancías y tropas militares. Esto segundo era muy importante en el territorio, pues los romanos tuvieron que bregar constantemente en esta parte de su imperio con los germanos del norte. Cuando en el siglo IV el imperio mostraba sus primeros síntomas de debilidad, la zona fue reclamada por los hunos. Teodosio II claudicó. Los ávaros, de origen asiático, habitaban la zona para cuando Carlomagno la anexionó al Sacro Imperio Germánico. Abrió el camino para la llegada de los magiares en el siglo XI y la recristianización del territorio. Unos siglos antes, Sopianae había sido de las primeras ciudades en abrazar la nueva fe.
De ello se tiene constancia gracias a la necrópolis, descubierta a finales del siglo XVIII cerca de la catedral. Ya por entonces arrancaron unas excavaciones arqueológicas que nunca han dejado de expandirse. La ciudad subterránea de Pécs es inmensa. 16 monumentos funerarios son los principales, pero fuera de estos hay más de 500 tumbas adicionales de menor importancia. Esta ciudad subterránea funeraria comenzó a utilizarse en el siglo IV, lo que demuestra la temprana cristianización de la entonces Sopianae. La ciudad seguramente tuvo su propio arzobispado desde muy pronto. No solo se utilizó entonces. De forma intermitente, la necrópolis ha estado en uso durante 1.200 años, lo que ha favorecido la preservación de los espacios. Además del testimonio histórico, la necrópolis es relevante por su arte: sus frescos forman parte de las primeras manifestaciones de arte cristiano.
La necrópolis de Sopianae se encuentra a dos niveles. El de arriba está compuesto fundamentalmente por templos dedicados a las ceremonias funerarias y el inferior por las catacumbas en sí. Estas se despliegan en un laberinto que, sin llegar a equipararse al de grandes urbes europeas, sí es apreciable. De los 16 monumentos protegidos destacan dos, por distintas razones. La cámara de enterramiento de San Pedro y Pablo está compuesta por una capilla superior de la que quedan las trazas y una cámara inferior nutrida con los más valiosos frescos del sitio. La Cella Septichora, por su parte, era un edificio dedicado a ceremonias funerarias en el que destaca su arquitectura, basada en siete ábsides que le dan su nombre. Otros sitios relevantes son la cámara de la jarra de vino, donde un fresco simboliza la sed por llegar a la nueva vida, o el mausoleo paleocristiano, con más muros pintados.
La entrada a la necrópolis paleocristiana permite el acceso a siete cámaras divididas en dos zonas a las que se entra con un ticket único. Es muy recomendable hacer uso de las visitas guiadas para tener una interpretación de los frescos, muchas veces metafóricos. Pécs es una ciudad de tamaño mediano muy agradable para pasear y admirar su arquitectura otomana y medieval. Normalmente se llega aquí en tren o bus desde Budapest, en un viaje de unas dos horas y media, porque el aeropuerto de Pécs apenas tiene enlaces. Es mejor ir en verano, para disfrutar de un tiempo agradable y degustar en alguna terraza los vinos de Villány, entre los más apreciados de Hungría. Pécs es también el hogar de la cerámica de Vilmos Zsolnay, una de las más importantes del país que hasta tiene museo propio.
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